Su historia personal es un claro ejemplo de que las mujeres se la pueden. Separada, partió sola, con su pequeño hijo de 6 años, a estudiar un magíster en políticas públicas a Nueva Zelandia. Reconoce que fue duro, pero hoy, siete años después, asegura que allá “fui mamá y lo disfruté muchísimo”.
“Mi hijo no ha sido nunca un obstáculo para desarrollarme profesionalmente”, declara Rossana Pérez, (41) directora del
Servicio Civil y presidenta del Consejo de Alta Dirección Pública encargado de buscar a profesionales para las gerencias en la administración del Estado.
Sin embargo, esta asistente social sabe que no todas las chilenas pueden contar la misma historia. Tras ejercer varias jefaturas en la municipalidad de La Florida y cumplir diversas funciones en los ministerios de Economía, Minería y Bienes Nacionales reconoce que en nuestro país hay una subestimación de las capacidades de la mujer.
Desde el 2006, cuando asumió en el Servicio Civil, se ha concentrado en revertir tal situación y hoy puede declarar con orgullo que las profesionales contratadas por el Estado en cargos ejecutivos duplican a las ubicadas en el sector privado.
Se muestra segura del cambio que implicará para Chile la implementación del servicio civil y la alta dirección pública, aunque todos los frutos, dice, se verán recién en 6 años más, cuando se hayan alcanzado 10 años de su puesta en marcha. “Ahí se verá si se pudo permear la cultura, pero diría que Chile se subió, sin vuelta atrás, a una tendencia mundial de profesionalizar la administración pública que significa que en ella estén los mejores, seleccionados por razones de méritos y competencia y no de otros como cuoteo político, amiguismo o clientelismo”, afirma.
Explica que en Chile, gracias a la legislación que se aprobó en el gobierno de Lagos, se ha despejado la nube gris que cubre la estructura de la administración, diferenciándose cuáles son cargos políticos y cuáles no y cuál es la forma de acceder a ellos.
“En términos culturales está bastante instalado el discurso, no sé si tanto las prácticas; creo que iremos poco a poco venciendo la desconfianza”, asegura, precisando que las mayores reticencias no están a nivel de funcionarios –que ven en esto un camino de promoción apolítico-, si no que en la clase política. “Hemos demostrado que esto no es tongo para dejar a los mismos; más del 65% de los que han sido nombrado no ocupaban el cargo, por lo que hay un renovación importante”, acota.
-Chile tiene una cultura machista, lo que debiera replicarse en el aparato estatal. En el gobierno de Bachelet ha habido una política de género acentuada, ¿ustedes la han tenido que implementar en el servicio civil?
“En lo que se refiere a carrera funcionaria está el código de buenas prácticas laborales donde efectivamente hay temas de promoción de la mujer, por sugerencias como a iguales condiciones se debe privilegiar el género subrepresentado, que generalmente son las mujeres, pero podría no serlo. Hay lineamiento que se lanzan con cierta intención.
“En lo que respecta a la Alta Dirección Pública, el sistema en sí mismo se basa en la no discriminación y desde ese punto de vista no puede haber discriminación positiva. El elemento género no se considera y está expresamente normado en la ley.
“Dado eso, resulta más novedoso, vanguardista y notable el hecho que haya una alta presencia de mujeres en los altos cargos gerenciales”.
-Esa cifra alcanza un 32% de gerentas mujeres, lo que es notable frente al 12% que hay en el sector privado y el promedio de Latinoamérica, que es un 18% ¿Qué lo explica?
“La cifra es una de las más altas del mundo...
“Si lo analizamos, debemos decir que es un alto porcentaje considerando que las mujeres postulan en menor cantidad. Claramente había una subrepresentación de la mujer en cargos gerenciales, absolutamente. Efectivamente, los cargos de poder estaban copados, por una inercia cultural, por hombres y al ponerse en marcha un proceso de profesionalización, aparecieron”.
-La cifra es concordante con el hecho de que las mujeres en el mundo laboral alcancen un 38%.
“Sí, pero además, se trata de mujeres con una muy alta calificación. Las que aspiran a cargos gerenciales no son cualquiera; en general, son de un perfil exigente, con una gran formación académica, incluso sostenida en el tiempo. Diría que tampoco se trata de mujeres que sacrifican su vida personal en pos de una carrera profesional que es el otro extremo. Es decir, no se encuentran sólo mujeres solteras, no, no es el perfil, al contrario, tienen hijos y aún son capaces de sobrellevar una carrera de alto nivel”.
