Esther Perel habla ocho idiomas y en los últimos meses eso le ha sido muy útil. En octubre pasado, publicó en Estados Unidos "Inteligencia erótica", un libro que ya ha sido traducido a 21 idiomas y ha llevado a su autora a 14 países, entre ellos Alemania, México, Francia, Turquía y Argentina. En todas esas partes ha despertado el mismo interés, y no es ninguna sorpresa. Pues esta sicoterapeuta, experta en las relaciones interculturales y en matrimonios entre personas de religiones o etnias distintas, aborda un tema universal, que está al centro de las preocupaciones de los matrimonios de hoy: ¿cómo mantener el erotismo en la pareja estable?
Nacida y criada en Bélgica, Esther Perel (49 años) estudió en Israel y se formó como psicoterapeuta familiar y de pareja en Estados Unidos. Además de hacer clases en las universidades de New York (NYU) y de Columbia, tiene, hace 20 años, una consulta privada en la Gran Manzana. Ahí juntó la experiencia que le permite reflexionar sobre la paradoja de los adultos de hoy: "La gran sorpresa de esta generación es la disminución del deseo. Yo traté de entender qué pasó con la generación de los años 60, la de los herederos de la revolución sexual, que disponen de la contraconcepción, tienen ideales más democráticos en la cabeza y el permiso de tener todo el sexo que quieran, pero que se quejan de que con el tiempo el deseo se va", dice desde un taxi que la lleva del aeropuerto a un hotel de Chicago, donde la invitaron a dar una conferencia.
Poco convencida del acierto de los mitos, muy instalados en la sociedad, según los cuales los problemas sexuales derivan de problemas relacionales, esta mujer (casada hace 25 años y madre de dos hijos de 11 y 14 años) decidió reflexionar sobre la noción de erotismo en la pareja, y más particularmente de la pareja estable. "He visto muchos matrimonios que se aman, se llevan y comunican bien, y que se quejan de falta de deseo y de erotismo. Eso muestra que la buena intimidad no garantiza una buena sexualidad", sentencia.
-¿Por qué siempre se dice que el matrimonio o las relaciones estables matan la pasión y el erotismo?
-Primero hay que decir que la idea de que se podría tener pasión dentro del matrimonio es bastante nueva. Antes no existía ese ideal romántico. El matrimonio era una institución económica, para conseguir un compañero, tener respetabilidad, poder tener hijos y vida familiar, y apoyo económico. La pasión era un privilegio bastante masculino que existía fuera del matrimonio. Y la razón por la cual se dice que el matrimonio mata la pasión es que tanto en el matrimonio, como en la relación estable o la pareja comprometida, buscamos seguridad, estabilidad y continuidad. Buscamos sentirnos anclados. Y la pasión está alimentada por cosas bastante distintas. No se alimenta con estabilidad, sino que con lo desconocido, la novedad, la sorpresa y diría incluso que la pasión, a veces, viene junto con la inseguridad. El amor florece en un ambiente de reciprocidad, de protección y de mutualidad. Y esos mismos ingredientes pueden inhibir el deseo.
-¿Cree entonces que la seguridad en el amor mata el deseo?
-No es que lo mate. Es que son dos necesidades fundamentalmente distintas. El deseo está alimentado por lo desconocido y lo desconocido nos da un poco de ansiedad. Esa ansiedad no la queremos en el mismo lugar donde queremos paz y estabilidad. Estamos dispuestos a tenerla fuera de la pareja o al principio de la relación, pero no en la pareja comprometida. Parte de lo que anula el deseo es que nunca antes hemos tratado de juntar el erotismo y la domesticidad en la misma persona. El conciliar esas necesidades de seguridad y de aventura dentro de la misma relación es algo bastante paradójico. Se puede lograr, pero no es fácil.
Las trampas del ideal romántico
Esa conciliación es sin duda uno de los mayores desafíos del nuevo ideal de matrimonio. Un ideal romántico que, según Esther Perel, puede tener efectos nocivos. "Hoy ponemos en la pareja una cantidad de expectativas que nunca antes se habían puesto en una sola persona. Buscamos que la pareja nos proporcione lo que antes nos daba todo un pueblo o la familia extendida. Queremos que la pareja le dé sentido a nuestra vida y nos dé un sentimiento de pertenencia, de continuidad además de todas las cosas que esperamos del matrimonio, como el apoyo económico y el hacer familia. Y al mismo tiempo queremos que sea nuestro mejor amigo, nuestro confidente y nuestro amante apasionado. Son muchas cosas para una sola persona. Si buscamos en la relación romántica todo el sentido de seguridad que antes encontrábamos en la comunidad o la familia extendida, no vamos a tener la capacidad de dejar la distancia, el espacio que necesita el deseo para poder mantenerse. El fuego necesita aire y muchas parejas hoy no se dejan suficiente aire el uno al otro. La pareja romántica siempre está hablando de estar juntos y confunde la intimidad con control y fusión", explica Esther Perel.
En ese sentido, agrega, el concepto de libertad es primordial. "No hay que interpretar inmediatamente la libertad como el enamorarse de otro. Ese es un concepto de libertad que no tiene nada que ver con lo que se necesita dentro de una relación estable, que es mantener la individualidad".
