No es llegar y casarse. La que puede ser la decisión de la vida necesita más que sólo amor, ya que, al ser una unión que -se supone- será para toda la vida, lo esencial es saber para dónde vamos y cómo proyectamos nuestras vidas en conjunto.
Un estudio realizado en Inglaterra por el Marriage Care Institute, dirigido por Terry Prendergast, llegó a la conclusión que las parejas se casan y tienen hijos sin hablar de temas esenciales para la convivencia futura. Esto sucede, explica la investigación, porque en los primeros tiempos del romance sólo hay espacio para la pasión, la cual también actúa como un bálsamo para cualquier otro problema que surja.
Dicho sondeo entrevistó a cerca de 500 consejeros matrimoniales y se les preguntó por los temas que las parejas menos hablan y que pueden terminar con la relación. Curiosamente, los que estuvieron en los primeros lugares fueron cuándo tener hijos, cómo manejar el dinero y cómo dividirse las tareas domésticas.
Es lo que le sucedió a Javiera. A sus 30 años se separó del marido con el que estuvo casada por ocho, ya que jamás lograron acuerdo sobre cuándo llegarían los hijos. “Por supuesto que siempre quise tenerlos, pero para mi marido este no era ni siquiera un tema del cual se pudiese hablar. Estaba descartado de plano, pero antes de casarnos, yo no lo sabía”.
Lo que pasa, como señala la psicóloga Pamela Cohen es que “las parejas se casan creyendo que el amor es lo más importante y lo puede todo, que el amor romántico es suficiente para iniciar una vida en pareja y, una vez casados, recién comienzan a conocerse. Esto produce muchos problemas y confusión, porque se encuentran con grandes sorpresas que no tenían contempladas por no conversar ni conocerse antes del matrimonio”.
Para el psicólogo y especialista en psicoanálisis y terapia de parejas, Patricio Venegas, lo más importante es que los matrimonios hablen de todo, porque, como señala, “ningún tema es más importante que otro. Desde los hijos, la plata, la vejez, el odio, la rabia, la pasión hasta la sexualidad”.
Agrega que el fin del pololeo es conocerse y comprender la forma de pensar y la escala valórica del otro. “La idea es que el pololeo sea precisamente para investigar, concordar y observar que lo que se dice tiene un contenido”. Con esto, el profesional quiere decir que “las palabras no valen nada, si es que en la práctica las personas no lo demuestran con actos”.
Soledad Arriagada, psicóloga y terapeuta de parejas, tiene una visión diferente y dice que “a pesar que estos temas se conversen antes de iniciar la convivencia, es inevitable y necesario que aparezcan los conflictos, ya que tienen que considerarse como parte de la relación. Estas peleas se dan en la primera etapa de un matrimonio, es decir, en los primeros dos años, tiempo que es de adaptación a una nueva vida; por lo tanto, las crisis permiten crecer”.
Una tercera opinión es la que sostiene la psicóloga Soledad Torres, quien señala que son muchos los temas que se deben discutir, pero que necesitan una situación real sucediendo, para ser verdaderamente solucionados. Es por esto que cree que “es importante aprender a conversar con la pareja, de una manera que permita reconocer y expresar las diferencias”.
Además agrega que “lo más relevante no es el haber hablado de todo, sino que reconocer las diferencias, validar la visión del otro, aprender a hacer acuerdos y, después de todo eso, comprender que en las parejas hay ciertas diferencias insolubles con las que se debe aprender a vivir”.
Aparte de los temas obvios que pueden producir pleitos, como la llegada de los hijos, el éxito profesional o la división de roles, la profesional agrega un nuevo tópico que puede ser un problema: se trata de los límites que se le deben poner a quienes rodean a la pareja.
Es así como se debe concordar en cómo va a ser la relación con la familia de origen de cada uno de los cónyuges, además de las amistades, el trabajo e, incluso, los pasatiempos.
Según Arriagada, lo esencial es que se guarde una dosis de individualidad en la pareja. Es decir, “a pesar de que en la primera etapa quieran estar siempre juntos, paulatinamente deben irse delimitando esos tiempos”.
Señala que luego, cuando pasa el enamoramiento -que dura dos años- “las personas quieren empezar a tener vínculos con otros grupos y no necesariamente tiene que ser como pareja, sino que puede ser de forma individual”.
Sin embargo, concluye que “en la práctica, por muy claro que esté antes, siempre van a haber conflictos y roces, porque es muy distinto lo que se conversa con lo que, al final, se vive”.
Es en este sentido que Javiera comenta que nunca tuvo problemas en otros aspectos de su relación y que todo hacía sospechar que el matrimonio sería perfecto, pero “esta diferencia, que se fue alargando por años, hizo que aparecieran nuevas incompatibilidades y que, con el paso del tiempo, se hicieran insostenibles”.
¿A terapia?
Según el estudio ya citado, la recomendación para las parejas ad portas de contraer el vínculo es que pidan ayuda a un especialista o acudan a charlas pre-matrimoniales. No obstante, Venegas dice que esto no es recomendable, ya que “los chilenos, en su mayoría, son muy vergonzosos y poco comprometidos, por lo que es posible que no digan la verdad y que las sesiones no sirvan de mucho”.
Sin embargo, hace la salvedad de que cuando la terapia se hace por mutuo acuerdo, o porque que uno de los miembros de la pareja quiere “es muy útil y da óptimos resultados”.
Una opinión opuesta tiene Soledad Arriagada. La especialista dice que “puede traer buenas consecuencias para la pareja una terapia o ayuda para poder enfrentar la vida en convivencia y poder asumir los cambios”.
En la misma línea es que Torres dice que “en la consulta me encuentro con la reflexión de parejas que se cuestionan por qué no hicieron algo antes. Paralelamente, es mucho más común que parejas que están pololeando consulten por dificultades de diversa índole, eso puede ser una buena estrategia frente a ciertos obstáculos”.
Agrega que además “existen talleres que permiten aumentar el conocimiento del otro y adquirir algunas herramientas para hacer frente a este tipo de crisis”.
Si bien Javiera dice que con su ex marido acudieron a muchos especialistas y siguieron varias terapias, la situación con el tiempo se hizo insostenible y el matrimonio se acabó. Sin embargo, cree que es la mejor decisión que podrían haber tomado: “Nuestros proyectos de vida se hicieron tan diferentes, o tal vez lo eran desde un principio y no nos habíamos dado cuenta, que al final no nos quedaba otra salida”.
Consejos para un matrimonio exitoso
Para Cohen, la mejor recomendación para enfrentar la vida en pareja es “conocerse a sí mismo para poder responder a las interrogantes de quién soy, qué quiero y qué espero de mi pareja. Para lograr este objetivo es importante aprender destrezas emocionales, sociales y comunicacionales”.
“La clave está en expresarse con honestidad, escucharse con atención, tener empatía en lo cotidiano y, sobre todo, no olvidar que la belleza y el desafío de la diferencia pueden ser buenas recomendaciones”, dice la psicóloga Torres.
Finalmente, Venegas sentencia que “con el amor no basta” y agrega que “a muchos no les va a gustar lo que digo, pero en mis 22 años de experiencia trabajando con parejas puedo decir con propiedad que hay que ponerle más que sólo sentimientos. Es necesario compromiso, paciencia, tolerancia y mucha pasión”.