No hay que esperar a que los niños lleguen a 1° básico para preocuparse de que aprendan a leer y escribir, afirma la doctora en psicología y académica de la Facultad de Educación de la Universidad Católica, Malva Villalón.
Lo que hagan los papás durante los seis primeros años de vida de sus hijos es vital para que desarrollen las competencias básicas para fomentar sus habilidades de expresión escrita y oral. "Un niño debería llegar al colegio sabiendo leer y escribir su nombre y algunas palabras simples, además de manejar un vocabulario razonable", dice la experta, quien acaba de lanzar un libro al respecto.
Aunque eso implica un trabajo permanente, estos meses en que padres e hijos pasan más tiempo juntos son una buena ocasión para potenciar las capacidades de lectoescritura: "Hay niños que en el verano pierden lo que avanzaron en el jardín o el colegio. Evitarlo es tarea del hogar".
¿Cómo hacerlo? A continuación, Villalón entrega algunos consejos que se basan en aprovechar las oportunidades cotidianas de aprendizaje.
El clavito de Pablito
Un aspecto básico es la capacidad del niño de entender que las palabras están formadas por sonidos y que con sólo unos pocos se pueden decir muchas cosas. Esto se puede estimular desde los primeros meses de vida recurriendo a rimas o juegos de palabras, que hacen que el niño vea, precisamente, que los sonidos se repiten en combinaciones diferentes.
Leer letreros
El siguiente paso es que el niño descubra que cada sonido se representa con una letra.
La forma más fácil de trabajar es mostrándole al niño cómo se leen las palabras que ve escritas, ya sea en libros, diarios, la TV o en el computador. "Hasta se pueden leer los letreros de la calle o los nombres de las estaciones del Metro. La idea es que, de a poco, vayan relacionando los sonidos con su representación gráfica".
Saber cosas
Subir el estándar |
Junto a Paula Bedregal y Verónica Figueroa, Malva Villalón publicó el libro "Alfabetización inicial" (Ediciones UC), en el que condensa las principales conclusiones a las que ha llegado la investigación mundial sobre el desarrollo de la lectoescritura en los primeros años de vida.
La idea es entregarles a padres y educadores herramientas para mejorar su trabajo y subir la vara con la que evalúan el servicio de los jardines infantiles. "Un papá informado exigirá, por ejemplo, que haya juegos adecuados, libros atractivos y momentos de diálogo personalizado con los niños", dice la psicóloga.
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Para leer no basta sólo con entender las letras, también se necesita manejar el significado de las palabras. Para eso son de ayuda las tecnologías, la televisión y, sobre todo, contar con padres que relaten historias o lean cuentos. Pero la clave está en no sólo leerlos, sino en ir haciendo comentarios sobre los textos o preguntas al niño, de manera de generar un diálogo con él.
"Esto puede hacerse incluso desde las etapas en que los chicos sólo balbucean. Si ven que el adulto responde a sus sonidos con palabras, paulatinamente las van a empezar a entender y a decir", explica la psicóloga.
Escribir por instinto
Un aspecto fundamental que es bastante desconocido por los padres es la escritura emergente, o la capacidad del niño de escribir desde antes de aprender a hacerlo. Ya a los dos años un chico es capaz de distinguir entre dibujos y letras y puede empezar a escribir, aunque con signos que sólo él entiende. "Un niño que hace esto, después casi no tiene dificultades para enfrentar el 1° básico", señala Villalón.
Una estrategia sencilla es proponerles escribir una carta a algún familiar. Los padres pueden ayudar a que conozca las letras enseñándole cómo se escribe su nombre.
Sí a la curiosidad
Leer frente a los hijos, tenerles libros con ilustraciones atractivas en la casa y responder sus preguntas son formas de mantener vivo el interés por el lenguaje oral y escrito. "Esto es lo más importante, porque nadie va a ser capaz de enseñarle a leer y escribir a un niño desmotivado", sostiene la especialista.