Sus antepasados son judíos provenientes de Rusia que llegaron a Chile “sin ni uno” y partieron de abajo; vendiendo peinetas en plena Alameda.
Alex nació el 3 de agosto de 1950. Vivió su infancia en Ñuñoa y es el mayor de tres hermanos.
Cuenta que su familia es practicante de ritos judíos pero él sigue sólo algunos. Si bien se casó con una mujer muy apegada al catolicismo (aunque no se casaron por ninguna iglesia, hicieron su “propio” rito), de sus 3 hijos dos han querido convertirse al judaísmo. “Es rara la vida. Ella es muy religiosa por lo que es lógico que ellos sigan sus costumbres”.
-¿Y alguno heredó la veta artística?
“¡No quiero ni hablar de eso! La Camila (16), quiere ser bailarina y Antonio (18), actor. ¡Qué les puedo decir yo! (se ríe) Lo único que me parece bien es que hagan lo que quieran y que lo hagan con tutti, con pasión”.
-¿Has sido un padre presente?
“Uuff, me he pegado todas las latas (risas). Pero sí, voy a las reuniones de curso, comparto mucho con ellos y trato de ayudarlos y aconsejarlos en lo posible. Aunque hay años mejores que otros”.
-¿Participativo?
“Sí. Antes que naciera Antonio le dije a mi mujer que jamás cambiaría pañales, que me daba demasiado asco la caca y a los 3 días que nació lo estaba haciendo. Algo te pasa. Tiene que ver con ser judío también; los padres siempre están muy presentes, son muy familiares. No concibo ni entiendo a los padres ausentes, no entiendo cómo no les dan ganas de estar con sus hijos, si son maravillosos”.
Alex cuenta que en sus tiempos libres le gusta leer. “Últimamente leo más teoría que literatura, por lo de las asesorías pero al final me pregunto para qué si en la literatura está todo. También me encanta la música; el rock, el jazz, la clásica, debo tener mil CD´s. Y alguna vez traté de tocar trompeta. Me podría haber dedicado a la música también, pero el ritmo y la melodía están presentes en el teatro”.
-¿Algún vicio privado?
“A ver…¡Déjame pensar en alguna perversión! (lanza una carcajada) Todo lo que tenga que ver con la sensualidad me mata, me puedo perder. Indagar en lo sensual, no sexual, porque llegas a eso por lo otro. Lo sexual es como lo animal, el erotismo, en cambio, es la poesía de la sexualidad, ¡el sexo sin eso sería una lata! También tiene algo de especial el hecho de estar solo y pensar en eso…”.
-Pero ahora tú no estás solo.
“Eeehh…¿Yo? ¿Ahora? Siii… Estoy tranquilo” (pone cara de mentiroso pillado y se mata de la risa).
Confiesa que terminó su secreta relación con la actriz e icono de la década de los ’80, Katherine Salosny, 13 años menor y a quien conoció en una obra en el Galpón 7 de Bellavista.
- Has cultivado el bajo perfil de tu vida íntima, ¿qué piensas de la farándula?
“Es un negocio, una complicidad de todo el mundo. Si uno no quiere entrar no entra no más, pero igual lo encuentro una lata. Hay gente que le gusta, pero es muuuy rasca, que dijo y que no dijo fulanita, no es nada importante. Si crearan hitos significativos sería otra cosa, por eso no creo en esto, es puro cahuineo. Qué lata no tener una vida propia interesante y tener que hablar de la de otros”.