Con un tercer disco en solitario, parece que cada vez va quedando más atrás el viaje musical de Francisco González con su ex banda, Lucybell, grupo chileno con el que estuvo cerca de 14 años lanzando discos y teniendo tal éxito, que decidieron salir a reconsolidar su música a México y Estados Unidos, país donde Claudio Valenzuela (vocalista y guitarrista) y Eduardo Caces (bajista) aún permanecen, junto a Cote Foncea, baterista que entró en el 2005 a reemplazar a Francisco, luego de que éste hiciera oficial su salida de la banda para comenzar una nueva etapa en solitario.
Tras Óvalo (2002), disco de música electrónica que sacó cuando aún era el baterista de su ex banda, y de “Mi propia luz” (2006) ahora le sigue un nuevo trabajo que aún no tiene nombre, pero que ya cuenta con su primer single que no tardará en ser dado a conocer pronto por las radios: “Acción reacción”, una melodía potente, acompañada de una marcada guitarra y con una letra que anima a los más despechados a dejar ese mal amor atrás.
Tal como cuenta el propio González, esta vez demoró sólo 7 meses en armar este nuevo disco, a diferencia de los dos años que pasó encerrado componiendo cerca de 40 temas, para escoger luego los que serían parte de “Mi propia luz”.
“Para el disco anterior estaba con más relajo y me quise tomar más tiempo, una vez que estaba en solitario después de salir de Lucybell. Pero ahora todo ha salido súper bien y quiero salir a tocar de nuevo. Me gusta mi nueva banda. Me ha hecho bien, energéticamente. Estoy trabajando con músicos jóvenes y eso te pone en un esquema diferente, los pulsos de las canciones están más arriba”.
-Cuando abandonaste Lucybell, dijiste que te habías aburrido de ser obediente a las presiones de las compañías. Hoy, ¿cómo manejas eso?
“Me acostumbré, cuando estaba en mi ex banda, a trabajar bajo mucha presión. Eso es algo que viví por mucho tiempo, y que pensé que después iba a ser diferente y no lo es (se ríe). Ahora tengo más responsabilidades encima, pero lo bueno de trabajar con mucha presión es que sale algo de ti que a veces no conocías.
“Los plazos me los autoimpongo yo mismo. El single lo analicé con mi gente más cercana, ingenieros, músicos, amigos y también me importó la opinión de la compañía. Pero en ningún momento alguien me dijo
‘debes’ (apunta con el dedo). Supongo que cuando dije que estaba aburrido de la obediencia, tenía más que ver con el desgaste natural de estar 14 años trabajando juntos en la banda. Más por ahí iba el rollo”.
-Tú trabajas mucho con los conceptos de paz y equilibrio. ¿Es eso lo que buscabas cuando dejaste el grupo?
“Sí. Pasa porque uno puede ir creciendo con todos o seguir solo, con todo lo que eso implica. Me gusta esa idea de 'yo no fui el mismo baterista del disco ‘Peces’ (1994) al último disco que hice con Lucybell, el ‘Lúmina’ (2004)'. En ése fui mucho mejor que en el primero. Hoy digo lo mismo. Con este esbozo que tengo del nuevo disco, y mirando cómo fue ‘Mi propia luz’, digo:
‘Mm, crecí mucho, musicalmente hablando, letrísticamente hablando y mis músicos también. Mi voz está mejor que hace dos años atrás, todo es mejor y le da sentido al trabajo que he estado haciendo en todo este tiempo”.
Francisco tampoco es el mismo que fue en Vox Populi, la primera banda musical que conformó con quien fue el primer tecladista de Lucybell, Gabriel Vigliensoni, y unos amigos de él. “Llegaron a mi casa y me dijeron:
Sabí’ que tenemos un grupo y nos dijeron que tú tocabas batería. ¿Te interesaría participar? Así que me invitaron a un ensayo, fui y tuve muy buena onda con ellos. Era primera vez que conocía gente que tuviese tantas ganas de hacer música… Nos hicimos muy buenos amigos. Años después hicimos Kitsch, con Gabriel siempre”.
-¿Hacían su propia música? ¿Qué estilo tocaban?
“¡No, mal! Con Vox Populi hacíamos covers de Smiths, de Police, de Inxs… Después metimos a un vocalista nuevo, cambiamos el nombre a Kitsch y dijimos:
Ya, no vamos a hacer más covers, vamos a hacer temas nuestros. Era la época de todo el rollo del rock chileno, año 86, 87. Nos gustaba mucho Los Electrodomésticos…
“Yo no escribía música, en esos tiempos la batería era lo mío. Mis íconos eran el baterista de Police, Ringo de los Beatles, Charly Alberti de Soda Stereo… Ésos eran mis referentes”.
-¿Y cómo partió Lucybell?
“En un momento, con Gabriel vimos que nos gustaban otras cosas que al resto de los muchachos, así que dijimos:
hagamos algo más oscuro, algo más como lo que estamos escuchando, como The Banshees, The Cure. Todas esas bandas oscuras de los ‘80… New wave, Joy Division y todo el rollo inglés de esos días. Kitsch y la ex banda de Claudio (Valenzuela) eran de Maipú y lo vi tocar varias veces. Me gustaba lo que hacía. Sabía que Claudio estudiaba en la misma facultad que Gabriel, así que le dije que hablara con él y le preguntara si le interesaría hacer algo con nosotros. Se tomaron hartos días, no sé por qué… Habló con Claudio y él:
¡Ok, démosle! Nos juntamos con él y su bajista (Marcelo Muñoz) en mi casa, donde yo tenía una sala chiquitita con mi batería y mis instrumentos. Empezamos a ensayar y ese día, el primero, armamos ‘De sudor y ternura’. Eso fue como
‘ya está. No hay nada más que hacer. Esta es la nueva banda. ¿Cómo nos vamos a llamar?'... Y ahí partió la historia de Lucybell”.
