En Chile, a diferencia de lo que sucede en grandes países desarrollados e incluso en algunas naciones vecinas, las tasas de empleo femenino son muy bajas y no han podido superar todavía el umbral del 40%.
Los hechos que explican esta situación han sido ampliamente discutidos y analizados desde distintas perspectivas, y han contribuido a instalar la idea de la insuficiente participación de las mujeres en distintos ámbitos de la economía nacional.
Para algunos analistas, este problema está presente incluso en la creación de nuevos negocios y en el ámbito del emprendimiento en general.
Desde mi perspectiva, sin embargo, esta última afirmación no se ajusta a la realidad. Alrededor del 80% de los microempresarios que hay en el país son mujeres.
Ellas han realizado una excelente contribución tanto económica como social al asumir riesgos creando sus propios negocios.
El gran problema es que a muchas de estas mujeres no se las considera empresarias en propiedad debido a la informalidad en que desarrollan sus actividades.
Elementos que juegan en contraLas dificultades que muchas emprendedoras pueden encontrar en el camino no están determinadas por el género.
Emprender en Chile no es una tarea fácil, ni para hombres ni para mujeres.
Uno de los inconvenientes con que se encuentran los innovadores es la capacitación.
El perfeccionamiento en el desarrollo de sus negocios es bastante débil en términos generales para quienes apuestan por iniciar alguna empresa, particularmente en lo que se refiere a un aspecto determinante en el desarrollo de un proyecto empresarial: conocer bien sus mercados.Otros factores que dificultan el desempeño de las mujeres en el ámbito de los negocios son:l Cuidado de los hijos.
Este elemento es clave en el trabajo de aquellas microemprendedoras que inician sus negocios en sus propias casas.l Horario de las reuniones de trabajo.
Este componente se entrelaza con el punto anterior, ya que muchas de las reuniones donde se extienden redes o sellan alianzas se efectúan fuera del horario laboral, tiempo que las muejres en general destinan a la atención de la familia.
Estos y otros elementos se conjugan finalmente para que existan condiciones poco favorables a una participación más activa y decidida de las mujeres en emprendimientos de distinto tipo.El aporte femeninoAunque la experiencia demuestra que muchas emprendedoras han llegado a serlo más por necesidad que por vocación, el aporte que entregan a partir de las distintas actividades que realizan en el campo del emprendimiento es invaluable. Su contribución a la superación de la pobreza en nuestro país, por ejemplo, no es un dato menor.
Según un estudio sobre el perfil de las microempresarias chilenas desarrollado por Adimark y publicado en junio pasado, el 74% de las microempresarias declara ser la principal o más importante fuente de ingreso de su hogar.
La investigación caracteriza a las emprendedoras chilenas con gran capacidad para realizar trabajos que requieren de destreza manual, preocupación por los detalles, gran capacidad para tomar decisiones rápidas, y las define como facilitadoras de acuerdos y ordenadas en sus compromisos financieros.Las grandes debilidades que presentan las empresas chilenas en general tienen que ver con la falta de un diseño propio para sus productos y una mayor calidad en la atención, en el caso de los servicios. En ambos ámbitos, fundamentales para elevar la competitividad, la presencia femenina tiene mucho que entregar.