El escándalo tras el fraude en la Corporación del Niño Agredido ha levantado un manto de dudas sobre las fundaciones de beneficencia y las primeras consecuencias se están haciendo notar al registrarse ya una baja en las recaudaciones de algunas de ellas.
El tema no es menor si se piensa que estas instituciones cumplen un papel fundamental en el rescate de los más desamparados, así como en el apoyo de las comunidades para la superación de situaciones de desigualdad.
La directora ejecutiva de la
Fundación Trascender, María Paz Rencoret, cree necesario dar un paso adelante en el sistema de control y fiscalización de estas organizaciones sin fines de lucro para reestablecer la confianza y credibilidad en los chilenos.
-¿Está bien reglado el funcionamiento de las fundaciones en Chile?
“No, no hay una estructura; las fundaciones, para ser formales, deben cumplir con un reglamento que te obliga a ir al Ministerio de Justicia para sacar la personalidad jurídica y así quedar inscrito. Además, se debe presentar anualmente, un balance y una memoria con las actividades de las fundaciones. Esas son las cosas que se exigen de manera que quedes en un registro, pero en la línea de algún tipo de fiscalización, no hay nada”.
-¿Nada?
“Como organizaciones sociales no. Si alguna empresa quiere hacerme algún aporte y me solicita algún certificado, yo lo solicito al Ministerio de Justicia, para lo cual, anualmente, tengo que presentar la memoria y el balance. Yo estoy regida por unos estatutos, pero más allá de eso, no hay nada”.
-¿De ahí que haya surgido la idea de crear una Superintendencia de Fundaciones?
“Sí, eso es necesario, principalmente, por el tema de los aportes que reciben las organizaciones sociales que...”
-Son millonarios.
“Sí, claro, y por eso se debe avanzar en la línea de que las organizaciones sociales sean más transparentes, se acerquen más al rendimiento de una empresa. Y eso explica un poco porque nace Fundación Trascender en el sentido de ayudar a las organizaciones sociales en el cómo trabajan; nos interesa que ellas tengan una capacitación técnica y los conocimientos más específicos que les permitan acercarse al modelo de empresa social, es decir, no sólo llevar los aportes con transparencia, sino avanzar en cómo se planifica, diagnóstica, evalúa el trabajo; en definitiva, cómo se lleva un plan de trabajo para dar un mejor servicio”.
-En esta tierra de nadie, donde no hay fiscalización, claramente pudo ocurrir lo de la Corporación del Niño Agredido.
“Efectivamente, eso delató que no hay una fiscalización ni control”.
-Y si no hubiera sido porque alguien de adentro que estuvo dispuesto a destapar la olla, nunca se hubiera sabido lo que pasaba.
“Sí, llevaba 15 años trabajando.
“Ahora, ojo, sacar personalidad jurídica no es fácil, es un trámite largo y no es cosa de que nos vayamos a llenar de organizaciones fantasmas. La formalización de una personalidad jurídica es un problema, se hace un buen trabajo y lo conocemos de cerca porque ayudamos a muchas a obtenerlas”.
-¿Pero igual puede ser un fraude?
“Sí, pero igual como ocurre en las empresas privadas donde se creó Publicam y el SII no lo detectó”.
-¿Cuánto puede afectar este hecho en la realidad de las fundaciones?
“Creo que es un caso súper aislado. No pongo las manos al fuego, pero creo que no estamos llenos de estos tipos; es igual que Publicam, un caso focalizado. No se está lleno de organizaciones sociales que logran armar una imagen y recaudar fondos como la Corporación; lo que nosotros vemos son organizaciones sociales que tienen muchas carencias, debilidades, pero hacen un gran servicio social”.
Los datos de un trabajo de Trascender, del año pasado, señala que, en promedio, cada chileno aporta $ 3.443 al año a este tipo de instituciones y que el 90% de la población colabora financieramente con ellas. La pregunta hoy es cuántos van a mantener la práctica.
-¿Cómo somos los chilenos en el campo de la solidaridad?
“Es un proceso; no podemos medirlos todos los años y decir
ayer fuimos más solidarios. Es un proceso que va insertándose en la cultura de la gente. Ser solidario es para mí también, respetar el paso cebra cuando voy en el auto, tener paciencia y pedir por favor y dar las gracias. Ser solidario es tener una actitud hacia al otro de servicio, respeto. En esa línea es un proceso en el cual nos tenemos que sumar todos.
“Si medimos la solidaridad por la plata que doy, claro, como con la campaña de la Teletón o de invierno o terremoto obtenemos buena nota, porque ahí se materializa una acción muy concreta, pero hay que desarrollar una cultura solidaria en los distintos quehaceres de la vida”.
-Cultura solidaria. ¿La entendemos como un simple aporte monetario o también como entrega de servicio y tiempo?
“Sí, cuando uno habla de solidaridad se piensa en el aporte en dinero y en eso influyen las campañas muy marketeadas. En cierta forma calmas tu conciencia con el aporte, pero nosotros –con la propuesta de Trascender- apuntamos a cambiarlo, a, en vez de darme plata, dame tu tiempo, tu compromiso. Esto hace mucho sentido y en esto está que las organizaciones hagamos una convocatoria más novedosa, innovadora”.
-¿Qué beneficios trae ese tipo de solidaridad?
“El desarrollo de una cultura donde nos hacemos responsables del país; se une el mundo de la empresa privada con el público, es decir, están todos los actores involucrados en causas más comunes. No es la empresa, por un lado, la que trabaja temas en forma autónoma e independiente. Como estrategia buscamos juntar ambos mundos para que, entre todos, nos potenciemos y ayudemos.
“Se crea una sociedad más comprometida. Nosotros lo vemos; hay gente que trabaja en una oficina, que ha tenido excelente formación, que ha sacado MBA y cuando se le ofrece esta oportunidad, no lo duda”.
-¿La solidaridad no se acaba al llegar al estado de país desarrollado?
“No, es un eterno. Todo lo que apunta a apoyo y solidaridad va a las necesidades básicas como comer, cubrirse, tener casa y educación porque somos un país en vía de desarrollo y eso todavía no lo tenemos resuelto, pero en países desarrollados, la solidaridad va en otra línea y tiene que ver con las problemáticas que se generan en esas sociedades como el cuidado de los abuelos y acompañamiento de personas solas o el cuidado de medioambiente”.
-¿La solidaridad está supliendo una labor que debiera ser del Estado?
“No, creo que deben ser complementarios. No le puedes pedir al Estado que se haga cargo de la solidaridad; a mí no me parece, debe ser una labor de todos. Que ellos pueden incentivar, apoyar, aportar, de todas maneras, me parece súper lógico, pero ese Estado padre que hace todo, no me parece. Uno como ciudadano tiene que hacerse cargo de los otros”.
Continúa leyendo:
La fundación de las fundaciones
Miss y mamá de cachorros