Madrid.- Los períodos de crisis económica hace que las personas se vuelvan “más conservadoras” en sus comportamientos sexuales, según el profesor de sociología de la South Bank University de Londres, Jeffrey Weeks.
Autor de varios libros sobre el influjo social en la sexualidad, Weeks aseguró hoy que ante la inestabilidad financiera las personas buscan “una certidumbre” y las posturas “más fundamentalistas” en materia sexual cobran fuerza.
Por el contrario, las épocas de bonanza económica conllevan una relajación en las costumbres que permiten un mayor aperturismo y permisividad hacia comportamientos sexuales distintos de los tradicionales y formas alternativas de convivencia familiar, agregó.
El sexólogo chileno Mauricio Salas, de la Sociedad Chilena de Sexología, cree que efectivamente una crisis financiera puede devenir en conductas sexuales más conservadoras, pero aclara que ello debe ser segmentado tanto en estratos económicos como etarios.
A su juicio, claramente, en los sectores pudientes y de mayores recursos, donde la virilidad y masculinidad están asociadas al rol social que se tiene, una crisis financiera e incluso la pérdida del empleo puede generar un retraimiento. Se podría, señala, que cuando las necesidades básicas de techo, comida y abrigo no están satisfechas, las otras se ven postergadas.
“El chileno post moderno, el ejecutivo que está sometido a un sistema competitivo, de búsqueda del éxito y de los resultado, donde es mejor tener que ser, obviamente ven afectada su funcionalidad sexual”, aseguró. Agregó que ante la fragilidad, pueden replegarse y no caer en conductas que generar mayor inseguridad como sería ser infiel.
Sin embargo, Salas aclara que en los grupos sociales más bajo y en los grupos más jóvenes o adolescentes, la crisis puede derivar en la búsqueda de mayor excitación o evasión y de ahí, mayor erotismo.
Posible retroceso
El sociólogo manifestó su confianza en que la escasez de recursos no provoque “retrocesos” en la apertura de las mentalidades registrada en los últimos treinta años.
Weeks cree que la aceptación de las diversas tendencias sexuales está “profundamente imbricada en la vida cotidiana” actual, por lo que confía en que la crisis no derive en una involución social en ese apartado.
En su opinión, la gente entiende ahora nuevos modelos de familia distintos al matrimonio heterosexual defendido por la Iglesia como la única unión sexual legítima entre seres humanos.
Para el sociólogo “el moralismo es el mayor enemigo” de una sexualidad sana, en la que lo importante no es el tipo de actos que se practiquen, sino la asunción de la responsabilidad que estos conllevan y el respeto mutuo y de los demás.
El sexo, aseguró, se convierte en algo controvertido “cuando lo negamos” o "se rechaza” y por eso “cuánto más se adoctrina más se invita a las personas a rebelarse,” afirmó.
Sostuvo también que la concepción que tenemos de la sexualidad está determinada por el adoctrinamiento religioso y político, que marcan lo correcto o incorrecto en detrimento de la libertad de elección