Lo primero que recomiendan todos los expertos es abstenerse de tomar sol entre las 10 de la mañana y las cuatro de la tarde.
Lo segundo, usar siempre bloqueador, ojalá mínimo FPS 30, y reaplicarlo cada dos horas, y siempre después de bañarse en el mar o la piscina o hacer ejercicio. También recomiendan utilizar anteojos, gorros y pañuelos, mientras que en el caso de los niños, los menores de seis meses no debieran exponerse nunca al sol.
Es importante saber, además, que existen dos tipos de bloqueadores: los físicos y los químicos. Los físicos actúan por reflexión, o sea, repelen los rayos del sol, y los químicos por absorción, que reciben los rayos del sol y evitan que lleguen al cuerpo.
Lo mejor es elegir bloqueadores que combinen las dos propiedades. De todas formas, todas las texturas sirven: sprays, cremas, lociones o geles tienen la misma eficacia.
El problema es que la mayoría de las personas no siguen las recomendaciones. Por lo mismo, el cáncer a la piel es el más frecuente, y la sobreexposición a rayos UV es uno de los factores de riesgo más alto para contraerlo. El daño en la piel es acumulativo, y las quemaduras solares pueden tener consecuencias graves a futuro.
Además, como exponerse al sol aumenta el fotoenvejecimiento, las nuevas alternativas de bloqueadores también cuentan con cuidados específicos para evitar las arrugas.
Factor de Protección Solar
El FPS indica el tiempo que se puede permanecer bajo el sol, usando el bloqueador, sin sufrir quemaduras en la piel. Por ejemplo, si una persona sin protección puede estar diez minutos bajo el sol sin que su piel se dañe, un factor 40 la protegerá 40 veces más, o sea, 400 minutos.
De todas formas, como factores externos (el agua, el calor) alteran el funcionamiento de los bloqueadores, la reaplicación cada dos horas es necesaria, independiente de lo alto que sea el FPS.
