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Emociones peligrosas

Para algunos es una manera de demostrar cariño. Otros los consideran un fantasma que hace ruido en la relación. En ambos casos, la inseguridad es la que causa ese sentimiento.

25 de Enero de 2008 | 10:35 |
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Mónica San Martín mató a su conviviente el último día del año 2007. Aparentemente, él la engañaba con otra mujer. Luego de una acalorada pelea, con gritos y golpes entre la pareja, Mónica apuñaló al hombre que amaba en plena calle. El motivo del asesinato se le adjudicó a los celos.

Explicado de manera fría, los celos son la sospecha o inquietud de que la persona amada nos quite su cariño y se lo dé a otra persona. Aunque la reacción de Mónica fue un extremo.

“Corresponde a personas que tienen un patrón violento en la vida y tienden a ver a la pareja como una posesión. Ya no es amor, sino que es una dependencia, una especie de vampirismo emocional cuando se llega al extremo de pensar en que ‘si tú no estás conmigo no estarás con nadie”, dice la psicóloga de la Universidad de Chile, Ximena Santa Cruz.

Cuando se presentan estas características en la manera de llevar la vida en pareja, se puede hablar de celotipia: celos patológicos que derivan en la obsesión de una persona por corroborar que su pareja le fue o le está siendo infiel, aunque carezca de todo indicio para creerlo.

Revisar los bolsillos, las llamadas y mensajes del celular o el clásico espionaje al cuello de la camisa, esperando encontrar la marca de un labio rojo, son ya cotidianos para algunos. El origen de tanta angustia se le atribuye al grado de inseguridad que cada uno tiene de sí mismo y a la historia de vida personal.

“Si una mujer tuvo como padre a un hombre que era infiel permanentemente, es probable que crea que todos los hombres son infieles y que su pareja le va a poner el gorro en cualquier minuto”, asegura la psicóloga.

Una amenaza desde los tiempos de las cavernas

“Yo soy celosa”, confiesa Natalia, antes de recordar una incómoda noche junto a su pololo. Estaban en un pub cuando él le comentó que, antes de empezar con ella, había tenido algo con la mesera del local. Sí, la misma que en esos momentos se paseaba delante de la mesa, mirando cada vez que podía hacia la pareja. Al menos eso recuerda Natalia, que en esa ocasión ahogó su enojo en un par de rones y terminó llorando en su silla.

“Veo a algunas mujeres como una amenaza para mi relación”, dice. Ella es consciente de que sus molestias se deben a su baja autoestima, la que se ve afectada cuando considera que en los tres años que lleva de relación, sólo una vez ha visto a su pololo incómodo por otro hombre.

En Alemania, un estudio realizado en la Universidad de Bielefeld asegura que las causas que motivan los celos son diferentes entre los sexos, debido a los papeles que hombre y mujer ocupan desde la prehistoria. Según los resultados, ellas se preocupan más de que su pareja no se vincule sentimentalmente con otra, ya que en la antigüedad eso podría provocar el abandono de la familia, dejándola sin alimento y protección. En cambio, a ellos les interesa que la mujer no le sea infiel sexualmente con otro hombre, porque no quiere gastar energías cuidando hijos que no son propios.

¿Buenos o malos?

Francisca también lleva tres años pololeando, pero dice que confía en su relación. No siempre fue así. Cuando llevaba sólo unas semanas con su pareja, ella solía ir de madrugada a la casa de su pololo, para comprobar si era verdad que esa noche él no saldría, como le había dicho. “La confianza fue creciendo junto con la relación. Ahora yo estoy más segura de mí. No me gusta que sean celosos conmigo, pero creo que dentro de los límites no es tan malo, porque sientes que te cuidan”, comenta.

David Buss, psicólogo norteamericano y académico de la Universidad de Texas, asegura en su libro “Pasiones Peligrosas”, que los celos controlados son beneficiosos para una relación de pareja, porque amplían la pasión y el compromiso. Para Buss, la inexistencia de éstos estaría asociada a la falta de romanticismo.

Pero Ximena Santa Cruz, contraria a esta tesis americana, afirma que “el juego de la seducción tiene que existir de manera independiente de si hay o no una persona de por medio. No es necesario coquetearle a otro para que la pareja se acuerde que una existe y que necesita que la cuiden. Los celos sirven sólo cuando una relación es superficial”.

Mónica San Martín quedó detenida por asesinar a su conviviente. Su excesivo ataque de celos fue gatillado por aspectos de su vida, que no afectan a la mayoría de las personas. Los menos extremos pueden seguir la táctica de Natalia, que cuenta hasta diez para relajarse cuando siente que los celos se van a apoderar de ella. O la de Francisca, que aprendió a confiar.

Entre las claves que da Santa Cruz, están el no utilizar nuevas relaciones para sanar traumas pasados, ni llenar vacíos personales con una pareja, porque eso causa una dependencia que con el tiempo pesará en el día a día. Pero sobre todo, se debe enfrentar el compromiso que tenemos con la madurez que amerita una relación en la que existe amor.

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