Nuestro modelo de sociedad nos exige tener resultados, los que determinarán cuán "exitosos" seremos. Los modelos tienen fortalezas y debilidades, y una de las debilidades de este modelo es que se fija sólo en resultados tangibles, como el dinero, la posición social o bienes materiales.
Pero, ¿qué hay de esos logros intangibles referidos a las relaciones, los sentimientos, las emociones?
"Me ha ido mal en los negocios, pero bien en el amor", decía un amigo. "No fue un buen negocio, pero me encantó hacer el trabajo, aprendí mucho", explicaba otro. "Me gustó lo que sucedió en nuestro equipo. La verdad es que no ganamos la propuesta, pero nos afiatamos mucho". "Aun no la logro convencer de trabajar en esto, pero ahora comprendo mejor su punto de vista".
A estos resultados les podemos llamar "los intangibles", y mucha veces corresponden a los reales intereses y motivaciones de las personas. Son valores, principios y necesidades humanas básicas, como el sentido de pertenencia, una convivencia armónica, libertad, dignidad. Un modelo de sociedad que valora también estos resultados intangibles funciona mejor para todos.
Los procesos de negociación y de toma de decisiones son más exitosos si ambas partes comprenden lo que quiere la otra, el porqué lo quiere (que es un intangible), y cooperan para que suceda.
El prodigio de la cooperación requiere indagar sobre lo que realmente mueve a las personas. La clave: escuchar y entender los intereses que quiere satisfacer el otro, con apertura a su razonamiento.
Que nuestro modelo de desarrollo tenga éxito pasa por atender los intereses tangibles e intangibles, así como por reconocer que la llave de la felicidad de cada uno es la colaboración para satisfacer los intereses de todos.
