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“(Buscamos) que sientan que son actores de su vida”

16 de Mayo de 2008 | 13:51 |
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La Fundación nació en 1993 al alero del Saint George. Fue en este colegio católico donde un grupo de jóvenes comenzó a trabajar en la calle y campamentos, buscando tender una mano a los más pobres.

En 1998, en memoria de un ex alumno muy querido que falleció trágicamente en un accidente automovilístico, el trabajo que se hacía se oficializó bajó el nombre de Fundación José Manuel Trivelli, pero luego el nombre fue cambiado para graficar mejor la labor que se hace.

-¿Qué los impulsó?
“El Saint George se caracteriza por hacer mucho trabajo solidario y uno de los proyectos se llamaba ‘trabajo en la calle’ que consistía en ir una vez a la semana, en la noche, a darle de comer a la gente que vive en la calle y compartir con ellos. Esto lo hacía un grupo de alumnos de 3ero y 4to medio, pero les surgió la inquietud de hacer algo más a largo plazo, más allá de los trabajos de verano e invierno que se hacen. Entonces se pusieron a investigar, se encontraron con los microcampamentos y dijeron aquí está lo nuestro, aquí hay gente que necesita un compromiso mayor”.

Soledad de Gregorio explica que en la actualidad sólo interactúan en cinco comunas de Santiago: en campamentos de La Florida, Peñalolén, Independencia, Estación Central y Renca y en una villa de Puente Alto donde se fue a vivir un grupo de familias que estaba en la quebrada Macul.

Son campamentos con un máximo de 25 familias, aunque en la quebrada Macul, donde hace unos años hubo un aluvión, hay 50 familias.

-¿Se encuentran con muchas familias que prefieren seguir en esa situación?
"El primer desafío con el que nos enfrentamos es la desesperanza de las personas, muchos no se quieren ir porque no ven la posibilidad de salida. Sobre todo en terrenos que no tienen un propietario particular que quiera usarlo, por tanto no ven la urgencia de salir."

-¿Puede ser que no quieran salir de esa condición porque les llega mucho apoyo social?
“En el caso de microcampamentos no se da tanto. Están colgados de algunos servicios básicos e incluso hay algunos que tienen hasta cable y reciben algunos subsidios sociales que podrían recibir en una villa, pero ahí tendrían que empezar a pagar cuentas, cosa que nunca han hecho.
“Ellos no tienen la costumbre del ahorro, reciben algo de plata y la gastan, en general, y cuesta mucho sacarlos de ahí porque los proyectos sociales de erradicación les resultan muy largos y si a medio camino, el proyecto se cae, les resulta tentador usar lo ahorrado. Es un círculo vicioso y nosotros casi les confiscamos la libreta (se ríe)”.

Soledad explica que el trabajo de la fundación se hace con unos 50 voluntarios universitarios, aunque con los no permanentes suman casi cien y no todos son ex alumnos del colegio. Sin embargo, hay cuatro funcionarios estables que hacen todo el seguimiento de la labor, capítulo operativo que necesitan financiar.

-¿Lo que buscan ustedes es cambiarles el estilo de vida?
“Empoderarlos, se busca que ellos de verdad puedan ser ciudadanos activos, que sientan que son actores de su vida. Se busca darles herramientas que debieran poder pararlos en cualquier parte y salir adelante”.

-Cambiarles el modo de pensar…
“Sí, hacerlos más activos”.

-Insisto, ¿están pasivos porque muchas veces reciben ayuda que los acomoda?
“En parte sí, quizás en eso nos diferenciamos de Un Techo para Chile; ellos dan una vivienda y muchos se quedan”.

-¿Por qué no se sumaron al trabajo que hacía Un Techo?
“Nosotros partimos antes con esta idea y en lo que se refiere a trabajo en microcampamentos ellos nos han ido copiando el estilo. Lo ideal sería trabajar en conjunto, pero es un poco difícil porque trabajamos distinto, con objetivos distintos.
“Nosotros somos anti asistencialismo, en general, nunca les damos nada y en Un Techo se le entrega la mediagua o cuando la familia no le alcanza para el subsidio, le entregan el aporte para que no se caiga del comité y el proyecto; nosotros no tenemos plata para eso por los que salen de esa situación de verdad han ahorrado y por eso, no vuelven”.

Soledad asegura que han alcanzado un know how muy grande sobre cómo se debe trabajar en campamentos y por eso, hoy buscan hacerse más visibles. Durante el 2008 quieren asumir 5 campamentos más, porque si bien ser chicos es una ventaja, las necesidades hacen urgente que se agranden.

-¿Qué logros los satisface?
“Nosotros no sólo trabajamos con los adultos, sino que también con los niños y desde el 2004 hemos conseguido, a través del juego, hacerlos partícipes del cambio y en cierta forma estamos cambiando a las generaciones más jóvenes”.

-Una intervención temprana, ¿eso sí corta el eslabón?
“Sí, de todas maneras. La idea es que desde niños sean esos sujetos empoderados que puedan actuar.
“Lo otro que nos tiene orgullosos es que nos ganamos un fondo NESsT que otorga el banco ABN AMRO y que nos permitirá convertirnos en una entidad de gestión inmobiliaria social, o sea, vamos a poder llevar adelante nosotros mismos los proyectos de vivienda. Asumimos este desafío porque la oferta para los microcampamentos no es muy adecuada”.

-¿Empezar a construir?
“Claro, y eso es un gran salto”.

-¿No es muy arriesgado?
“Sí, pero nos creemos capaces de poder hacerlo y además, hay dos maneras que es a través de viviendas nuevas y otras usadas, por donde creemos que podemos partir ya que es más fácil buscarle a cada familia una casa ya construida”.


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