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Un hippie cuico

19 de Noviembre de 2007 | 17:04 |
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Matías es el segundo y aparentemente predilecto hijo de Coco Legrand. Tiene un hermano mayor y una menor, fruto del segundo matrimonio del humorista, y vive solo desde hace seis años. “Siempre he trabajado y he sido independiente, ¡me he sacado la mugre! He ido buscado mi camino, me gusta mi espacio, mi independencia, lo podía hacer y mis papás apoyaron. Me encanta la libertad”.

-¿Tus hermanos no se ponen celosos con esta cercanía especial que tienes con tu papá?
“No, ellos tienen una inteligencia superior, que a mi hermano le permitió ser marino e ingeniero civil industrial, tiene la cabeza de mi viejo y no tiene nada que envidiarme, al contrario, yo le envidio que esté tan bien parado, yo soy mucho más inestable. Estoy muy orgulloso de ellos. Me encantaría ser una parte de lo que ellos son como personas.
“Obvio que el que está más cerca de mi papá soy yo y nos disfrutamos mucho. Es como cuando tienes un ídolo; me encanta como es mi viejito, lo admiro, su pensamiento, su lealtad”.

-¿Cómo te defines?
“Soy una persona que quiere mucho a la gente que tiene al lado, a mis amigos y a mi familia sobre todas las cosas y no le deseo mal a nadie. Me carga la injusticia, la maldad, la envidia, obvio que todos tenemos un poco de esa perversidad adentro pero hay que controlarla porque lo más importante es la lealtad”.

-¿Por qué te atrae tanto todo lo extremo?
“Es por ese sentimiento, cuando estoy arriba de la tabla puedo dibujar con el cuerpo, es como un arte y el control sólo lo tengo yo. Me hace sentir vivo, cuando chico me pasaba cayendo y quebrándome todo, ¡hasta me decían el vietnamita! Salí hiperkinético y tuve la suerte de que mi viejo siempre me motivó. Si me preguntan cuál es mi talento yo creo que el deporte. Podría haber sido un muy buen deportista pero lamentablemente acá no se puede vivir del deporte, pero tengo un muy buen nivel”.

De look desgarbado pero no tan casual, Matías asegura que jamás agarraría una peineta ni se pondría un terno, porque lo suyo es ser hippie, aunque un huppie cuico.

-Ese look chascón no es muy casual, ¿no?
“Sí, igual tengo mi vanidad. Me gusta ser medio hippie y este estilo desgreñado está hecho como me gusta. No le doy un culto al cuerpo, me tengo que cuidar porque siempre estoy expuesto como echarme crema con factor y si el pelo se me cae me compro el producto, pero son estupideces. Nunca me van a ver peinadito, yo soy hippon. Siempre me visto igual, mi uniforme es un pantalón de cotelé y una polera blanca. No ocupo moño ni me afeito, soy como un hippie cuico, con todos los beneficios y comodidades” (risas).

Patiperro. Así, cual hippie cuico dice que ha viajado por EE.UU., Perú, Ecuador, Punta del Este, Argentina, España y Brasil, “que es mi tierra, me encanta”, siempre con sus tablas a cuestas. Si bien se confiesa independiente y algo inestable, otro gallo le canta en el terreno amoroso, en el que dice ser muy equilibrado, salvo, si tiene que optar entre sus tablas y su novia.

-Eres de pololeos largos. ¿No te gustaría formar una familia pronto?
“Sí, he pololeado tres veces: primero seis años, luego tres y ahora dos y medio. Ya no le tengo miedo a formar una familia, me da lo mismo. Si tengo una guagua ahora bienvenida sea, si me tengo que casar también, lo único que me frena es fallar, que son las inseguridades propias de vivir en pareja pero soy súper estable en ese sentido. Con mi polola nos amamos por sobre todas las cosas”.

-¿Algún vicio privado?
“Mis tablas son mi único vicio y es privado porque sólo yo lo puedo entender. Son mis amantes, es mi peor infidelidad lejos y no transaría absolutamente nada por eso. Soy yo y ellas, no necesito nada ni nadie más”.

-¿Tu novia no se pone celosa o se siente dejada de lado?
“Ella sabe que soy capaz de dejar todo de lado por mis tablas. Lo lamento, pero no voy a cambiar. Imagínate que toda la plata que he ganado este año la invertí en una cabaña en Pichilemu para ir a surfear. Y ya no me interesa nada más, ahora sólo trabajo para vivir. No le pregunté a nadie, ni a mi polola ni a mi papá, me gasté mi plata en lo que más me gusta. Tuve una novia que le gustaba mucho lo que hacía pero la que tengo ahora, con cueva juega paletas en la playa. ¡Floja la chica esa! (se ríe) Pero me entiende y me acompaña, nos queremos muchos. Y si no me acompaña me voy iguaaaal”.



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