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Un gozador enamorado de Italia

10 de Octubre de 2007 | 12:17 |
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Si bien por sus venas corre sangre alemana pura, tanto por su lado paterno (Warnken) como materno (Lihn), estudió en un colegio galo: la Alianza Francesa. Dice que esta institución, además de aportarle una segunda lengua, lo marcó profundamente. “Tengo un ‘súper yo’ muy fuerte que viene de la Alianza que es feroz de exigente. Ese ‘súper yo’ ha sido tan bueno como malo, porque me hace ser exigente también pero es muy castrador”.

Agrega que lamenta no haber aprendido el idioma de sus ancestros. “Me fascina la cultura y el mundo alemán”. Pero a cambio, se convirtió en políglota gracias a su paso por Italia, ya que en su juventud vivió un año en Roma, lugar que se convirtió en su paradero favorito. “Me encanta, es un país donde viviría feliz, es el que más me gusta de Europa. Está lleno de vitalidad, colores, musicalidad, belleza y levedad al mismo tiempo. Además, se come increíble y es en la única donde he engordado, antes era más flaco aún, parecía anoréxico y en Italia me veía más sano, es un país de buen vivir. En Chile nos falta una pizca de italiano, nos daría el sentido de la levedad que es tan necesario”.

El destino de este profesor y poeta no podía ser muy diferente. Sobrino e hijastro de dos destacados escritores chilenos, Enrique Lihn y Eduardo Anguita (respectivamente), la influencia fue demasiado directa y potente. “Me marcaron profundamente, estuve muy cerca de ellos, compartíamos muchos intereses. Mi tío (Lihn) era muy tímido pero muy generoso, me ayudó mucho, siempre lo admiré. Recuerdo un verano del ‘74 en Isla Negra, nos juntábamos a comer con un amigo y él llegaba con Nicanor (Parra). Enrique es un referente enorme, es un tipo de escritor que ya no existe”.

Fue así que decidió estudiar Pedagogía en castellano en la Universidad Católica. “Siempre fue mi pasión, mi mundo, aunque me arrepiento de no haber estudiado matemática o astronomía, porque me decepcioné de cómo se enseña literatura en las Ues”. Luego emigró a Barcelona a estudiar filología pero también quedó insatisfecho y dice que todo lo que sabe lo ha aprendido en forma personal, por la vida y gracias a sus maestros Anguita y Lihn.

-¿Fue por eso que decidiste dirigir escuelas de Literatura, primero en la U. Finis Terrae y ahora la del Desarrollo?
“Claro, pensando cuál y cómo hubiera sido la carrera que me hubiera gustado estudiar y poniendo el énfasis en formar lectores, no escritores, como en la mayoría de las Ues, porque insisto para saber escribir primero hay que leer y leer”.

-¿Por qué te fuiste de la Finis Terrae?
“Porque los legionarios iban a tomar el control de la universidad. Soy muy respetuoso de todas confesiones pero no dirigiría una carrera dentro de ninguna universidad confesional. Y el 95% de nuestros alumnos, también profesores y secretarias nos siguió. Fue un salto inédito”.

-¿No eres religioso?
“En el fondo sí, pero soy un religioso profundamente laico, un cristiano laico, creo en la división del Estado y de la Iglesia, creo en el Estado laico republicano. Creo en el modelo francés, que hay que separar el tema de la religión con el poder, no pueden estar ligados. Acá se le abren muchas puertas a la Iglesia en todos lo ámbitos, es un despropósito e incluso peligroso para la fe. La fe privada no tiene por qué confundirse con lo que pasa en el ámbito público. Pero sí tengo amigos Opus Dei, de todas las confesiones, por ejemplo”.

Casado con la abogada Daniela Pavlovic, hija del periodista de TVN, comparten el Café Mosqueto y dice que a ella “le carga todo del mundo de la TV, quizás por la experiencia de tener un papá inserto ahí. Es tanto que, ¡hasta me reta cada vez que doy una entrevista!”. Cuenta que en un principio dejaron libros al alcance de los clientes pero que, misteriosamente, fueron desapareciendo, uno por uno. “Este es un país de ladrones, de robos chicos, mientras en Argentina se roban un ministerio entero acá está el robo del ave de rapiña, u hormiga”, explica notoriamente molesto.

Es padre de cuatro hijos biológicos y una putativa, que dice querer mucho. El mayor, fruto de su anterior relación, tiene 22 años y es chef, los otros tienen 5, 2 y siete meses y al igual que su padre, estudian en la Alianza Francesa. Asegura que no les obligaría a leer pero que a veces sí les lee cuentos o inventa algunos con ellos. Por su parte, dice que lee “cada vez menos, pero trato de leer en todas partes; en las micros, en el baño. El tiempo en que estuve soltero leía más”.

Cuenta que se mantiene tan delgado sin abstenerse de comer, al contrario, le encanta la buena mesa, pero le gusta caminar mucho y va al gimnasio dos veces a la semana por causa de una hernia.

-¿Tienes algún vicio privado?
“Es privado porque no puedo hacerlo: fumar habanos. ¡Es lo máximo! Amo fumar pero no puedo porque me da alergia. Lo dejo sólo para momentos especiales: un habano, champaña y una buena conversación con mi mujer o amigos”.



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