"Nos dimos cuenta de que los niños le contaban sus cosas al señor de las fotocopias. Y entendimos que también teníamos que involucrar a los funcionarios del colegio. Tenían que estar todos. La idea surgió de nosotros, los padres, pero nos juntamos con todas las partes -profesores, directivos y alumnos- para ver qué íbamos a hacer".
Anneliese Oberhauser, coordinadora del comité de Vida Sana del Colegio Suizo, cuenta así cómo surgió esta iniciativa que busca no sólo prevenir las conductas de riesgo de niños y adolescentes, sino también fortalecer las prácticas sanas y la comunicación dentro de la comunidad escolar.
Surgida en 1998, ésta es una de las pocas iniciativas sistemáticas, y que se han mantenido en el tiempo, con este fin, en los colegios particulares de la capital. Según los especialistas dedicados a programas de prevención escolar, en la educación privada hay algunos buenos ejemplos en este sentido, pero son las excepciones.
El tema cobra importancia después de que el último estudio de drogas en la población nacional -entregado por Conace el jueves- mostró que el consumo de marihuana en los sectores alto y medio se ha duplicado y que los grupos etarios que más consumen son los jóvenes y los adultos jóvenes.
En la ocasión, el subsecretario del Interior, Felipe Harboe, llamó a los colegios particulares a solicitar los materiales de prevención que posee el Conace y que han sido ampliamente difundidos en los colegios municipales y particulares subvencionados.
Claudia Romagnoli, psicóloga del programa Valoras de la Universidad Católica, considera que el material del Conace -que propone actividades desde kínder a cuarto medio- puede ser perfectamente adaptado para los colegios privados. Sin embargo, agrega, "lo ideal es que un colegio pueda tomar más de un programa para diseñar su propia estrategia, adecuada a sus necesidades".
A su juicio, el mejor camino es que dentro de cada colegio se arme un comité integrado por representantes de toda la comunidad escolar -alumnos, padres, profesores, equipos técnico y directivo-, del cual surjan las ideas para enfrentar estos temas. "Este equipo debe decidir, por ejemplo, de qué manera se va a incorporar a los padres, a qué profesores hay que empezar a capacitar y qué actividades se harán en clases, en consejo de curso o fuera de clases".
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El 7,8% de los escolares chilenos de 12 a 18 años afirma haber consumido marihuana el último año. En 2004 era el 6,5%.
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Algo parecido se dio en el Colegio Suizo. Después de crearse el comité de Vida Sana hicieron una suerte de diagnóstico y se decidió llamar a un grupo de monitores que capacitaran a padres, profesores y alumnos en el tema de la prevención. Luego, cuenta Anneliese Oberhauser, se implementó una serie de actividades recreativas y solidarias enfocadas a la familia. "A través de ellas, queríamos fomentar la comunicación entre padres, niños y profesores".
Perseverar
Han pasado varios años, y este comité sigue trabajando. Para Anneliese, la clave es perseverar: "Hemos pasado por distintas etapas de motivación, pero hay que seguir adelante".
Claudia Romagnoli considera vital que la dirección de un colegio esté comprometida con un comité como éste y que le dé apoyo, tiempo y recursos.
La presidenta del centro de padres del Colegio Suizo, Katrin Nappe, da otras claves: "Hay que ofrecerles a los niños actividades concretas, prácticas y vivenciales. Las charlas por sí solas no conducen a nada, porque los chicos se aburren".
El psiquiatra Luis Caris coincide con que los jóvenes deben pasarlo bien en las actividades de prevención: "Por ejemplo, ellos mismos pueden hacer que contengan estos mensajes".
Dimensión protectora
Las actividades de prevención deben partir desde kínder fortaleciendo las habilidades socioafectivas de los niños, que los protegerán más tarde de caer en conductas de riesgo. La psicóloga Claudia Romagnoli explica que éstas se van abordando en forma paulatina a lo largo del desarrollo infantil: conocimiento de sí mismo, manejo de las emociones, empatía, relaciones interpersonales y capacidad de tomar decisiones responsables.
Estudios han mostrado que fortalecer estas habilidades influye positivamente en la capacidad de aprendizaje de los niños.