Los adolescentes acostumbran a desplegar una curiosa combinación de madurez e infantilismo, durante el proceso de crecimiento; a veces están muy cerca de los padres, en otros momentos se distancian abruptamente.
Sabemos que durante la adolescencia el joven comienza a construir su propia identidad, para lo cual requiere romper con las figuras paternas. Son repetidos los desencuentros en la relación con los padres, temática que les tomará años resolver .
Un buen desarrollo de la adolescencia implica que, finalmente, el joven logre separarse y diferenciarse de sus progenitores. Esto le permite sentirse autónomo, con la madurez y fuerza necesaria, para dominar aquellos obstáculos que el medio ambiente le presentará en su travesía por la adultez.
En esta etapa se requiere que los padres puedan estar muy presentes, dispuestos a dialogar y llegar a transacciones, sin evitar el conflicto ni transar en la postura de limites y reglas. La claridad en las normas es necesaria porque da seguridad y tranquiliza al adolescente, sin caer en medidas extremas o excesivamente autoritarias que imponen puntos de vista y no escuchan razones; lo que da pie al quiebre de la relación y engendra miedo y desconfianza. El no porque no, no sirve es necesario parlamentar.
Consultas |
Si deseas hacer alguna pregunta a nuestra psicóloga, envíanosla a través de ”Escríbenos”, ubicado en el costado izquierdo de la portada de Puntomujer.
|
Los padres deben mantenerse en su papel de cabezas, no convertirse en amigos o camaradas de sus hijos. La consecuencia más grave de la educación permisiva es la falta de conciencia en los jóvenes, pues no serán capaces de interiorizar las normas para regir sus vidas.
Es muy importante ayudarles a ser responsables de sus propios actos, sin permitirles que se sustraigan de las consecuencias naturales que se derivan de ellos.
El exceso de protección a los hijos, tratar de evitar las penas y dolores que la vida les trae, impidiendo que se esfuercen o enfrenten dificultades; fomenta la dependencia e incompetencia en los jóvenes impide crecer, destruye la autoestima e incapacita para la autosuficiencia.
Es preciso acompañar a los adolescentes en el descubrimiento de sus anhelos e ideales, respetar sus sueños y potenciar el desarrollo de herramientas necesarias el logro de sus metas. Ayudarlos a tolerar las frustraciones, que provocan intensos sentimientos de rabia, por la necesidad de inmediatez propia del adolescente y de nuestros tiempos.
Otro aspecto fundamental en la adolescencia es el proceso de autoconocimiento, los padres pueden contribuir a que sus hijos vayan entendiendo las razones de su comportamiento: ¿qué les hizo sentir rabia o pena? ¿cuándo lo sintieron? ¿por qué? Poder dialogar en cuanto a la interacción que se da en la familia, es fundamental para irse entendiendo, tanto en la relación con otros como consigo mismo y provee la posibilidad de una relación más honesta y adulta.
Tus comentarios sobre la columna de Viviana Sosman en el
Blog PuntoMujer