Florencia Callejas (casada, tres hijos) y Cecilia D'Amico (casada, seis hijos), dueñas de Fontevita, son otro ejemplo de emprendimiento. Químico farmacéutico la primera e ingeniero bioquímico la segunda, en 2005 partieron con la idea de formar su propia empresa, estudiando distintas posibilidades con temas relacionados con sus respectivas carreras. Se decidieron por los aceites vegetales, y a comienzos de 2007 salieron al mercado con su primera botella. "Siempre habíamos trabajado, pero la idea era hacer algo propio. Era una tarea pendiente. Hicimos mucha investigación y nos lanzamos", cuentan.
Han desarrollado seis líneas: aceite de almendras, de avellana chilena, linaza, pepas de zapallo, nuez y sésamo, todos ciento por ciento naturales. Y pronto van a ampliar su línea, para lo que están pensando utilizar las semillas y pulpas que sobran de la elaboración de jugos y mermeladas. Pero al elaborar los aceites apareció una segunda veta de productos de Fontevita: harina de las respectivas semillas, rica en proteínas y fibras.
A pesar del entusiasmo que muestran, no han dejado de tener dificultades. "El problema que tenemos es que las personas no están en conocimiento de cómo ocupar estas harinas de linaza, avellana o almendras, por lo que estamos empezando también a incorporar una línea de alimentos preparados, como galletones, con mucha proteína, fibra y bajos en materias grasas”, advierte.
“También nos ha costado entrar a los supermercados, por ser nuestros aceites de un precio un poco más elevado que el de oliva. Pero en eso estamos. Intentando también sacar nuestros productos fuera de Chile y ad portas de una exportación a Estados Unidos”. Florencia está a cargo de la producción y Cecilia de la comercialización.
"Todos lo hacemos entre las dos. Somos menos que pyme. Por eso ésta es la etapa más difícil. Por eso también estamos postulando a distintos fondos y recibimos el apoyo de Prochile. La tarea de emprender es muy linda, a pesar de los costos y de la enorme cantidad de trabajo. Pero nuestras familias nos apoyan".
Con el marido de inspiración
Verónica Amaya, emprendedora y dueña de salsas picantes Decamacho, también siente que su negocio ha sido un cambio rotundo en su vida, a pesar de la enorme cantidad de trabajo que significa para ella, a punto de tener a su primer hijo. "Ser independiente te realiza como mujer, pero además tener tu propia empresa te vuelve mucho más segura como persona, más proactiva. Y además de trabajar en el proceso productivo, he podido desarrollar toda un área que me gusta, que tiene que ver con las relaciones públicas y comerciales. Ha sido fantástico", señala.
La historia de emprendimiento de Verónica comienza a fines de 2004 a raíz del fanatismo de su marido por los ajíes. Se la pasaban haciendo pastas de ají en la cocina de su casa, hasta que fue tanto lo que los amigos les pedían, que un día decidieron probar su mano con una venta de verdad.
"Saqué todos los permisos correspondientes, y con la ayuda de mi marido hicimos 500 frascos para una feria alimentaria de Ñuñoa. Lo vendimos todo en dos días". ¿La decisión? Emprender.
"Empecé a visitar distintas ferias. Cuando fuimos al Fancy Food Show de San Diego de inmediato nos hicieron pedidos, y teníamos que explicar que sólo estábamos haciendo contactos para el futuro, que aún no estábamos exportando". Eso, a pesar de que en la feria se encontró con otros 120 expositores de productos de ají. "Pero está tan difundido, y la gente lo consume tanto, que hay mercado para todos. Además, la clave está en la diferenciación".
Para Elizabeth Stapel, tanto trabajo ha significado también enormes beneficios para ella, a pesar de que no puede ver tanto como quiere a sus diez nietos. "Mi marido me pregunta: Si no estuviéramos en esto, ¿qué estaríamos haciendo? Quizá yendo a la esquina a comprar el diario, le digo. He gozado lo indecible con este proyecto". Catalina Barranco la apoya: "A pesar del enorme esfuerzo, todo lo que he vivido ha sido bueno. He aprendido mucho".
Yanett Omegna concluye: "He tenido una vida profesional muy exitosa. Incluso fui elegida mejor ingeniero de Chile. Pongo mi corazón en lo que hago, y en este caso, al convertirme en emprendedora ha sido lo mismo. Tenemos la oportunidad de salir hacia fuera con nuestros productos. Y se puede".