Estuvo a punto, a punto, de confesar la edad, pero finalmente no la soltó. Aún así, dice que todos la pueden calcular a partir del hecho de que su hijo mayor ya tiene 27 años.
Nada de pretensiosa, Cecilia Rojas no se hace mayor problema cuando se le pide que se siente en el suelo, en plena vereda, para poder sacarle una foto desde otro ángulo. Sólo lamenta que su pelo esté muy desordenado.
Casada hace casi 30 años, siempre trae a colación a sus cuatro hijos, el menor de 17, que claramente la hacen sentirse muy orgullosa. El mayor ya no vive con ella y la segunda está en Los Ángeles haciendo un master en animación de caracteres.
“Está fascinada… la tercera estudia teatro por lo que se pasa todo el día ensayando y el cuarto está en tercero medio y ya es independiente”, cuenta feliz.
-¿O sea, ahora dispones de tiempo?
“Sí, la verdad que estos últimos años me ha sido mucho más fácil trabajar que cuando eran todos chicos. En ese sentido, tengo que confesar que la Jesús se bancó todas mis reuniones de colegios, dentistas y otros. Imagínate la cantidad de brazos quebrados, campeonatos de atletismo”.
-¿Ser independiente te tiene que haber dado harta libertad?
“Sí, claro, la verdad es que no lo podría haber hecho… o sea, podría, uno siempre lo puede hacer, pero me facilitó las cosas el ser mi propia jefa. La Jesús se casó mucho después que yo, hoy tiene niños chicos, entonces como que estamos con los papeles cambiados. Tener una socia te permite un montón de cosas como viajar”.
-¿La reconversión de tu tiempo ha sido más para trabajo o para gustos personales?
“Mmmmmm… sí (se larga a reír), trabajo. No sé por cuanto tiempo, pero es que me encanta lo que hago”.
-¿Eres una trabajólica?
“Fíjate que no. Llego a mi casa y se me olvidan todos los temas, pero lo que me ha tomado harto tiempo es la presidencia de la asociación. Yo he estado en el directorio de la AdD los últimos 7 años, pero ser presidente es otro cuento. Todos los llamados son a mí y es más trabajo, desde escribir discursos -que lo encuentro espantoso porque soy lo menos inspirada que hay- a mucho evento social que es agotador”.
A pesar de que tiene casa en Marbella, reconoce que ya no va tan seguido como cuando sus hijos eran chicos, porque como el último está en etapa de carrete, se debe quedar en Santiago. Para ella no es tan terrible porque cree que es parte del ciclo de la vida.
Y hace poco se trasladó de La Dehesa a Santa María de Manquehue y asegura que ello le cambió la vida, porque los compromisos le quedan más cerca.
-¿Por qué esta veta gremial? ¿La tenías?
“Creo que sí, que es una deformación del colegio (se ríe)”.
-¿Dónde estudiaste?
“Estudié en el Villa María así que siempre fui delegada de curso, menos del menor, organizaba las kermeses… pero bueno, en este cuento las cosas son por vocación”.
-¿Alguna intuición de en qué quieres empezar a ocupar tus tiempos personales?
“No sé, me encantan los niños así que creo que cuando tenga nietos les voy a dedicar harto tiempo. Si no trabajara o menos horas, creo que haría algo intelectual”.
-¿Un placer irrenunciable?
“Me haría masajes todos los días (suelta una carcajada). Es que toma un tiempo, igual como otras cositas ricas.
“Tengo un marido que está súper activo también, entonces creo que estoy en un buen momento para trabajar, dedicarle horas a la oficina”.
-¿Algún proyecto ad portas?
“Sí, varios, pero son medios secretos”.
-OK, no los laborales.
“No, sino son los laborales, son los personales…(y se larga a reír).