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La sexualidad según la edad del joven

Esta columna es parte del contenido de la charla dictada por Viviana Sosman sobre "Sexualidad adolescente" en el Club de Lectores.

02 de Junio de 2008 | 11:51 |
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Para poder entender la sexualidad de los adolescentes, es necesario tener en cuenta las distintas manifestaciones de ésta dependiendo de la etapa en que se encuentre el joven.

La primera etapa de la adolescencia es la etapa puberal entre los 10 u 11 a los 14 años aproximadamente; se denomina así porque coincide cronológicamente con los cambios físicos corporales, caracterizado por la producción de hormonas sexuales.

En las adolescentes la menarquia es un evento muy significativo. Para los varones, las primeras eyaculaciones nocturnas también constituyen un hito. De esto se habla muy poco, en muchos casos es casi un secreto, que puede vivirse con preocupación o perplejidad si no es conversado.

Un elemento para acercarse a los hijos en este período tiene que ver con hablar tanto de las poluciones nocturnas, como de la menarquia, según sea el caso. Las primeras poluciones nocturnas no crean las mismas expectativas que la menarquia en las niñas, pero el proceso produce fuertes cambios tanto físicos como emocionales en ambos sexos. Ambas situaciones deben tener un espacio de conversación, los padres deben transmitir a los jóvenes la importancia de este momento.

Es necesario hablar tanto de los aspectos biológicos, como de las ambivalencias que puede generar este momento en el desarrollo. La pérdida del cuerpo infantil implica la necesidad de dejar atrás las identificaciones infantiles y encontrar nuevas maneras de plantearse en el medio. En esta etapa se viven diversos duelos: la pérdida del cuerpo y el status infantil así como de la imagen de los padres seguros y protectores de la niñez, según lo plantea Arminda Aberasturi psicoanalista argentina.

Los púberes no saben que les pasa, les cuesta ponerle nombre a sus vivencias. Hay mucha angustia y confusión, con poca capacidad para comprender lo que está pasando, el joven está muy ensimismado. Aparecen nuevas sensaciones corporales y vivencias psicológicas. Se sienten llenos de ambivalencia: curiosidad y placer y, a la vez, susto, extrañeza y culpa. Los impulsos sexuales y agresivos invaden su cuerpo y la psiquis.

En esta etapa la sexualidad genital está caracterizada por el autoerotismo; la masturbación es un elemento importante, que en muchos casos, permite la exploración y el conocimiento del nuevo cuerpo. Los jóvenes están centrados en sus cambios corporales, viven en permanente duda con respecto a lo que es normal o anormal.

Las relaciones con el sexo opuesto no son lo importante, se establece más intimidad con un igual del mismo sexo, facilitando el fortalecimiento de identidades y roles antes de entrar a la interacción heterosexual. Pueden enamorarse de la profesora, o de un adulto medio inalcanzable, pero ya no de la mamá o él papá.

La segunda etapa, entre los 14 y 17 años, responde a la adolescencia nuclear, donde lo vital es el grupo, el que se convierte en el centro de los intereses. Las visitas a la polola son en grupo de manera compartida con los pares. Se intercambian las relaciones fácilmente, los pololeos son inestables. Las relaciones sentimentales sirven a muchachos y muchachas como oportunidades para ampliar experiencias e intereses y enriquecer la identidad.
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Aparecen los enamoramientos apasionados, se tiende frecuentemente a la idealización y a la desilusión. A veces ante la primera relación sexual se produce cierto desencanto ¿y eso era todo?, esto tiene que ver con la tremenda idealización del acto. En algunos casos, hay mayor placer en el evento exhibicionista de hablar de del acto sexual al grupo, que de vivirlo con la pareja.

Las aproximaciones hacia la sexualidad con otro, en general son angustiosas e incompletas, sin embargo hay abundante conductas ligadas a presumir: mucha palabrería, pero aún serias dificultades para lo más íntimo.

En muchos casos durante esta etapa, el aparato mental no está aún del todo preparado para el desarrollo psicológico que requiere la intimidad sexual.

La tercera etapa es la adolescencia tardía o juvenil, que va desde los 17, 18 a los 24, 25 años. Aquí se espera que la sexualidad genital esté más integrada; se es más capaz de ver al otro con sus necesidades y se busca intimidad, la pareja comienza a ser un referente importante, el grupo queda en segundo plano. El joven comienza a integrarse poco a poco al mundo adulto. En esta etapa se va desarrollando cada vez más la preocupación genuina por otro distinto y separado de mí y de mis fantasías.

La pareja aún sigue estando un poco idealizada, se exhibe y se exige mucho goce, aún cuesta tolerar la frustración de otro real con aspectos buenos y malos, lo que constituye un trabajo para toda la vida adulta que queda por delante.

Como vemos el desarrollo de la sexualidad depende de la etapa del adolescente, pero en cualquiera de ellas es necesaria la mirada y cercanía de los padres, sin cortar el hilo, manteniendo la distancia necesaria para que el joven se sienta acompañado, pero no invadido. ¿Cómo? Con mucha intuición y conexión con las necesidades del hijo.


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