Si bien no se trata de una patología, su forma de funcionar es bastante peculiar. Mujeres que se someten a dietas prolongadas, pero que bajo situaciones de estrés, comienzan a comer sin control, para así distraerse de las emociones negativas. Por lo general son personas con una cambiante imagen de sí mismas y pueden llegar a padecer trastornos alimentarios como la bulimia y la anorexia.
Según los estudios del médico psiquiatra Jaime Silva, miembro del Departamento de Salud Mental y Psiquiatría de la Universidad de la Frontera, la conducta de dietante crónico se genera en la niñez, pero, por ser crónico, es una tendencia permanente en las mujeres que lo desarrollan.
La razón es que “cuando son niñas no tienen estrategias definidas de regular emociones y se opta por unas muy básicas, por esto tienden a la sobrealimentación. Sin embargo, cuando llegan a la adolescencia, le agregan dietas y comienzan a rotar entre la restricción y la sobrealimentación como una forma de sentir que controlan la situación, esto se mantiene en el tiempo, porque para ellas es muy efectivo”.
“La idea es que luego de superado el problema -cuenta el psiquiatra- se le atribuye a ésta alza en el peso y se tiende a creer que si adelgaza todo va a estar bien, pero si engorda, todo anda mal”.
Para el especialista, esta tendencia emerge principalmente en tiempos de transición emocional, como explica, y “se da mucho en mujeres que pasan del colegio a la universidad, luego a la vida laboral. Incluso comenzar una relación afectiva o la llegada de un hijo es motivo de desestabilidad emocional que se controla a través de este fenómeno”.
Lo más preocupante es que el fenómeno se está dando en el 55% de las mujeres, según estudio realizado por la Universidad de la Frontera en conjunto con la Universidad del Desarrollo, aplicado a mujeres de Temuco, Santiago y Concepción en edad universitaria. Este resultado significa un aumento del 5% en la cantidad de mujeres que desarrollan esta modalidad de defensa. No somos los únicos, las cifras chilenas son muy similares, aunque superiores, a lo que sucede en Estados Unidos y Europa.
¿Quiénes son las dietantes crónicas?
A pesar de que no es necesario tener características muy especiales para desarrollar este mecanismo de control de emociones, se trata de mujeres con un bajo nivel de tolerancia al estrés y a las emociones negativas, pero que no generan otros trastornos, como, por ejemplo, depresiones, ya que el tema principal es que es “una vulnerabilidad afectiva o emocional. Eso hace que en ciertas condiciones estas personas tienden a alterar sus patrones y sus conductas alimentarias producto de situaciones emocionales”.
No manifiestan conflicto en cuanto a la frustración, pero sí frente a cualquier situación que signifique una emoción negativa. Tienen una imagen de si mismas bastante ambigua y se influencian con lo que les dicen los demás. “Si una amiga les dice que una polera les queda mal o el jefe le señala que hay algo que está haciendo mal, de inmediato tiende a creer que su imagen es mala”, explica Silva.
Otra característica importante es que son personas que tienen un sistema cerebral más activo, esto quiere decir, que su sistema emocional de inhibición -el que permite que las personas anticipen el peligro, la amenaza o la novedad- está más en alerta.
Es por esto que “tienden a pensar que las cosas que van a ocurrir van a ser peligrosas, o amenazantes. Generalmente, la mujer que es dietante crónica piensa que va a fracasar en lo que va a hacer. Esta sensación de fracaso genera ansiedad que controlan con la sobrealimentación”, señala Jaime Silva.
Otro factor importante, que detectaron los estudios, es que las dietantes crónicas tienden a percibir como negativas las expresiones faciales de las personas, aunque éstas no sean así. “Por lo general sienten que cualquier gesto, por neutro que sea, es un estado de afectividad negativa dirigido hacia ellas”.
Silva insiste en que este fenómeno se desarrolla en la infancia, aunque podría creerse que factores externos como la influencia de la televisión y el culto al cuerpo pueden ser determinantes. La verdad es que éstas son sólo un componente; “lo más importante es la relevancia que tenga para el núcleo familiar la imagen física de las personas”, señala, especialmente, en cuanto a lo que transmite la madre.
La delgada línea de la bulimia
Si bien la condición de dietante crónico no significa tener una depresión u otro trastorno psicológico, sí puede derivar, a la larga, en un trastorno de la alimentación, como una bulimia o la anorexia.
Lo más común es que aparezca la bulimia, ya que cuando se llega a un extremo emocional incontrolable, se puede dar origen al denominado atracón, es decir, que la persona ingiera muchos alimentos en muy poco tiempo, característica principal de las bulímicas.
Por el contrario, si en un clima de tensión y estrés se exacerba la tendencia a la restricción alimentaria, en estados prolongados de malestar, es posible generar una anorexia. Aunque el fenómeno de la restricción es mucho menos frecuente.