El tema de la comunicación ha sido últimamente un tema muy abordado, pero ¿que significa realmente tener una verdadera escucha del otro y una comunicación efectiva? Pareciera que cada día resulta más difícil realmente poner atención al otro, pues ello implica una escucha reposada; detenerse y comprender qué quiere la persona que tenemos al frente.
“Una buena parte de los problemas entre las personas, tienen que ver con malos entendidos en la comunicación.
Es común ver que durante una discusión, tanto en las parejas como en la relación de los padres con los hijos, en vez de darse una conversación, hay dos personas teniendo un monólogo. Cada uno quiere probar que tiene la verdad. Espera ver que dijo el otro para rápidamente responder, no con el objeto de entenderse, sino para probar que lo que yo digo es lo correcto y que tengo la razón. Hacer una pausa, darse el tiempo para ver que está pasando es fundamental en la interacción que da en la comunicación”.
Este es uno de los planteamientos del Dr. David Zimerman, psicoanalista y grupoterapeuta, quien participó en un seminario organizado por la Asociación Chilena de Psicoterapia Analítica de Grupo.
“La relación amorosa puede verse teñida por agresión, cuando al discutir las personas se defienden por el miedo a ser atacados por el otro. Por eso es muy importante chequear cómo llega el mensaje que estoy enviando, cómo entiende el otro mi comunicación y cómo yo entiendo lo que me quieren decir y cómo me llega”, dice.
Este punto que toca el Dr. Zimerman resulta muy importante en el diálogo con los adolescentes. Por ejemplo cuando los padres quieren saber quienes son los amigos con los que salen sus hijos y les preguntan, los jóvenes pueden sentir esa pregunta como parte de un intento de control y esto provocarles mucha rabia. Al abrir la comunicación si los padres explicitan que más bien tiene que ver con un interés por conocer más de ellos y no un acto de desconfianza o control, en la mayoría de los casos los adolescentes se calman. Esto requiere darse un tiempo para conversar y aclarar cómo se trasmiten y reciben los mensajes.
Pensaba en una paciente adolescente de quince años que llamaré Andrea. Andrea llevaba tres meses de relación e inició su vida sexual. Al poco tiempo de este evento, el joven con quien “andaba” se involucró con otra niña y decidió terminar la relación. Andrea llegó a mi consulta muy triste y abrumada, sintiéndose muy engañada. “Yo pensé que él me quería y estaba más puesto conmigo, por eso tuve relaciones con él”, me dijo.
Al ir analizando los mensajes y la interacción entre ambas fueron descubriendo como él le había estado mostrando tanto desde lo verbal como por su comportamiento, que su compromiso era muy leve y que no quería una relación seria. Sin embargo, Andrea tenía tantos deseos de ser querida que no pudo escuchar claramente lo que el otro le decía, decodificó desde ella sin poder ver al otro. En muchas ocasiones escuchamos lo que queremos que nos digan y no lo que el otro dice. A veces suponemos que estamos de acuerdo sin prestar verdadera atención al planteamiento del otro.
Tus comentarios sobre la columna de Viviana Sosman en el
Blog PuntoMujer