-Dices que postulan en menor cantidad que los hombres, de hecho, sólo un 23% de los candidatos son mujeres. ¿Estamos frente a barreras de entrada?
“No es la expresión exacta, diría que las mujeres se atreven poco. Quizás por esta inercia cultural, sumado a la desconfianza que pueda existir sobre la seriedad del sistema. Creo que las mujeres se atreven poco porque también se conforman más.
“La ambición del poder no es bien visto, es más masculino y creo que la ambición es natural, no es una cuestión de género. Menos mal que hay gente que tiene ganas de estar en posiciones de responsabilidad y esta tiene que ser una cualidad que debe ser asumida positivamente por las mujeres; que ellas se vean a sí mismas calificadas”.
-Este voluntario repliegue que expresan las mujeres ¿puede deberse a que tienen en el subconsciente el costo de la maternidad asumido? O sea, no postulan porque, como tienen hijos, no las van a elegir.
“No sé si es tanto la maternidad, puede ser tema en algunas, pero creo que cada vez es menos. Se trata de mujeres que combinan muy bien los mundos y los hombres se han ido adaptando cada vez más a la complementariedad de roles.
“Creo que el tema es entrar a un mundo de parcelas de poder político donde se tiene influencia y quizás, es un ambiente muy marcadamente masculino y se percibe como un costo personal muy alto porque es agresivo. Muchas dicen
no tengo cuero de chancho para soportarlo. Las más audaces son las que van abriendo camino, son las que han sido formadas naturalmente en un ambiente de debate y discusión; ellas son las que muestran que hay una subestimación de las mujeres de sus reales capacidades. Hay muchos elementos propiamente femeninos que son muy, muy, útiles en la actuación gerencial como es la intuición”.
Rossana Pérez se manifiesta convencida de que en la medida que más mujeres ingresen al mundo gerencial se va generar un modelo a replicar por las nuevas generaciones. “Para mi hijo es algo natural que las mujeres trabajen, él nunca se lo a cuestionado y va a tener menos rollos de casarse con una mujer que trabaje”, dice.
-¿Qué hace que ustedes puedan encontrar un 32% de mujeres para cargos directivos y el sector privado sólo un 12%? ¿Ustedes aplican varas más objetivas?
“Tenemos una regulación que nos obliga a no ser discriminatorios, tenemos que velar por eso, nuestra postulación es ciega, sin foto. En el sector privado se pueden mantener esas prácticas, en cambio, nosotros eliminamos hasta la discriminación geográfica al establecer el sistema de postulación por internet.
“Además, el mundo público es más atractivo para las mujeres en cuanto a la estabilidad, al respeto de los derechos laborales; diría que es una buena plaza tanto en los niveles administrativos, profesionales y técnicos”.
-O sea, aquí no se necesita una red de contactos.
“Así es... compiten, realmente, en igual de condiciones”.
-¿Por qué hay tan pocos postulantes que provienen del mundo privado, sólo un 14%? ¿El sueldo?
“Sin duda está el tema de la renta; si tienes altas ambiciones en el sueldo, claramente aquí no te vas a hacer rica; aquí prima la vocación de servicio público aunque en igual cargo, en el sector privado, ganarías el doble. Esto filtra.
“También hay bastante desconocimientos y poco a poco se han ido derribando barreras y prejuicios. Mientras más se legitime el sistema como un proceso meritocrático, mayor interés y confianza habrá en postular. Este fenómeno es bastante común; en el sector público se da más la movilidad horizontal.
“El mundo público se vende mal por decirlo de alguna manera, tenemos que mejorar la marca y mostrar sus ventajas”.
-¿Se percibirá que en el sector privado hay mayor libertad, flexibilidad, que es un tema para las mujeres?
“No lo sé, creo que ambos son igual de exigentes respecto a la disposición de tiempo; la gestión de recursos humanos en el mundo privado es tan demandante como nosotros.
“Sí hay rigideces asociadas a la legislación que no se aplica en el sector privado y eso puede jugar en contra tanto de mujeres como hombres. Hay muchas mujeres con vocación de servicio público que podrían encontrar aquí un espacio muy nutritivo; el Estado es una sector muy enriquecedor para un profesional que quiere beneficiar a los chilenos”.