Tras pasar por varios medios, algunos serios y otros no tanto (desde El Mercurio y la Revista Enfoque, hasta “Primer Plano”, “Mekano”, etc.), pero siempre en lo suyo, el cine, en 2004 Salfate dio un vuelco y mostró las garras. Dejó el celuloide a un lado y se convirtió en un opinólogo más de la imperante y rentable fauna farandulera.
En su rol en “Viva la mañana”, el ex matinal de Canal 13, despachó polémicos comentarios como que la pequeña cantante Christell no cantaba de verdad y que la modelo argentina "Pampita" era como "un llavero" y que no era tan "rica". Aunque según él, dentro de esta vorágine, su papel era más bien “conciliador”.
-¿Cómo te las areglaste para hablar de cine en un programa como Mekano?
"Yo hacía mi pega, no más. A mí no me importa el lugar, sería un error calificar desde adónde se hacen las cosas".
-¿Por los prejuicios?
"Claro, por qué las cosas tienen que ser sólo de una forma. Por ejemplo, escribiendo en El Mercurio, en Artes y Letras, ¿tendría que vestirme de una manera determinada? Nadie puede obligarme a hacer algo. Es como si ahora recién se supiera que al pintor Velásquez le gustaba vestirse de rosado, ¿por eso ahora tendrían que bajar lo precios de sus obras? ¡No tiene nada qué ver!".
-¿Cómo lo llevaste a la práctica en ese momento?
"Es que yo sentía que cada vez que pisaba el suelo de Mekano, entre tantos potos bailando, no dejaba de saber ni un milímetro menos de lo que sé. Entonces no me robaba nada".
Dice que la persona que mejor ha expresado lo que siente por la TV es Iván Guerrero (CQC). “Una vez que tuve que entrevistarlo y él me dijo que para sobrevivir en esto sin volverse loco hay qye trabajar en la tele sin ser de la tele. Yo soy tan poco de la tele que si me muestras una teleserie, no tengo idea quiénes son. No veo televisión, no me interesa, hace muchos años, no me gusta. Trabajo en la TV pero no soy parte de eso… no voy a las fiestas, no me interesa, no es mi mundo, no tiene que ver con mis intereses".
-¿Y cómo te pasaste a la opinología?
"Ese fue el error más grande de mi vida".
-¿Estás arrepentido?
"Sí, creo que es una estupidez, hasta cuando lo hacía lo encontraba tarado. De hecho, cuando lo hacía, mi parada era otra. En el matinal yo era más conciliador, no estaba tan de acuerdo con tratar mal a la gente, entonces no funcionaba tanto como opinólogo sino que más como una contraprogramación de mi parte".
-Pero de todas formas generaste varias polémicas.
"Sí, pero todo eso fue inventado porque la opninología es tan falsa que incluso cuando yo no decía mucho me tomaban ciertas palabras y eso lo convertían como un ataque y armaban algo para retroalimentarse".
-¿Reniegas de tu pasado?
"Sí, es que la opinología es así de falsa, es despreciable en todos sus términos. De verdad es maldad que en algún momento se devuelve, es peligroso, es jugar con fuego, terrible, nada positivo".
-¿Ahora eres más bien comentarista que opinólogo?
"Es que la opinología tiene que ver netamente con farándula, lo otro es tener una opinión. Y la opinión es como el poto, todos tenemos uno, algunos más sucios, otros más limpios. Pero es sólo eso, nada se acerca a la verdad".
-¿Cómo así?
"El mejor ejemplo para explicarlo es lo que dice Siddharta sobre lo que es una opinión: es lo mismo que varios ciegos tocando un elefante con sus manos; no saben qué están tocando, pueden decir que su trompa, es una serpiente o confundirse con la cola, no es una realidad, no existe la realidad, sólo segmentos de ésta".
-Larry Moe te describió como ‘el más reaccionario y cursi del gremio de los opinólogos’.
"Absolutamente, mientras todos lanzaban mierda, yo trataba de tirar flores. No se puede ser más que reaccionario y cursi que eso…en un mundo que está en guerra. Visto desde otro punto, es lo mejor que se puede hacer".
-¿Hoy te sientes ajeno a todo eso?
“Sí, totalmente".