A los 42 años, Susana Carey puede asegurar que ha tenido una vida intensa. Después de recibirse como ingeniera comercial de la Universidad Católica, se fue a trabajar por un año al Banco Mundial, en Washington, y a su regreso, entró a las grandes ligas por las puertas de la Compañía Minera La Disputada de Las Condes.
“Estar ahí, con ese nivel de exigencia, fue una excelente oportunidad de formación”, asegura. Tras 11 años en esa empresa, en donde llegó a ocupar el cargo de gerente de reportes financieros, decidió reinventarse y comenzó a explorar en el mundo del coaching.
-¿De costos en una empresa si que sabes?
(Se ríe)” Sí, por eso, cuando hablo de conciliación, eso lo trato de aterrizar en cifras”.
-¿Qué te llevó a dar un giro en tu carrera?
“Vi que había cumplido una etapa en La Disputada y si bien me encantaba que las cifras calzaran me daba cuenta que para lograr eso era fundamental poner de acuerdo a gente. Que la gente de la mina conversara con la gente de la planta era algo que no siempre se daba en esa época, eran como unos feudos, donde cada uno estaba a cargo de sus procesos. Ahí descubrí que me gustaba coordinar a personas y entonces, decidí dar un giro y me metí en el mundo del coaching”.
Tras formarse en el área, el 2001 asumió como supervisora de coach en The Newfield Network y al poco tiempo inició una media jornada de trabajo en Seminarium, la empresa de head hunter. “Me dediqué por 4 años a ser cazadora de cabezas (se ríe); ahí utilice mis habilidades en entrevistar personas y entender las necesidades de las empresas”.
Desde comienzos de este año, asumió la dirección ejecutiva de ComunidadMujer, agrupación de la cual había sido mentora del programa respectivo y se le ve fascinada.
-¿Qué te llevó a dejar el competitivo mundo empresarial y tomar la opción por una ONG?
“Diría que lo de competitivo también se aplica a una ONG, en el ritmo de trabajo, en las exigencias. No falta alguien que me dice ah, te fuiste a una cosa más relajada y esto es lo menos relajado que hay; eso es un mito, las ONG están cada día más profesionales”.
-Sí, pero en una empresa tus objetivos eran sumar ganancias a fin de mes y aquí, el objetivo es más intangible.
“Sí, se trata de otro tipo de metas. Quizás lo que me llevó a dar paso tiene que ver con el alma y los valores, con lo que hacemos en ComunidadMujer. Se trata de generar otro tipo de valor, de generar cambios; me toca profundamente que se llame comunidad, un grupo que logra trabajar junto en la diversidad. Eso es lo que necesitan las empresas y la sociedad”.
Casada, tiene tres niñitas de 12, 7 y 3 años y asegura con una sonrisa que no se hace problemas por no haber tenido al hombre. “Estoy feliz, las he gozado”, afirma.
-¿El giro tiene algo que ver con la necesidad de conciliar tus tiempos familiares?
“Diría que no. (En medio de una carcajada afirma) En términos de tiempos esto me ha planteado mayores desafíos, pero creo que estoy transmitiendo mucha más alegría a mis hijas, de estar más contenta con lo que hago”.
-¿O sea, siempre has estado urgida?
“Siempre es desafiante ser profesional y madre. He tenido que aprender a hacer las tareas, ir al doctor y cumplir en la pega; lo que creo que he ido manejando mucho mejor es el tema de la culpa; de partir con una imagen de lo que debería ser una mamá y llegar a una de lo que quiero y puedo hacer como mamá.
“Estando acá he podido asumir lo que soy; está soy, en esto es lo que elegí trabajar, este es el estilo de vida que tengo y estoy haciendo lo mejor que puedo con mis hijas”.
-¿Te ves de regreso en el mundo empresarial?
“Es que siento que estoy en el mundo empresarial, estoy muy presente, muy contactada con él. Para hablar de conciliación tenemos que estar muy contactadas con las empresas, entonces, la verdad, es que no me siento fuera.
“No lo siento tan distinto; la forma como se trabaja en ComunidadMujer no lo es, es mucho más de intangibles si quieres”.
Con la advertencia de ser lo más fome que hay, Susana confiesa que una de sus grandes pasiones es el ski, el cual practica intensamente en la temporada. “Mis tiempos son las tres niñitas, no hay para más”, agrega.
“Te puedo decir todo lo que debería hacer”, interrumpe. “Ir al gimnasio... (se larga a reír).
-¿Tienes una lista muy grande de deberías?
“Ahhh, pero millones; lo que me gustaría hacer, lo que está en algún día, es larga. Ando con el equipo de gimnasia hace una semana en el auto y todavía no lo ocupo... algún día”.