Siempre nos hemos preguntado de a dónde viene esa fuerza tan poderosa en la mujer que la puede llevar a parecerse al hombre. Bueno, los científicos –de tanto cabecearse- dieron con la respuesta y es muy simple.
El estrógeno, una de las hormonas que secreta la mujer, incentiva los sentimientos de poder y competencia en ellas de un modo muy similar a como lo hace la testosterona en los hombres. El estudio que logró el descubrimiento apuntaba a demostrar que la necesidad de ganar es tan femenina como masculina.
Según los expertos, los niveles de estrógeno se disparan en las mujeres motivadas por el poder cuando ganan y caen en picada cuando pierden, mientras que sucede lo contrario en las féminas que aparentemente no están interesadas en la dominación, revelaron los autores.
"La biología de la dominancia en las mujeres ha sido muy poco investigada (...) Tiene muchos paralelos con los hombres y la testosterona", dijo Steven Stanton, de la University of Michigan, quien dirigió el estudio.
Los investigadores británicos detectaron que los operadores financieros hacían más dinero cuando sus niveles de testosterona estaban altos.
Stanton, que trabajó con Oliver Schultheiss de la Universidad Friedrich-Alexander en Erlangen, quería ver si el estrógeno o la testosterona se veían afectados cuando las mujeres competían.
"En este estudio pusimos a las mujeres en una contienda cara a cara donde competían en una computadora en 10 rounds", indicó. Después de cada round se les dijo si habían ganado o perdido y se podía ver la reacción de la otra participante al éxito o al fracaso.
Para certificar el descubrimiento se tomaron muestras de saliva para medir sus niveles hormonales.
"Antes de que comenzara la contienda, tomamos la medida de motivación por poder o dominio que usamos", señaló el autor.
Las voluntarias miraron una foto neutral y se les pidió que escribieran una breve historia acerca de ella. "Observamos los temas relacionados con el poder. Cuanta mayor cantidad de temas ligados al poder escribían, más motivadas por el poder se las consideraba", explicó Stanton.
El estrógeno se relacionó también con el tipo de personalidad y las mujeres, la mayoría de entre 20 y 30 años, estaban divididas.
"Cuanto mayor era el nivel de estrógeno, mayor esta medición de motivación por poder", según el investigador.
"Para resumir, hallamos que el estradiol (estrógeno), pero no la testosterona, y una necesidad no consciente de dominancia están positivamente relacionados en las mujeres. Este vínculo positivo es más fuerte en las mujeres solteras y en las que no toman anticonceptivos orales", dedujó el equipo en la revista Hormones and Behavior.
Las mujeres que parecían tener menos necesidad de dominar se veían afectadas de diferente forma, señaló Stanton.
"En aquellas que no estaban motivadas por el poder, si ganaban, su estrógeno bajaba. Si perdían, su estrógeno aumentaba un poco", añadieron.
Para el investigador, el estrógeno es muy potente en términos de conducta y realmente es una hormona muy cercana a la testosterona. En los mamíferos femeninos, el estrógeno se ha ligado al dominio, pero ha habido pocos estudios que analicen el rol conductual del estrógeno en las mujeres.
