Al igual que su personaje Tito, Fernando está ‘casado con hijos’ (tres). Aunque su realidad dista mucho de la de la serie. Asegura ser buen padre y participativo. Y muy al contrario de su papel en la serie, dice que jamás le haría el quite a una instancia sexual.
- ¿Qué haces con el poco tiempo libre que te queda?
“Lo compenso con mis hijos. Para sacarlos de la tele, les compro lápices y les digo que es hora de artes plásticas. Y pronto retomaré la música. Es que salir a las ocho de la noche a ensayar y después llegar a mi casa y que todos estén durmiendo, me pasa la cuenta con la familia y eso pesa”.
- Así que te vas derechito a la casa.
“Sí, directo, si no me pasan cuentas y vienen los problemas (se ríe)”.
- De tus tres hijos, ¿a alguno le tira lo artístico?
“Más que eso…la mayor, de ocho años, es muy avanzada, me impresiona. El otro día me llamó mi hermano y me dijo que estaba preocupado porque mi hija le estaba enseñando sobre sexo a la suya. ¡Y tiene ocho años! Es que las hijas de él son onda Disney y se espantaron”.
- ¿Y los tuyos son más liberales?
“Prefiero la libertad con los niños, no ser tan estricto”.
- A ti te criaron así.
“Claro, es mejor. La otra vez escuche sobre un tipo que tenía ocho niños y a la primera camada los crió con muchas normas y al crecer se pusieron muy inseguros. En cambio, a la segunda los dejó libres y salieron muy seguros. Entonces hay una diferencia”.
- Pero eres bien distinto a tu hermano Nicolás. Tú eres volátil y él más cable a tierra.
“Sí, tenemos objetivos distintos. En la radio, por ejemplo, siempre le digo que él hable de política porque para mí es una pérdida de tiempo”.
- Él se declara cercano a la derecha. ¿Tú te defines apolítico?
“Sí, es que yo no avanzo con eso, con gente que lleva papeles al Congreso. Sé que hay buenas intenciones a veces, pero es tan sucio el sistema”.
- Son como polos opuestos, él dice ser irreverente pero es mucho más formal que tú.
“Claro y se produce una mezcla muy buena. Una vez hice un esquema de todo lo que iba a hacer para romper la rutina. Y él jamás lo entendió. Me creyó enfermo de la cabeza. Pero igual somos muy unidos”.
-¿Hasta cuándo te vestirás con esa ropa tan estrafalaria?
“No sé. Hace dos años, me compré en Buenos Aires unos pantalones de rapero y mi señora me preguntó que qué hacía con esos pantalones que no eran de mi época. Ahí me pegó el guillotinazo”.
-¿Ella te asesora a la hora de vestirte?
“Sí, bastante. Pero igual me gusta romper con todo, aunque me di cuenta que no me puedo vestir como un cabro para siempre. Me encantan los colores y las zapatillas pero a veces siento que la edad (44) me está pasando la cuenta”.
- ¿Algún vicio privado?
(Sin pensarlo ni un segundo) “¡El sexo! En general… me parece muy interesante, por lo que uno puede llegar a experimentar, las distintas sensaciones y todo lo que produce. Me encanta”.
- ¡Al revés de Tito que siempre le hace el quite con su señora!
“(Se ríe) Sí, en eso sí que no nos parecemos en nada”.
-¿Te va bien con las mujeres, en general?
“Parece que antes me iba mejor, ahora estoy más tranquilo”.
-¿Nunca fuiste o te creiste galán?
“Me creí un poco el cuento cuando hacía “Corazones service” porque se producía algo muy bueno; eso de andar en moto, con la chaqueta de cuero. Fuimos a discotheques por todo Chile y las niñas gritaban, me sentía estrella de rock (lanza una carcajada)”.
-¿Eras mujeriego? Antes de casarte, digo.
“Era picaflor, pero eso era antes. Donde me hacían ojitos ahí llegaba, jajaja”.