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“Cualquier excluido es urgente”

14 de Marzo de 2008 | 09:13 |
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La Fundación Trabajo para un Hermano tiene su hito en la crisis económica de los 80. En 1982, un grupo de católicos ligados a las Comunidades de Vida Cristiana, CVX, dieron vida a una campaña destinada a conseguir dinero para generar plazas de trabajo para los cesantes que en ese entonces alcanzaban un 30%.

“Y en las poblaciones era casi del 60%; si en el barrio alto habían 10 cesantes por cuadra, acá, en La Pincoya, eran 10 los que tenían trabajo y el resto, cesantes”, recuerda Josefina Errázuriz.

-En el Chile de hoy, con el crecimiento económico que tenemos, ¿la labor de la fundación ya no se ve tan urgente? Urgente, no importante.
“Creo que urgente es siempre que haya personas que no tienen trabajo, que no tienen cabida en la sociedad porque quedan excluidos y cualquier excluido es urgente”.

-¿Ya sea que tengamos un índice de cesantía de un 6% como ahora?
“Un 6% de cesantía significa que hay algo así como 500 mil personas que están sin trabajo, que están destruyéndose”.

-O sea, ¿el trabajo que hacen hoy tiene igual valor?
“Claro, lo que pasa es que la cesantía del ’82 fue espantosa. Ahí se tomó especial conciencia de la importancia del trabajo y lo que hicimos como campaña TPH fue una gotita de agua en el desierto. Pero fue un signo, y eso era lo que queríamos: dar un signo de la preocupación de la Iglesia por el dolor y la marginación de los sin trabajo”.

Josefina Errázuriz señala que en los primeros 4 años dieron trabajo a 3 mil 500 personas, lo que fue mucho para una pequeña campaña de la Iglesia de Santiago. Piensa que lo que realmente promueve trabajo son las políticas de gobierno que generan condiciones económicas para que la gente emprenda.

Recuerda que el cardenal Raúl Silva Henríquez los hizo replantearse la idea de terminar la campaña. “¿Por qué? nos preguntó, ¿se acabaron los cesantes en Chile? No, entonces sigan recibiendo plata para dar trabajo, y sigan dando trabajo, nos dijo. Y fue monseñor Juan Francisco Fresno quien decidió convertir TPH en un signo permanente de la Iglesia de Santiago y, para eso, la transformó en fundación”.

-Han pasado 26 años. ¿Han tenido que reformular los objetivos?
“La misión no, los objetivos centrales nunca, pero el cómo hacerlo ha ido variando según lo que está viviendo la sociedad. Nuestra misión tiene tres dimensiones, es tripartita: crear conciencia de la importancia y dignidad del trabajo humano; ser puente de solidaridad entre los que tienen y no tienen trabajo; y buscar las maneras más adecuadas para dar trabajo”.

-¿Y cómo lo han implementado?
“Eso ha ido variando según la situación que nos toca afrontar en los lugares donde trabajamos. Por ejemplo, pasada la cesantía, en 1986, dejamos de construir obras para el bienestar comunitario de las poblaciones más pobres para comenzar a dar capacitación y crédito a los pequeños emprendedores. Entre el año 1987 al 1997 establecimos un sistema de micro créditos, fuimos los primeros en Chile en hacerlo. En 1997, cuando ya había muchas instituciones que daban créditos a los emprendedores populares, hasta los bancos lo comenzaron a hacer, nosotros cambiamos de giro y nos concentramos en la capacitación en gestión y en oficios. El 2001 volvimos a lanzar una campaña porque había cesantía. El 2006 editamos un libro pedagógico llamado “El Trabajo y su espiritualidad” destinado a crear conciencia al respecto y que empleamos en nuestros cursos de capacitación porque la gente necesita saber de la espiritualidad del trabajo, necesita sentirse amada por Dios e integrada a la sociedad. El año pasado fue una gran alegría para nosotros el que nos invitaran a exponer nuestra experiencia ante el Consejo de Trabajo y Equidad, donde pudimos entregar el aporte de nuestra larga experiencia en esta materia”.

Explica que la Fundación mantiene 4 centros de desarrollo local que están ubicados en las comunas de San Joaquín, Huechuraba, Cerro Navia y Santiago Centro. En ellos se capacita a las personas de manera que puedan emprender solas. Para lograrlo requieren contar con voluntarios y profesionales permanentes que entreguen sus conocimientos. También se necesitan donaciones para poder seguir adelante con los proyectos vigentes e implementar otros, razón por la que buscan permanentemente socios. Además, demandan que las empresas les entreguen el 1% de su remanente de los recursos destinados para la capacitación, que si no donan, va a parar a las arcas fiscales.

“Vanidad aparte, somos muy eficientes. Postulamos a proyectos del Gobierno, como el Fosis, Sence, Cercotec y nuestros proyectos son muy bien evaluados”, cuenta.

-¿Están sólo en Santiago?
“Como fundación de la Iglesia de Santiago apoyamos el inicio de dos fundaciones en Concepción y Copiapó. No son filiales nuestras, pero los respectivos obispos querían replicar en sus diócesis el quehacer de nuestra fundación, razón por la cual nosotros los apoyamos para que empezaran”.

Josefina explica que hay muchas ONG que hacen lo mismo que ellos, pero la diferencia de la labor que ellos realizan es que, al ser una fundación de la Iglesia, entregan el sentido cristiano del trabajo que mueve su accionar y que buscan traspasar a todos los que llegan a ellos. Buscan entregar una espiritualidad del trabajo, que consideran sumamente enriquecedora. “Hemos acuñado una expresión: ‘el buen trabajo’.Para nosotros el buen trabajo no sólo es el que da para vivir, sino que es una labor diaria llena de sentido, que enriquece el espíritu y fortalece el carácter, y que ayuda a vivir con más alegría”, afirma.

-¿Ahí está el valor de la labor que ustedes hacen?
“TPH es de este porte (junta los dedos de su mano), si cerramos no pasa nada, pero la pequeña semilla que sembramos en las personas es un aliciente humanizador para la sociedad. Quienes nos colaboran también viven eso; es el importante grano de arena que la Iglesia aporta respecto del sentido del trabajo”.
“Con qué cariño habrá hecho Jesús una silla para su vecina, porque El trabajó muchos años como carpintero. No creo que hiciera un mueble mal hecho. Nos dejó una herencia importante sobre el sentido del trabajo, del trabajo bien hecho y con cariño para los demás”.

-O sea, aún con un 100% de ocupación la labor de ustedes no se termina.
“A lo mejor no” (sonríe).

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