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Estudio entrega una nueva explicación para la rosácea

El exceso de dos sustancias que suelen estar en la piel causa los síntomas inflamatorios que caracterizan esta afección a la piel.

25 de Septiembre de 2007 | 10:03 |
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La interacción de dos proteínas que habitualmente se encuentran en la piel estaría detrás de los numerosos casos de rosácea, una enfermedad inflamatoria de la piel que produce enrojecimiento facial y cuya causa hasta ahora es desconocida.

Un equipo de investigadores estadounidenses, franceses y japoneses publicó ayer en la revista "Nature Medicine" los resultados de un estudio donde señalan que en las personas que tienen rosácea hallaron un exceso de dos proteínas inflamatorias que, al combinarse, producen altos niveles de una tercera proteína que sería la causante de los síntomas de la enfermedad, incluyendo vasos capilares perceptibles, erupciones cutáneas y enrojecimiento.

"Es como tener mucha bencina y un fósforo", explicó el doctor Richard Gallo, jefe de la división de Dermatología de la U. de California en San Diego y coautor del estudio.

La bencina

Las dos proteínas serían la bencina cuyo nivel es excesivo en los pacientes con rosácea. Para sorpresa de los investigadores, una de ellas es la catelicidina, un antimicrobiano que normalmente protege la piel de las infecciones. En muchas enfermedades cutáneas se ha detectado una escasez de esta proteína. Sin embargo, los investigadores encontraron lo opuesto en las personas con rosácea, aunque en ellos la catelicidina es diferente a la que se encuentra en las personas que no tienen rosácea.

La otra proteína en exceso es la llamada enzima tríptica del estrato córneo (SCTE). En los pacientes con rosácea, esta última convierte a la catelicidina en un nuevo péptido anormal que causa los síntomas ante la presencia de factores como el estrés, la exposición solar y el consumo de comidas condimentadas, alcohol, cafeína o bebidas calientes.

"Nuestros hallazgos pueden modificar el abordo terapéutico de la rosácea, ya que las bacterias no son el blanco correcto", señaló el doctor Gallo.

Esto alude a que uno de los tratamientos de la rosácea es el uso de antibióticos como la tetraciclina. "Los antibióticos tienden a aliviar los síntomas de la rosácea en ciertos pacientes, porque algunos funcionan inhibiendo estas enzimas", agregó el médico. Lo que ocurre entonces es que el antibiótico actúa como un antiinflamatorio.

El doctor Raúl Cabrera, jefe de Dermatología de la Clínica Alemana, explica que este efecto se conoce desde hace cerca de una década, y si bien considera que el estudio "agrega un poco más de luz sobre la causa de la rosácea, al mostrar que intervienen proteínas producidas por el sistema inmune y que existen normalmente en el organismo", cree que este hallazgo "es un eslabón más de la cadena, pero no significa la comprensión completa de la rosácea".

Para el doctor Juan Honeyman, director del Departamento de Dermatología del Hospital Clínico de la U. de Chile, "este descubrimiento sólo muestra que existen otras sustancias más que producen inflamación en la rosácea, pero que no son la causa de la enfermedad, pues ésta responde a varios mecanismos de tipo inmunológico, nervioso o de predisposición genética".

Tratamientos

Actualmente son varios los tratamientos que se emplean para la rosácea, dependiendo de las manifestaciones que ésta tenga.

En la etapa inicial, para impedir la dilatación de los vasos capilares y el consiguiente enrojecimiento hay que evitar ambientes calurosos, exposición al sol, cambios extremos de temperatura y alimentos muy calientes o con exceso de condimentos.

Cuando aparecen pústulas que semejan espinillas, se recetan antibióticos orales como la tetraciclina, dice el doctor Cabrera. Otra alternativa son los antibióticos tópicos, como el metronidazol.

El doctor Honeyman señala que también "se están usando retinoides, que regulan la producción de sebo de la glándula sebácea".

El 10 a 15% de quienes tienen rosácea también sufren conjuntivitis crónica. En estos casos se recetan colirios especiales para descongestionar.
Por otra parte, los vasos sanguíneos visibles (telangiectasias) pueden removerse o atenuarse con láser o electrocirugía.

En los casos más extremos se produce un crecimiento desmesurado con deformación de la piel de la nariz, llamado rinofima. "Cuando es muy complicado se hace una resección para extirpar el exceso de tejido", dice el doctor Honeyman.
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