Desde que entró a la universidad, supo que el periodismo no era lo suyo, y que de a poco iba a encontrar la forma de combinar la profesión con lo que más le gusta, el dibujo.
Como se declara ante todo dibujante, se hizo conocido con su genial cómic publicado en el suplemento Zona de Contacto de “El Mercurio”, Chancho Cero; dice que la utilidad del periodismo es que “hay cosas que no puedo expresar con los dibujos y debo decirlas con el periodismo”.
Desde muy chico, Pedro Peirano tiene claro lo que quiere de la vida. “Siempre mi casa estaba llena de dibujos míos”, cuenta, y es esta vocación de crear la que lo ha hecho alcanzar muchos éxitos. De hecho, con 31 Minutos, la serie infantil que creó junto a su productora Aplaplac, logró rodar la película para niños más cara de la historia del cine chileno, como señala, “teniendo las puras patas para hacer una superproducción”.
-¿Qué te queda del periodista de la Universidad de Chile?
“Lo único que tengo de periodista son unas columnas que estaba escribiendo para La Tercera, pero cancelaron el suplemento, así que se acabó mi nexo con cierto tipo de periodismo. El periodismo que más hice fue en un programa de hace tiempo que se llamaba “Factor Humano”. Me reconcilié con mi carrera periodística ahí, pero siempre pensé dedicarme a la ficción, que es lo que más me atrajo desde chico”.
-Dibujabas desde que eras un niño ¿Por qué decidiste salir de ese rubro para estudiar periodismo?
“Nunca salgo, en mi casa estaba lleno de dibujos míos. Yo no creo que uno salga, sino que agrega cosas a su vida. Algunas cosas las puedo contar dibujando y de hecho tengo un plan para hacer un cómic de aventuras que requiere demasiada pega, pero siempre se va aplazando. Cada vez que tengo la tranquilidad de empezar a hacerlo, sucede algo y tengo que hacer otra cosa, un guión o algo así, por lo tanto, lo he ido posponiendo un poco, pero la idea es dibujarlo este año y el próximo”.
-¿Qué queda del Peirano de Plan Z?
“Plan Z era una manera de ver el mundo, todos los que hacíamos Plan Z somos amigos todavía y nos juntamos periódicamente y mucho del humor que tenía Plan Z está traspasado a todas las cosas que yo he hecho. Además que es una de las primeras cosas que hice cuando chico, tenía 23 años. Es un buen recuerdo, ahora lo veo y me da mucha risa porque a uno se le olvidan las cosas que hace, entonces me río como si fuera público normal y creo que influyó mucho en el resto de mi pega. Siempre he estado haciendo casi el mismo trabajo”.
-Periodista, guionista, director, dibujante ¿Cuál eres?
“Dibujante”.
-¿Cuál es tu obra emblemática, la que más te ha marcado?
“Es difícil, creo que todas son demasiado distintas, creo que la serie 31 Minutos y después la película, que fue una manera de hacer una superproducción teniendo las puras patas para hacer una superproducción. Dirigir esa película fue algo fantástico. También lo es escribir guiones para películas que luego va a dirigir un muy buen amigo, con quien tengo mucha confianza. Ahora estoy escribiendo otro guión para Pablo Larraín, es distinta la relación, te vas tentando y te dan ganas de dirigir.
“Cuando termine esto voy a empezar a escribir el guión de una película que voy a dirigir. Porque ya hice la película de 31 Minutos pero creo que falta una película que sea un poco más mía. Es una película bastante rara y difícil, así que va a ser bonito escribirla, es de una madre que no puede hablar con su hijo, que no puede ni siquiera tocarlo. Creo que es un tema súper interesante y muy entretenido para mí para escribirlo”.
-¿Qué hace hoy Aplaplac?
“Después de la película de 31 Minutos terminamos agotadísimos con Aplaplac, pero seguimos trabajando, de hecho en marzo sale un programa que hicimos con Tulio, que se llama “Las vacaciones de Tulio, Patana y el pequeño Tim”, la historia es bien entretenida. Se trata de que Tulio lleva de vacaciones a Patana y a un amigo de ella, que es bien enfermizo. Los lleva a una cabaña y por supuesto que no hace nada por entretenerlos, así que son las vacaciones más aburridas del mundo para estos pobres niños, entonces él, para que no lo acusen, empieza a contarles cuentos y estos cuentos son las historias de la serie.
“Ahora lo estamos terminando, estamos haciendo el sonido. Se trata de lo que podríamos llamar un spin up de 31 minutos, porque tomamos algunos personajes de la serie e hicimos otra serie un poco más infantil, educativa y más gentil que la otra, pero como está Tulio y Bodoque igual hay cierto grado de humor”.
-¿Vuelve 31 Minutos?
“31 Minutos por el momento no vuelve y creo que es tiempo de hacer otras cosas, pero lo que tenemos para el primer semestre, por lo menos de Aplaplac, es esta pequeña serie que es un poco 31 Minutos”.
-¿Qué tiene 31 minutos de la infancia de Pedro Peirano?
“Yo creo que la idea básica de 31 Minutos es que todo es un juguete. Cuando yo era chico era así, me aburría con los juguetes normales y jugaba con las cajas o con las hojas de los árboles y juraba que eran pájaros. Siempre he pensado eso, que los niños usan todo como si fuera un juguete, no hacen distinción cuando son muy niños. Por otro lado, creo que lo principal que tiene 31 Minutos, incluso la película, es que siempre sentí que los personajes infantiles tenían una gran necesidad de ser un ejemplo a seguir por los niños. Pero ¿qué pasaba si es que los personajes eran desastrosos y no eran un ejemplo para nada? Sin embargo fueron queribles y que su única virtud sea que son amigos, creo que esa es una especie de aporte que le quisimos dar a propósito, inspirar a los niños a perdonar a sus padres antes que vean que estos adultos son falibles, que tienen muchos defectos. Son personajes que tienen más dimensión que una sola”.
-¿Qué tiene Pedro Peirano de Tulio Triviño?
“Yo no me considero tan Tulio en verdad. Sé que cuando me pongo el traje de Tulio inmediatamente me pongo más idiota de lo que soy. Creo que es un fantoche ignorante pero muy sensible y eso lo comparto un poco. Más que sentirme como Tulio yo quiero a Tulio, nadie lo quiere mucho, salvo Juanín, pero yo llegué a querer a un personaje que es tan desastroso, egoísta, solitario y al final tengo una relación con él. Es muy fácil hacerlo, es ponerse el títere y al tiro sale una cosa más tonta que la que estaba presupuestada”.
-¿Por qué, si 31 Minutos es un programa infantil, tiene eso de que los finales no siempre son felices?
“Lo que pasa es que lo principal es que no es necesario tener un final feliz, pero tu obligación es que si provoca alguna angustia, aliviarla. El mensaje es que nada es terrible, todo lo podemos conversar, eso es algo que pasaba ahí. No habían finales felices en términos disneyanos pero sí en términos de humanidad. O sea, no siempre las cosas terminan bien y la vida es un empate, y cuando no es un empate es increíble. Yo creo que si uno mira así la vida se da cuenta que no tiene que ser tan exigente consigo mismo y tiene que aprender a quererse mucho más y también a su entorno y a sus amigos y yo creo que esas cosas son valiosas de decir, son más valiosas de decir en un programa infantil. Nosotros nunca apostamos completamente al final feliz, porque también nos sentíamos un poco incómodos siguiendo el juego de la felicidad redonda, acá no había que terminar redondamente para tener un final feliz en nuestros términos”.
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