Estudio de ComunidadMujer confirma que las mujeres tienen trabajos de menor calidad, pero se sienten mayormente satisfechas que los hombres.
27 de Diciembre de 2007 | 10:18 |
La realidad es categórica. La situación de la mujer trabajadora es más precaria que la de los hombres y claramente, dificultosa para aquellas que se encuentran en los estratos socioeconómicos más bajos.
Por lo anterior, se debe avanzar en la creación de políticas públicas que den a esos sectores más vulnerables mayores posibilidades de formalización y capacitación, es decir, de un trabajo decente que las ayude a mejorar su calidad de vida.
Asimismo, queda de manifiesto que es necesario emprender acciones destinadas a informar a las trabajadoras de sus derechos a fin de que eleven la calidad de ellos, lo que debe ir acompañado de una adecuada fiscalización laboral.
ComunidadMujer, junto a DataVoz y la Organización Internacional del Trabajo, OIT, dieron a conocer el primer barómetro laboral chileno, levantado a partir de una encuesta hecha en el Gran Santiago entre hombres y mujeres mayores de 18 años que trabajan.
Muchos de los datos no sorprenden, en el sentido de que confirman hechos por todos percibidos o a lo menos intuidos, aunque varios otros dan luz sobre una realidad que permanece oculta.
Es el caso de la existencia o no de contratos de trabajo, que en el caso de los dependientes señala que un 80% de los hombres lo tiene contra un 64% de las mujeres. La existencia del contrato decrece a medida que aumenta la edad de la mujer y disminuye el nivel socioeconómico. Y, algo que es concordante con lo anterior, es que las tasas de contratación son menores en aquellas empresas de 20 o menos trabajadores.
La precariedad también se observa en cuanto a la existencia de cotizaciones previsionales y de salud. Entre los hombres que trabajan, el 72% tiene cotizaciones previsionales, contra un 55% de las mujeres, y en el caso de la salud, un 74% de ellos cotiza contra un 56% de las mujeres.
Lo largo de las jornadas de trabajo también quedó en evidencia en este barómetro nacional, según señaló Carla Lehmann de DataVoz. Entre los trabajadores dependientes, los hombres trabajan un promedio de 47 horas semanales contra las 39 de las mujeres; y entre los independientes, los hombres trabajan 48 horas semanales contra 35 de las mujeres.
Esto puede explicar porque entre las mujeres hay una demanda por aumentar las horas de trabajo, pues un 53% de ellas expresa que trabajaría más horas aunque se mantenga el mismo sueldo, cuestión que también harían los hombres en un 55%.
Una de las claves dadas por este estudio de ComunidadMujer está en los índices de temor que expresan los chilenos a perder el empleo. Un 58% de los hombres dice no temer perder su trabajo, cuestión que las mujeres sostienen en un 62%. Pero por grupo erario, un 71% de los hombres mayores de 60 años siente temor de perderlo, contra un 25% de las mujeres de la misma edad.
Las sorprendentes percepciones
El barómetro elaborado no sólo midió el nivel de satisfacción de los trabajadores con su empleo, ya sea por las condiciones de ascensos en el puesto de trabajo o de aumento de salario, así como de posibilidades de capacitación.
También investigó cuál es la situación que enfrentan hombres y mujeres referidos a las tareas propias del hogar como son el cuidado de los niños y las labores hogareñas.
Aquí llama la atención de que los hombres perciben que ellos realizan un mayor número de tareas que las que las mujeres dicen realmente ejecutan, cuestión que remarcó María Elena Valenzuela de la OIT.
Claramente, las mujeres mantienen toda la carga en cuanto al lavado y planchado, cocinar, hacer el aseo, cuidar a los enfermos, hacer las compras, mientras que los hombres tienen mayor participación en las reparaciones menores.
Es singular también que un 78% de los hombres reconozca que no hace ninguna tarea relacionada con el cuidado de los niños como es llevarlos al colegio o al médico, hacer las tareas, ir a las reuniones de apoderados o jugar con ellos. Sólo en los estratos altos hay una ayuda doméstica permanente que facilita la labor.
Y más llamativo es que un 15% de los hombres dice trabajar en labores domésticas más de lo que le gustaría, contra un 55% de las mujeres.
De lo anterior se concluye que las mujeres enfrentan un alto nivel de estrés y cansancio que puede derivar en complicaciones de salud y una demanda al sistema sanitario.