La sicoterapeuta ilustra el concepto con una imagen: la de una niña que está en los brazos de su madre, decide bajarse para caminar por su cuenta y mientras lo hace se da vuelta para mirar a su madre. "Si la niña ve que la madre está disfrutando de su libertad y le manda como mensaje anda, está bien, yo estoy aquí, encuéntrate con el mundo y disfruta de tu independencia, entonces la niña tomará esa seguridad y confianza que le da la madre para ir un poco más lejos y luego, cuando se canse, volver a sus brazos. En cambio si cuando la niña se da vuelta ve a su madre ansiosa, deprimida, haciéndola sentirse culpable porque se va sin ella, el mensaje que recibe es que para mantener la conexión, para no perder la intimidad o el amor materno tiene que volver a sus brazos y comprometer su libertad. Esa niña será una persona a la que más tarde le resultará mucho más difícil hacer el amor con la persona que ama, porque para mantener el deseo y hacer el amor con la persona que uno ama, uno necesita tener al mismo tiempo una libertad psicológica y una conexión. La dinámica de cómo lograr el equilibrio entre esas dos necesidades empieza desde que nacemos".
La razón por la cual es fundamental conseguir ese equilibrio y lograr cierta libertad sicológica, explica la experta, es que disfrutar de la sexualidad no sólo implica entregarse a la pareja, sino también entrar dentro de su propio cuerpo y su propia mente. "Si uno no puede mantener la conexión consigo mismo, no puede entrar dentro de sí mismo, nunca va a disfrutar".
Esther encontró una prueba de que esta necesidad de libertad y de respeto de la individualidad del otro es fundamental para mantener el deseo en las respuestas que le dieron decenas de personas a una pregunta muy simple: ¿cuándo se siente usted más atraído por su pareja? Cada vez, la especialista, se encontró con descripciones como, por ejemplo, "cuando lo veo jugar con los niños", "cuando lo veo tocar un instrumento", "cuando la veo apasionada por algo".
Esther acota: "Nunca es cuando se miran profundamente a los ojos. Siempre es cuando ven al otro con cierta distancia, haciendo algo de lo cual no tienen que hacerse cargo. Es cuando se da un espacio en que esta persona tan familiar que es la pareja, nuevamente parece un poco más desconocida. En ese espacio misterioso es donde hay atracción. Ése es el espacio erótico del deseo".
Erotismo y domesticidad
Para Esther Perel, la pasión y el erotismo tienen una característica común: la de sacar de la vida cotidiana y hacer entrar a un universo más trascendente y más misterioso. "Es un universo en el que te sientes elevada y te sientes viva", explica. Sin embargo, mientras la pasión suele desaparecer con el tiempo o por lo menos ir y venir, el erotismo, en cambio, tiene más posibilidades de permanecer.
"Cuando vives en un estado de pasión, vives en un estado en el que estás dispuesta a transgredir las reglas de lo cotidiano, de la vida práctica para entrar a otra realidad. Yo prefiero hablar de erotismo porque la pasión es algo bastante extremo e intenso y nadie puede vivir en un estado de pasión continuo. Las parejas comprometidas no vivimos en ese estado de enamoramiento permanente", asegura la autora de "Inteligencia erótica".
Lo que sí pueden lograr esas parejas es reservarse espacios para reavivar el erotismo, estableciendo una clara frontera entre el ámbito de las responsabilidades y las obligaciones y el del disfrute. Ésa es, según Esther Perel, la mejor manera de conciliar domesticidad y erotismo. "La domesticidad es la vida de la casa, es una vida de responsabilidad y el erotismo es una vida de placer. Necesitamos una frontera entre esos dos mundos, porque el deseo es querer y uno no puede querer algo a lo que está obligado. Si sale a comer con su pareja, no hable de los hijos. Crear un espacio erótico no es sólo crear un espacio para tener sexo. Es crear un espacio en el cual estar juntos y disfrutar como dos adultos de un mundo lúdico y no de responsabilidad. Entonces a veces hay que cerrar la puerta del cuarto, ponerle llave, salir de la casa si es necesario y entrar a un universo de fantasías juntos", explica.
En ese sentido, la sicoterapeuta insiste particularmente sobre la necesidad de mantener cierto misterio dentro de la pareja. "Para mí los elementos eróticos no sólo tienen que ver con esa distancia necesaria, sino que también con el mantener lo lúdico, la curiosidad por la otra persona y con el introducir novedad, porque el deseo muere con la repetición. Hoy la gente quiere conocerse totalmente y después se queja de que no hay misterio. Pero yo creo que nunca conocemos completamente la persona que está al lado nuestro. Entonces el misterio está".
De la misma manera, asegura que muchas veces las parejas creen haber perdido lo que ella llama "la energía erótica", cuando en realidad simplemente la han canalizado por otro lado. "Muchas veces, cuando tienen niños, las personas dicen ahora que hay hijos el sexo ya no es lo mismo, y yo les digo no hablemos de sexo sino que de energía erótica. Y la energía erótica está, pero redirigida hacia los hijos. Con ellos se juega, se busca hacer cosas nuevas, se les hace cariño y a la pareja se la saluda con un beso de pájaro. El erotismo no se va, la gente sabe muy bien qué hacer para sentirse con vitalidad y exuberancia. Es algo que logran en el trabajo, con los hijos, pero no con la pareja. Hoy más que nunca hay que recuperar un poco de esa energía erótica dentro del matrimonio, porque la familia sobrevive sólo si la pareja está feliz", concluye.