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Por qué las mujeres manipulan la sexualidad

Aún cuando casi ninguna pareja lo confiesa, en algún momento de su relación, manipulen la sexualidad para conseguir mayor poder o para compensar una situación de la vida cotidiana que les disgusta. Pero esta estrategia puede convertirse en una disfunción: "Si una mujer o un hombre condicionan al otro a una forma de vida pensando en su propia satisfacción y bienestar, quiere decir que en esa pareja desapareció el amor, el cariño y el afecto", dicen los especialistas.

31 de Agosto de 2007 | 10:13 |
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"Mi marido toma todas las decisiones: aunque ambos trabajamos, él maneja el presupuesto y decide cómo y en qué se gasta. Siento que muchas veces me pasa a llevar y que me ignora en todo. Si yo estuviera o no, sería lo mismo. En el único lugar en que siento que me veo visible, y me hago necesaria, es en el sexo. Por lo tanto, si no accedo a tenerlo, de alguna manera eso me hace sentir que tengo una cierta cuota de poder. Pero si lo hago, siento que hasta en eso le estoy dando en el gusto, como en el resto de las cosas. En eso, él también gana', confiesa Susana (40), una mujer con varios años de matrimonio que asiste a terapia para mejorar su relación.

Susana ha encontrado en la manipulación de la vida sexual conyugal una forma de hacerse visible ante su marido. Cree que el sexo es el único ámbito donde tiene algo que decir y controlar.

Su estrategia no es un caso aislado, aunque sí poco analizado desde la perspectiva de los terapeutas, porque es un fenómeno que se da a puertas cerradas, que ni hombres ni mujeres discuten en la consulta sicológica y que es muy difícil que lleguen a reconocer. Pero, según los especialistas, se da con frecuencia en algún momento de la vida en pareja, 'específicamente cuando hombre y mujer no están en una relación de igualdad, sino jerárquica, donde uno tiene mucho poder y el otro muy poca influencia. En general, es reflejo de algo que está pasando en otro ámbito de la relación. No estamos conversando, no nos estamos comunicando, no nos estamos entendiendo, y eso se ve también en la sexualidad', grafica la sicóloga Soledad Torres, terapeuta de parejas del grupo Reencantar.

El doctor en sicología Juan Yáñez, especialista en sexualidad y director de la Clínica de Atención Sicológica de la Universidad de Chile, complementa esta visión: 'No debería suceder más de una o dos veces, ya que todas las formas manipulativas de la sexualidad van a conducir inevitablemente a un deterioro de la relación'. Explica que es muy difícil establecer quién utiliza más la manipulación como herramienta, si el hombre o la mujer, al igual que cuáles son los estilos más frecuentes de chantaje que se dan al interior de la pareja. 'En la sexualidad todo se vive de una forma muy particular, y las posibilidades eróticas de una pareja son muchas, así como su forma de resolver las tensiones o amenazas. Sin embargo, siempre hay que tener en cuenta un principio: la sexualidad debe ser un espacio de interacción, de encuentro, un momento para renovar energía, distenderse y salir de lo cotidiano. No es para compensar ni para pedir ni para solucionar problemas ajenos a este espacio. Y cuando uno u otro manipula, generalmente lo hace con un grado de engaño al otro; entonces, convierte al sexo en algo mecánico, de uso, de servicio: 'No voy a hacer el amor contigo porque tú no me das suficiente dinero', o bien, 'voy a acceder a tener sexo porque él está cansado y lo necesita, aunque yo no quiera'.

Cómo manipulan hombres y mujeres

Aunque no se repiten necesariamente en todas las parejas, hay dinámicas similares que llevan tanto a mujeres como a hombres a la manipulación de la sexualidad. En el caso de ellas, su estrategia se mueve entre dos extremos: negar el sexo con el fin de conseguir un espacio de poder que no ha podido conquistar en la vida cotidiana, o bien, ceder en el sexo para lograr un mayor equilibrio en aspectos domésticos de la relación. En ninguna de las dos instancias explicitan por qué lo están haciendo.

El sicólogo Víctor Carvajal, terapeuta de parejas del Instituto Neuropsiquiátrico de Chile (INC), acota que, a la hora de hablar de manipulación, hay que hacer una diferencia entre las mujeres de generaciones anteriores y las actuales: 'Antes las mujeres manipulaban el sexo para retener a sus parejas, para que él no se tentara fuera de la relación. Hoy, en cambio, lo que más se ve es que la mujer se niega a tener sexo con el marido como una expresión de disconformidad', explica.

Si esa disconformidad se produce por conflictos de poder, ella no le explicita a su marido por qué no accede al encuentro sexual: sólo se niega. 'Antaño se decía que el gran poder de los hombres era el económico, y el de la mujer el sexual. Aunque hoy las mujeres se han incorporado al mundo laboral y están cada vez más independientes, se sigue dando esa premisa', sostiene Soledad Torres. 'Usan el sexo como la ley de las compensaciones. Se sienten pasadas a llevar en distintos ámbitos, y piensan, ¿cómo puedo influir si no tengo los canales cotidianos para decirle a mi marido lo que necesito? Si ella siente que no es escuchada, empezará a buscar la forma de hacer que su pareja considere lo que ella necesita. Cuando hablamos de manipulación se suele imaginar la típica figura de la 'bruja' que disfruta de su poder. Pero la verdad es que suele darse desde una situación mucho más desagradable: necesito hacerte saber mi molestia, y cómo puedo hacerlo: quitándote lo único que te puedo quitar. Mi afecto, mi encuentro sexual'.

