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Buenas vibraciones

La terapia de ultrasonido calma el dolor, disminuye los espasmos musculares, desinflama y contribuye a la reparación de tejidos, entre otras bondades.

07 de Octubre de 2008 | 09:15 |
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La temperatura, la electricidad y el ultrasonido, entre otras formas de energía física, interactúan con los tejidos humanos, pudiendo inducir cambios beneficiosos en los procesos de dolor e inflamación, convirtiéndose en una herramienta muy útil en el tratamiento de lesiones músculo-esqueléticas y en los procesos de rehabilitación asociados.

El calor profundo que aporta el ultrasonido al hacer "vibrar" las estructuras biológicas es usado desde hace un buen tiempo. Cambios en la conducción nerviosa, un aumento de la elasticidad del colágeno, un aumento del umbral del dolor (cuesta más que duela), un aumento de la actividad enzimática, y alteraciones en las fibras musculares, se cuentan entre las respuestas biológicas al ultrasonido.

La temperatura de las estructuras biológicas aumenta hasta 40 o 45 grados Celsius tras un tratamiento con ultrasonido, con una profundidad de penetración de más de cinco centímetros.

Aunque la acción del ultrasonido depende de su dosis, y esta última depende de la intensidad y la duración de su aplicación, la absorción de la energía ultrasónica es mayor en los tejidos con alto contenido de colágeno, es decir, el músculo, el nervio, el hueso y, por supuesto, tendones, ligamentos, cápsulas y "forros fibrosos", que básicamente están constituidos de tejido colágeno.

La ventaja mayor del ultrasonido en relación a otros tratamientos térmicos radica en el calentamiento selectivo de los tejidos, y que se produce con un mínimo de calor superficial.

El mecanismo último por el cual el ultrasonido alivia el dolor es incierto. Se han esbozado teorías respecto a desestimulación de fibras sensitivas.

Más beneficios

Pero los efectos no térmicos del ultrasonido son igualmente importantes. A
medida que el ultrasonido alcanza los tejidos, produce expansión y compresión de las moléculas biológicas. Esta vibración tisular aumenta la actividad celular, cambiando además los gradientes químicos y la movilización de iones a través de las membranas celulares. Esto aumenta la síntesis de proteínas, que es responsable de la regeneración de las estructuras orgánicas.

El ultrasonido se indica en numerosos casos clínicos asociados a la medicina del deporte. Su uso terapéutico se traduce en un alivio del dolor, disminución de los espasmos musculares, estimulación de la regeneración tisular, aumento del rango de movilidad y disminución de la inflamación. Esto nos hace ver la multitud de aplicaciones potenciales que tiene el ultrasonido en una amplia variedad de lesiones y enfermedades.

El momento de la aplicación del ultrasonido tras una lesión es importante, cuando se lo usa para promover la reparación de los tejidos. Por ejemplo, la reparación de un tendón se enlentece si se usa inmediatamente después de la cirugía, por lo que es aconsejable esperar al menos dos semanas, usando ondas ultrasónicas de baja intensidad.

La terapia ultrasónica no es una panacea. Es una de las herramientas de que disponemos. Su elección y su dosis en el tiempo dependen de su equipo médico.
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