Tan importante como el entrenamiento es que los deportistas entiendan que sus hábitos de vida y el descanso, o los períodos de recuperación tras la actividad física, son fundamentales en su proceso, porque en este tiempo el organismo usa a fondo los mecanismos biológicos que nos purifican de los desechos metabólicos generados durante el ejercicio, además de echar a andar los procesos celulares de reparación de tejidos y de generación de moléculas biológicas, como por ejemplo proteínas del tipo enzimas, que son inducidas por el entrenamiento y que luego nos permitirán ser más eficientes. Es lo que se ha dado en llamar entrenamiento invisible, y su fundamento es el descanso activo.
Porque los cambios generados por el entrenamiento, y que nos permiten hablar de un acondicionamiento físico, tienen lugar durante el reposo. Por ende, sin duda es importante considerar el descanso como parte integral del entrenamiento, y por eso nos referimos a un "descanso activo", para subrayar conscientemente la intención que conlleva, es decir, poner nuestra atención, nuestra energía, en una óptima recuperación.
Pero no cualquier descanso sirve. En esto es importante la cantidad de descanso y su calidad.
Prueba es que cuando los deportistas no se procuran pausas de recuperación adecuadas vemos que sufren lesiones de abuso o comienzan con una curva de rendimientos decrecientes: hablamos de sobreentrenamiento.
Estas pausas deben ser parte de su programa de entrenamiento. Pero como vimos, no sólo importa la cantidad de tiempo de recuperación, sino su calidad. Entra, entonces, a tallar el tema de cómo recuperarse mejor.
Para esto hay que considerar al entrenamiento un estrés, un estímulo, que de ser desmedido predispone a la enfermedad; y ese estrés está relacionado con el concurso y comienzo de ciertas dolencias. Nuestro organismo está recibiendo constantemente estímulos del medio externo; entre otros, de las condiciones físicas que nos rodean y nos afectan.
En este estado de alerta ambiental se perciben los cambios, y además se genera una respuesta, una reacción interna, que persigue mantenernos a salvo y en equilibrio interno. Es decir, que nuestro medio interno no cambie hasta el desequilibrio, que no se vea afectado por los cambios externos.
Este proceso llamado homeostasis forma parte de lo que se conoce como Síndrome de Adaptación General. Grosso modo, el cambio externo genera un esfuerzo en el organismo vivo para evitar una alteración en él, un esfuerzo que por supuesto cuesta energía, y le permite sobrevivir.
Todo esto es válido para un deportista, y el estímulo o estrés que él recibe lo llamamos entrenamiento. Este proceso de síntesis de estímulo y reacción es lo que entendemos en esta descripción como estrés, y tiene límites, más allá de los cuales no podemos adaptarnos, y donde acechan la enfermedad y la muerte, cuando no podemos engendrar una respuesta adaptativa suficiente.
En los deportistas este proceso puede ser sutil, y el estímulo excesivo va minando lentamente la capacidad de adaptación de su organismo. Adaptarse significa compensar internamente el cambio; pero en muchos casos, el costo energético es tan alto, o el tiempo dado para generar una respuesta adaptativa tan escaso, que tarde o temprano se rompe el equilibrio en términos de enfermedad.
En el campo de la medicina del deporte este sobreestrés está relacionado a enfermedad y lesiones. El sobreentrenamiento y las condiciones competitivas, de ser un estrés pasan a ser veladamente un sobreestrés, haciendo más proclive al deportista a contraer enfermedades y lesionarse.
La raíz del problema está en el sobreestímulo y nuestra vulnerabilidad a él. Y quizás la mejor protección sea mantenerse fuera del alcance, o estar muy conscientes al sentirnos expuestos o sobreexpuestos.
La dosis de estímulo, es decir, de entrenamiento, es individual, y la justa medida del descanso también. Pero ambos son la base de la prevención de lesiones de abuso y de enfermedad de sobreentrenamiento.
Descansar activamente significa mejorar la calidad del sueño, aprender a relajarse, elongar, y recibir masajes antes y después del ejercicio, aprender a hidratarse y cuidar el cuerpo como un templo del espíritu, en definitiva.
Descansar activamente significa mejorar la calidad del sueño, aprender a relajarse, elongar y recibir masajes antes y después del ejercicio.