El factor ambiental puede hacer la diferencia en el rendimiento físico, al punto de hacernos enfermar. Además de la temperatura del aire, su humedad, su presión o la presencia de contaminantes en él, la radiación solar es un parámetro que afecta la salud, especialmente la de los deportistas.
En general, los deportistas están más expuestos a los efectos de la radiación solar que la población sedentaria, porque muchas veces entrenan o practican al aire libre. Y en esto deben tener particular cuidado.
La exposición inconsciente al sol aumenta los riesgos de enfermedades degenerativas de la piel, y contribuye a su envejecimiento prematuro, sobre todo en las poblaciones de piel clara que jamás se relacionan de manera estable con la luz solar. A esto se agrega ahora en el hemisferio austral la reducción de la protectora capa de ozono, elemento que actúa como filtro atmosférico para las radiaciones que nos llegan del "astro rey".
De todas ellas las más agresivas son los rayos ultravioleta, los cuales se clasifican por su longitud en UvA (de longitud de onda mayor) o UvB (de longitud menor). Estos últimos, absorbidos en los estratos de la epidermis, son sin duda los más dañinos. Los UvA, considerados inocuos durante largo tiempo, son responsables del aumento de la velocidad de envejecimiento de la piel. También existen los rayos UvC, de longitud todavía más corta y, por lo tanto, extremadamente peligrosos; los que por norma todavía no deberían alcanzar la superficie de la Tierra al ser retenidos por el ozono.
En la piel también recibimos radiación infrarroja, que aunque más inocua, también envejece la piel. Estas radiaciones son absorbidas por los vapores de agua atmosféricos que actúan como filtro, inexistentes en la seca alta montaña, donde la radiación infrarroja abunda.
El fenómeno radiante se refuerza en ambientes altos de montaña debido a numerosos factores. La altitud es el principal, y de ella deriva una serie de consecuencias. Por una parte, cada mil metros de altitud la intensidad de la radiación solar aumenta un 10 por ciento. Lo anterior se explica por el adelgazamiento de la atmósfera: por su menor espesor filtra menos, aumentando así el efecto radiante. Además, el espectro radiante ultravioleta se desvía definitivamente a UvB.
Todos estos datos redundan en la necesidad de prevenir y evitar los daños de la radiación solar, de modo que la práctica deportiva bajo radiación implica medidas de protección, en base a aclimatación, es decir, hábito solar gradual o hidratación, como también medidas de aislamiento (sombrero, ropa o filtros físicos o químicos). Porque debemos estar concientes de que el medio ambiente puede hacer la pequeña gran diferencia, sobre todo en competencia.