El otro extremo de la manipulación son aquellas mujeres que se 'autochantajean' en lo sexual, como define Soledad Torres. Ceden para dar en el gusto, 'para ahorrarse problemas y estar tranquilas. Así anda todo perfecto. Eso también es manipulación. De esa forma, se van distanciando y enajenando cada vez más de su sexualidad'.

La terapeuta de familia y parejas Eliana Heresi, profesora de la Facultad de Sicología de la Universidad Diego Portales, cuenta que en el último tiempo, a pesar de las múltiples transformaciones del rol de la mujer en la sociedad, ha recibido en su consulta a muchas mujeres que ceden bajo el mismo argumento que daban sus madres y abuelas. 'Son mujeres cuyos hombres son, por ejemplo, muy violentos con los hijos, maltratadores y de alguna forma la mujer trata de mantenerlo satisfecho, para que esté más calmo. Detrás de esa manipulación está el objetivo de calmar y aplacar'.

A diferencia de ellas, los hombres ocupan la sexualidad como herramienta de manipulación no cuando tienen problemas fuera de este ámbito, sino precisamente cuando sienten un problema en esta área y no son capaces de conversarlo y solucionarlo con su pareja por otra vía. 'Otra cosa que me toca mucho escuchar es que muchos hombres les dicen a sus mujeres: si tú no arreglas esa dificultad que tienes, esta relación se acaba. Eso produce inseguridad en la mujer, le hacen acumular rabia y resentimientos con la pareja: sentirse poco cuidada, pasada a llevar, poco vista, y desde esa rabia también cuesta mucho sintonizar si no la ha procesado. Hay una lectura de castigo, agrega Soledad Torres.

Los problemas detrás del chantaje

¿Por qué un hombre o una mujer pueden llegar a solucionar sus problemas a través de la manipulación? No existen cánones establecidos. 'Este estilo puede darse en personas formadas dentro de un estilo familiar más bien mercantilista, donde todo lo que uno hace debe ser recompensado. Las relaciones interpersonales son entendidas como una transacción, un intercambio de bienes y servicios, siendo que la pareja debe ser un ámbito de entrega y generosidad.

Ahí debería estar la confianza y el desinterés, porque el acto de dar no es una pérdida de algo, sino una ganancia. También se da en personalidades muy inseguras - que siempre necesitan girar en función de otro, aun cuando terminen desgastándose- o muy omnipotentes, que creen que su propia presencia basta para conseguir las cosas', ilustra Juan Yáñez.

El doctor Ramiro Molina, director de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología (SOCHOG) y miembro de la Facultad Latinoamericana de Salud de la Mujer, cree que se trata de una dinámica asociada a la falta de educación sexual, 'a hombres y mujeres que no han asumido su sexualidad o bien tienen trabas en su desarrollo, problemas no resueltos'.

Para Soledad Torres, el que se manipule al otro a través de la sexualidad necesariamente implica que quien lo hace está enajenado de la propia vivencia de su sexualidad. 'Piensa en el caso de las mujeres que no acceden al encuentro sexual con sus parejas. Es lo mismo que decir: voy a castigar al otro diciéndole no vas a salir ni tú ni yo en una semana... ¡ahí estoy castigándome yo también! No puedo castigar a alguien con algo que yo también disfruto, y considero que es bueno, importante y necesario para mí. Si lo voy a usar como herramienta de chantaje, lo estoy considerando algo sólo valioso para la otra persona, pero no valioso para mí, y eso va contra la esencia de la sexualidad'.

Cuando la manipulación se convierte en una estrategia habitual, la sexualidad comienza a vivirse desde un ámbito de mentiras y desconfianzas. 'Y la desconfianza que está ahí también se va a instalar en otros ámbitos de la relación, porque la sexualidad no es un terreno impermeable. Hay una evitación que se traslada a otros sectores. La manipulación, más que un problema, es una estrategia dañina', agrega.

La sicóloga Eliana Heresi advierte que las parejas sanas deberían ser capaces de enfrentar sus conflictos y no usar la sexualidad. 'Puede tener conciencia de cuáles son los conflictos y áreas en que la pareja está disconforme, y dialogar, negociar. Si yo necesito que tú me des plata, no tengo por qué usar el sexo para lograrlo. La sexualidad no es para conseguir algo, sino un encuentro de intimidad para la pareja'.

Para el doctor Molina usar la sexualidad como moneda de cambio es peligroso. 'Puede convertirse en una disfunción de pareja. Si una mujer o un hombre está condicionando al otro para lograr sus objetivos y pensando en su satisfacción y bienestar, quiere decir que en esa pareja desapareció el amor, el cariño y el afecto. Cuando existe una relación de cariño, la manipulación no existe'.
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