“Mi vida es mucho más normal de lo que la gente puede creer. Me levanto a las 7 de la mañana, voy a dejar a las chicas al colegio... Tengo una hija mayor que vive conmigo, que es ‘la Negra’, la Nicole. Ahora salió de 4° medio. La chica, la Julieta, está en la edad más rica, cuando uno quiere que no crezcan más. Está yendo al fonoaudiólogo, pero me carga, porque a mí me gusta que hable mal; ya va a tener tiempo para aprender. Ella, por ejemplo, a los caballos les decía ‘ticay’, por el ticay, ticay, ticay...”.
Chancletero, no esconde caer rendido ante los encantos de Julieta, quien con un sólo “papito me gusta tu ‘baba”, logra que el cantante ni se acuerde de afeitarse.
Asume ser porfiado cuando algo se le mete en la cabeza, y de una manera inversamente proporcional, cuenta que las cosas que no le interesan las deja en el olvido, en ese eterno “mañana lo haré” que llena todo del infinito abismo de la indiferencia: “Soy un vago con las cosas que no me gustan hacer... ¡Vago! Hoy día, por ejemplo, fuimos a cambiar un plan de un teléfono que teníamos de más y había que anularlo. Llevaba más de tres meses pagando un plan de un teléfono que no se ocupaba, hasta que me tuvo que agarrar la Ana Sol, llevarme hasta el auto y ahí fuimos”.
Fue este extremo de desligarse de los trámites burocráticos, pero ponerle todas las ganas y mucho más a la música, lo que llevó a un adolescente quitado de bulla -que de apoco fue mostrando su buena voz en el grupo de la parroquia- a cantar en cuanto festival de música pudo.
Una beca para estudiar análisis de sistemas le permitió trabajar en Adidas, donde tenía de jefe al mismísimo Eduardo Bonvallet, quien afirmaba que 2 más 2 era empate para él, así que Douglas debía arreglarle los números de las cuentas y sobrevivir de la experiencia para contarlo.
Luego llegó la oportunidad que necesitaba. Ganó el 2° lugar en el concurso de talentos “Generación ‘93” del “Venga Conmigo”, abriéndose las puertas a los siempre tan bienvenidos eventos, que le sirvieron como una excelente vitrina para conseguir el grabar su primer trabajo. Aplausos, gritos histéricos, tres presentaciones en la Quinta, otras varias en TV -con su inolvidable “low perfil”- le hicieron casi irse a vivir junto a Ana Sol a México, pero ciertas condiciones lo trajeron de vuelta Santiago.
“Ese es un mercado al que hay que estar dispuesto a sacrificar muchas cosas y a hacer de todo, desde telenovelas hasta que te inventen romances... Relacionemos a éste con algunas de las actrices que están emergentes en México. Allá es muy común, es el pan de cada día. Acá somos mucho más inocentes en ese sentido. Ahí uno piensa: bueno, ¿hasta dónde estoy dispuesto a llegar? Igual tengo a mi hija, ya estaba casado. pero decían que era más conveniente no decirlo”.
-¡Qué triste para Ana Sol!
“¡Claro, qué triste negarla! ¡Y dónde queda el romanticismo! Yo me asusto con esas cosas, porque uno debe ser capaz sólo de hacer lo que puede sostener en el tiempo... ¿Y cómo iba a sostener algo así? Preferí ir de frente y creo que por eso la vida me ha premiado, porque nunca he necesitado de una polémica para estar vigente”.
-¿Sientes que hoy no te hace falta nada?
“Tiempo. Siempre estoy con mi familia, pero quizás me he dado poco tiempo para mí, para los deportes que me gustan... Yo juego a todo: pinchanga, voley, tenis, golf... Soy un nene y si estoy en mi casa, en la noche, me encanta jugar a las cartas o al dominó. Soy tremendamente inquieto, duermo de 6 a 7 horas diarias y ojalá que el día fuera más largo, porque me encanta hacer cosas, ver películas y estar mucho en casa. Por eso me fui a vivir al campo (Calera de Tango), para tener allá un espacio donde recibir a los amigos”.
-Hace dos años que no sacabas un disco. Algo de eso debiste hacer en ese tiempo...
“Sí, hice deporte. Aunque hubo una época en que sólo jugaba en las giras a la pichanga. Ahora no, invito a amigos a la casa a no hacer nada... El día lunes lo elegí como el mejor de la semana, es como mi domingo. El lunes no hago nada, nunca estoy volviendo de un aeropuerto. Los show son jueves, viernes, sábados, domingos... Martes y miércoles hay eventos en las empresas, así que escogí el lunes para no hacer nada. Me levanto, me tomo una ducha, pongo la tele, me voy a ver películas... Soy súper fanático de las series. Además, tengo una colección de más de 600 películas. El Leandro (Martínez) -que se fue a vivir como a 2 km de mí- la mayoría de las películas que ha visto han sido conmigo”.
-¿Has pensado en tener otro hijo?
“Sí, me gustaría. Uno más, no más”.
-¿Hombre?