La lista de éxitos que acumuló Francisco con la banda, tras su creación, comenzó en la década de los ‘90, con el disco “Peces”, que incluía canciones como “Vete” o “Cuando respiro en tu boca” y que a las 4 semanas de su lanzamiento superó las 15 mil copias vendidas, por lo que obtuvo un Disco de Oro, que meses después se convirtió en Platino.
Cuatro años más tarde se presentarían por primera vez en el Festival de Viña, donde González se repitió el plato dos veces más, en el 2003 y 2005, con el bonus de que en el último show que hizo en la Quinta Vergara, cantó “Ojos del silencio”, una de las tres canciones de su autoría que incluye el último disco de la banda, mientras él estuvo en ella: “Lúmina” (2004), lanzado luego de que el grupo decidiera radicarse en Los Angeles, California.
-Viviste 3 años allá. ¿Cómo fue la experiencia?
“Me encantó. Es una ciudad súper cosmopolita. Me adapté a los pocos días. Había estudiado inglés, así que no fue tema el idioma y empecé a dar las entrevistas de la banda en inglés. Conocí un montón de ciudades porque tocamos en varias partes, me hice amigos… Después ya se hizo parte de la vida; ya tenía mi librería, me pasaba el día entero en mi disquería o iba a Melrose Place, donde converge todo el fashion de todas las tendencias. Son como 15 cuadras donde puedes ver a un punk, a un gótico, un surf…
“Yo me puse firme con la idea del vamos. Habíamos ido a San Diego y después fuimos a Los Angeles. Ahí yo dije:
quiero vivir acá y pensé que sería increíble poder hacerlo con la banda. Empecé a convencerlos a todos:
Si pudimos hacerlo en Chile y trasladamos nuestra oficina de Santiago para acá, yo estoy seguro que lo podremos hacer, así como hicimos un buen trabajo en México. Y si hay algo en lo que soy bueno es en convencer a la gente… Fue un reto, de ver que éramos capaces en todo un mundo nuevo. Por lo menos lo fue hasta que yo decidí irme”.
-¿Fue muy agotador el trabajo allá? ¿Tenían que justificar el viaje?
“No, nunca fue una justificación. Por ejemplo, nunca habíamos ido a Chicago y la primera vez tocamos en el mismo lugar donde había tocado Smashing Pumpkins. Fue adrenalínico. Los periodistas no te conocían, así que la mirada que tenían era más de ‘descubrámonos’. Por esos días compuse los tres temas para el ‘Lúmina’ y fue allá donde canté la primera vez, creo que en Washington, y presenté el tema en inglés y todo bien. Fue un orgullo presentarles mi música a los gringos”.
-En una oportunidad dijiste que uno de los mejores cumpleaños que has tenido en tu vida, fue uno que celebraste allá. ¿Por qué?
“Nos juntamos todo el equipo que andábamos allá: técnicos, músicos, manager… Fue un carrete bien carreteado. Si tengo un buen recuerdo de ese cumpleaños es porque éramos un súper buen equipo humano y, seguramente, estábamos muy unidos en esos días. Cuando nos uníamos hacíamos grandes cosas. Esa era una de las virtudes que tuvo para mí Lucybell, porque no eran los egos, era la amistad, el amor que teníamos entre nosotros. Y creo que todos los que estuvieron alrededor nuestro eran conscientes de eso y por eso la banda se hizo tan especial para un montón de gente, porque eso funcionaba o funcionó, para mí, hasta cierto punto”.
-¿Cómo fue cuando les dijiste que te ibas?
“No hubo mala onda. Fue una conversación súper sincera, abierta, de caballeros y bien resuelta. Yo tenía mis puntos bien claros y la decisión estaba súper tomada. Fue bien diplomático todo. Estuve 15 años ahí… Fue una decisión difícil, una de las decisiones más duras que he tenido. Y no me parecía que correspondiera estar en el marco de una pelea”.
-¿Nunca te has arrepentido de esa decisión?
“No, al contrario, cada día confirmo más que éste era el camino que quería tomar. Me gusta cuando estoy trabajando con los ingenieros y tomo decisiones de tal y tal cosa. Me gusta tomar decisiones de la carátula, de qué voy a comunicar con eso, lo mismo con el video clip. Ya no es ‘pongámonos de acuerdo’. Ahora es más rápido, pienso bien lo que quiero hacer y voy y lo hago”.
-Desde esa vez que dijiste que te ibas, ¿se han vuelto a ver?
“No (silencio)”.
-Entonces, sí quedó algo de mala onda…
“No, es que son otros caminos… Ellos están preocupados de sus temas y yo de los míos. Ellos se van de gira, yo estoy aquí en el estudio”.
-¿Existe la posibilidad de un reencuentro, de volver a tocar juntos? ¿Te gustaría?
“(Piensa y sonríe) No sé, por ahora no y este año tampoco”.
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“Me siento más pagano que en otras épocas”