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El factor calor

Para evitar líos por el calor tener siempre a mano abundantes líquidos de reposición... y un sombrero blanco.

11 de Diciembre de 2007 | 10:05 |
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Un antecedente extra: la FIFA está impugnando las competencias de fútbol en alturas superiores a 2.500 metros so pretexto de proteger la salud de los deportistas.

Cuando se esgrime un argumento científico se debe demostrar científicamente. Y en esto peca el organismo del balompié internacional, ya que no puede demostrar sus dichos en la concatenación de causas y efectos que exige el método científico.

Lo que en el fondo persigue la FIFA es equilibrar el cotejo, porque sin duda en altitud rendimos menos, a no ser que estemos aclimatados. En este mismo contexto, la FIFA debería poner también límites a la temperatura y humedad a la que se desarrollan los cotejos, factor que sí ha provocado enfermedades con riesgo de muerte inminente en deportistas.

Los seres humanos deben mantener su temperatura corporal a 37 grados Celsius, independiente de la temperatura del medio ambiente. Para esto el organismo dispone de mecanismos para regular su temperatura, importantísimos en situaciones donde a la temperatura ambiente alta se agrega el calor producido durante el ejercicio físico. Los músculos activos, trabajando aproximadamente al 20% de su eficiencia mecánica, generan enormes cantidades de calor, que deben disiparse del cuerpo para su equilibrio térmico.
Para evitar líos por el calor
Tener siempre a mano abundantes líquidos de reposición y un sombrero blanco.

Esto es muy difícil en ambientes húmedos y calurosos, donde acecha la enfermedad por calor.

El proceso de termorregulación para disipar un exceso de calor y mantener más o menos constante la temperatura del medio interno cuesta energía, y por tanto puede minar el rendimiento en el ejercicio. Y no sólo eso. Ejercitar en un medio cálido expone a la enfermedad, sobre todo en individuos no aclimatados.

En la enfermedad por calor los mecanismos termorregulatorios fallan, siendo sobrepasados por el calor exterior y la producción interna de calor, así que la temperatura del cuerpo va en alza... un proceso facilitado por la deshidratación, generalmente presente por no reponer las pérdidas de agua por sudor y respiración. La enfermedad por calor tiene un espectro de manifestaciones; es decir, de signos y síntomas que van desde los calambres y la deshidratación, al colapso por calor y al choque de calor.

La deshidratación acompaña y agrava la enfermedad por calor. Los síntomas tempranos de deshidratación incluyen letargo, ansiedad e irritabilidad, que evolucionan hasta la descoordinación y la pérdida de distintos grados de conciencia.

En un colapso por calor el paciente está en una condición grave, con deshidratación y aumento de la temperatura corporal hasta alrededor de 39,5 grados Celsius. Hay falta de fuerzas, sensación de debilidad, dolor de cabeza pulsátil, náuseas, mareos, dificultad respiratoria y marcha descoordinada. El deportista puede estar pálido, sudando helado, con piel de gallina.

Más grave aún, el choque por calor puede ser difícil de distinguir del colapso por calor, porque son variaciones, en el extremo, del mismo tema; aunque en el choque por calor hallamos mayor temperatura, sobre los 40 grados Celsius, y un paciente que desvaría o inconsciente, en un "shock hipovolémico", traducido, un colapso cardiocirculatorio por falta de volumen de sangre que ni siquiera alcanza para mantener encendido el lado consciente del cerebro.

Si un deportista va a competir en medios más cálidos que el propio, la estrategia es una aclimatación al calor: Una recomendación dice darse al menos 10 a 14 días de trabajo en el nuevo medio caluroso.

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