“No sé, porque hoy, al ser único hombre en la casa, tengo a mis dos nenas, a mi nana, la Ceci, que es como la abuela de la Juli, tengo a mi cuñada (Ana Laura, que llegó a Chile para estudiar periodismo), y a la Ana Sol. Vivo atendido: Cuñadito, ¿quieres esto? Mi amor, ¿quieres esto? Papito, ¿querí esto? Soy el rey de la casa. Si llega un hombre me va a quitar el trono y tendría que hacer el traspaso de mando. ¿Te imaginas lo que un niñito sería entre puras mujeres? Ahora, a mí me encantaría porque sería mi partner para los deportes”.
-¿Eres muy celoso de tus mujeres?
“No. Yo soy bien abierto de mente en ese sentido. Hay una cosa que mi viejo me dio y que vale oro: su confianza absoluta; nunca me vigiló. Y es lo que yo trato de hacer con mis hijas y mis seres queridos, regalar confianza. Eso es lo que quiero para mi hija mayor, que es un petardo, hace mil cosas, cree mucho en sus posibilidades y tiene un concepto de ayuda social muy arraigado y me siento tremendamente orgulloso de eso. La Nicole habla inglés perfecto, así que va a Talagante a dar clases de inglés a la gente con menos recursos. Sé que la Julieta, por como la cría la Ana Sol va a ser igual.
“Mi papá me dijo que las cosas que quisiera hacer dependían de mí, que yo soy el dueño de mi propio destino... Yo les decía en la parroquia: yo voy a estar en Viña alguna vez y voy a tener una gaviota y los otros me decían saaaaale. Pero mi papá me decía que podía, siempre me alimentó la confianza, más que la autoestima. Y eso es lo que trato de darles a mis hijas; que tengan confianza en ellas, que lo que se propongan lo lograrán y que depende de ellas”.
-Parece que siempre vas a consentir como puedas a la Julieta...
“Tenemos que encontrar a alguien que no lo haga, porque la mamá es peor que yo. La Sol le da todo, a la Juli le sobra todo. Pero ella es súper generosa y tremendamente cariñosa, aunque ahora se ha puesto manipuladora. Me dice te amo mucho, papito. Estoy enamorado [sic]. Porque yo siempre le digo que estoy enamorado de ella y ella lo repite y me dice estoy enamorado y me da besos. Después de eso me dice: ¿Me pones ‘Tu Discovery Kids’?
“Lo único que me asusta de la Julieta es que no le tiene miedo a nada, porque una niña tan sobreestimulada y con tanta confianza en sí misma, no le tiene miedo a las cosas. Yo recuerdo haber sido igual cuando chico”.
-Con Julieta ven Jurassic Park, ¿qué película compartes con Nicole?
“Nuestra película con ella es ‘¿Conoces a Joe Black?’. La relación de la hija menor con Anthony Hopkins es la relación que tengo con la Nicole. De repente, así, de pololos con ella, nos vamos al segundo piso a ver la película o si ella la está viendo en la casa de su mamá el fin de semana, me llama”.
Douglas es consciente de que le gusta hablar y lo disfruta. Para qué decir cuando se trata de conversar sobre su familia. No muestra el menor pudor de contar las gracias de Julieta, la vocación social de Nicole o lo buena madre y dedicada esposa que es Ana Sol. De paso, da algunos consejos amorosos, asegurando que entre los conceptos que mantienen a una pareja unida, como la suya, a parte del amor, están la confianza, el respeto y la tolerancia. “Hay que entender que el otro tiene cosas que son así y no se pueden cambiar”.
-¿Qué te toleran en tu casa?
“Soy un perfecto desordenado, porque me encanta el orden, pero no lo practico. Gracias a la Sole, el orden en mi casa es casi militar. Yo tengo mis calcetas blancas en un cajón, las negras en otro cajón, las poleras cortas en un lugar y así... Yo no miro en la mañana lo que me voy a poner y, antes, lo que no me iba gustando lo tiraba al suelo y después volvían a lavar esa ropa, así que ahora tengo una clave: las cosas que vuelvo a tirar adentro del walking closet están limpias, las que están en el suelo es porque están sucias. Hoy en la tarde voy a sacarme las zapatillas, me voy a poner chalas y sé que las zapatillas van a aparecer ordenaditas después”.
-Douglas, ¿cuál es tu vicio privado?
“El golf se transformó en un vicio”.
-¿Lo juegas todos los días?
“Cuando tengo tiempo en la mañana. No tolero mucho el sol, así que en el verano lo hago menos. El golf lo veía como algo cuico, lejano, pero terminó siendo algo adictivo”.
-¿Cómo empezaste a jugar?
“Porque el Tío Memo de Los Bochincheros siempre me invitaba a jugar, pero yo nunca iba. Hasta que un día vino a Santiago por dos semanas y como yo vivo al lado de un club, me pidió que lo acompañara para conocerlo. Lo quiero mucho y siempre que nos vemos es poco, así que fui. Pedí unas invitaciones y un amigo que trabajaba en Adidas me prestó unos palos para ir a jugar. Jugamos las dos semanas y cuando él se fue yo ya era socio del club; me compré los palos y de handicap 36 que uno parte, yo ya estoy en handicap 4, para que te hagas idea del vicio... Ahora, así como el Tío Memo me metió a mí, yo metí al Fernando González que también se volvió vicioso. Termina de entrenar el tenis y se va a jugar golf”.