Los hijos de mujeres con depresión tienen de dos a cinco veces más riesgo de sufrir un trastorno de salud mental en comparación con la población general. Estos problemas pueden ir desde síntomas ansiosos o depresivos, hasta conductas agresivas y antisociales.
Así lo establece un estudio del Departamento de Psiquiatría del Hospital Clínico Universidad de Chile, en el que se observa que el 49,8% de los hijos de madres deprimidas tienen problemas conductuales y emocionales. Una cifra más alta que la conocida anteriormente en niños de la población general (15%) o a nivel escolar (24% a 32%).
Aunque investigaciones extranjeras ya han dado cuenta de esta relación -con cifras que van del 41% al 77%-, ésta es la primera vez que un estudio local la corrobora en estas latitudes y, de paso, deja de manifiesto la falta de atención hacia las patologías psiquiátricas infantiles.
De hecho, si bien la depresión forma parte de las atenciones incorporadas en el Plan Auge, "ningún programa de tratamiento de la patología depresiva en nuestro país incluye una evaluación de los hijos, quienes pueden constituir un grupo de alto riesgo", precisan los autores del estudio, publicado en la "Revista Médica de Chile".
Círculo vicioso
"Es fundamental incorporar esta evaluación para hacer un diagnóstico oportuno de los trastornos de salud mental infantil, que suelen ser subdiagnosticados, pasan inadvertidos o se asocian a otras patologías", precisa una de las autoras, la psiquiatra Rosemarie Fritsch, jefa de la Unidad de Investigación Clínica de la Clínica Psiquiátrica de la U. de Chile.
Cifras |
25% de las mujeres chilenas tiene o ha sufrido depresión, según la Encuesta Nacional de Salud 2003. En hombres la cifra alcanza el 10,4%.
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El buen manejo de los niños con trastornos emocionales incidiría, además, en el tratamiento de la madre con depresión, logrando acabar con el círculo vicioso que se genera en estos casos. "Las madres se deprimen más severamente porque tienen un hijo con trastorno de salud mental, a la vez que la depresión de la madre agrava la sintomatología del hijo", dicen los autores, entre quienes se encuentran los doctores María Elena Montt, Jaime Solfs, Daniel Pilowsky y María Graciela Rojas.
Precisamente, la severidad de los síntomas depresivos maternos es la principal variable de riesgo para los hijos, más que la cronicidad o recurrencia de la enfermedad en la madre.
El estudio se realizó con 290 mujeres que fueron atendidas por trastornos depresivos en cinco consultorios de la Región Metropolitana, entre los años 2004 y 2006. Todas las pacientes seleccionadas -de una edad promedio de 37,4 años- tienen al menos un hijo, de entre 6 y 16 años.
A través de cuestionarios de salud y entrevistas a las madres y a los hijos, los autores intentaron describir la salud mental de los hijos de mujeres deprimidas. "No se encontró diferencias por sexo en el riesgo de enfermar. Estos resultados no confirmarían la idea de que las hijas tendrían más riesgo de enfermar que los hijos por un efecto de identificación con la madre".
La mayoría de los niños mostró síntomas de tipo ansioso o depresivo (62,2%), mientras que en un tercio predominaban conductas agresivas y antisociales.
Si bien no se conocen del todo los mecanismos mediante los cuales estos niños desarrollan alteraciones en su salud mental, obviamente hay un aspecto genético. "La depresión tiene una carga biológica importante, entonces hay una influencia de ese tipo", dice la doctora Fritsch.
Pero eso no basta. Además de la importancia de la severidad de la depresión materna observada en el estudio, investigadores extranjeros han planteado diferentes hipótesis, desde la teoría de sistemas, que supone que una madre deprimida "tiene más interacciones negativas con sus hijos, menos vocalizaciones, menos acercamiento y más conductas evitativas".
La doctora Fritsch agrega que se produce una "inconsistencia" conductual en la madre: como pasan por episodios anímicos diversos, no logran ser consistentes en las normas o conductas que establecen con sus hijos, perturbándolos.
La teoría del apego también tendría un rol en este contexto. "La calidad del vínculo de la madre, su disponibilidad y sensibilidad hacia el hijo, sería una base fundamental para la calidad de la salud mental de éste".
Se sabe que las madres deprimidas tienden a desarrollar un apego inseguro, que lleva a una relación con el entorno y consigo mismo que predispondría al desarrollo de males psiquiátricos.
Los autores plantean la necesidad de continuar investigando el tema para evaluar el riesgo de los hijos en sus diferentes etapas de desarrollo. "Contrario a lo que se podría pensar, el mayor riesgo se daría en la adolescencia, porque es una etapa en la que hay mayor predisposición a estados depresivos", dice la doctora Fritsch.