La ministra del Sernam, Laura Albornoz, casi ni respira cuando alega y defiende con vehemencia la necesidad de un cambio drástico en las leyes chilenas, como la sociedad conyugal, que han sido observadas por la ONU, el Cedaw, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y son consideradas "discriminatorias".
Son muchas las prácticas y normas con que se trata en forma desigual a la mujer en Chile, advierte. Van 16 años de Sernam y ella admite que se ha avanzado en el tema de filiación, pero en cuanto a la mujer, en una escala de uno a diez, marcamos un 4 apenas como país.
Un foco de máximo interés para el Gobierno es eliminar la sociedad conyugal, sobre la cual existe un proyecto de ley en trámite, hoy en el Senado, que partió hace 11 años. "Hay un compromiso del Estado chileno de reparar esta situación que existe en nuestras leyes", dice.
"Hoy día es el régimen legal que impera en Chile cuando las personas contraen matrimonio y es claramente discriminatorio hacia la mujer. Esta sociedad establece que incluso los bienes que son propios de la mujer, los del matrimonio y los que son producto de una herencia de un familiar son administrados por el hombre. Y no porque él sea más ducho o más hábil para los negocios, sino que únicamente por el hecho de ser hombre", explica la ministra del Sernam.
Es cierto, admite que se le han puesto limitaciones, como que la mujer lo autorice cuando vende y la declaración de bienes familiares, pero si ella se opone el hombre puede recurrir ante el juez para que él consienta. Ella, en cambio, no tiene esos derechos.
"Queremos un régimen más igualitario, tomar lo mejor de la sociedad conyugal y lo mejor de la separación de bienes y establecer un régimen de comunidad de gananciales", resume.
Éste sería el régimen legal, y tendría como efecto que durante la vigencia del matrimonio cada uno administra por separado sus bienes, los bienes sociales en conjunto, y cuando hay divorcio o muerte de uno de los cónyuges, se produce una comunidad de los bienes adquiridos en el matrimonio.
El propuesto es parecido en su origen a la participación de gananciales (vigente desde los 90 y muy poco usado), que se considera más engorroso porque en caso de muerte del cónyuge la mujer no se hace propietaria del 50% de inmediato, sino que tiene que esperar la partición con los otros herederos.
Si se logra reemplazar la sociedad conyugal como régimen legal imperante, no se descarta que el Parlamento insista en mantener como "supletorios", la separación de bienes e incluso la misma sociedad conyugal si algunos la quieren.
Pero la idea, dice, es dejar atrás un efecto de la sociedad conyugal como régimen que impacta a muchas mujeres separadas y jefas de hogar: no tienen acceso a crédito y además las deudas de su cónyuge las limitan en el sistema financiero para emprender negocios y sostener a sus hijos.