La idea es rodearse de flores, sin que resulte una limitación no contar con el recipiente adecuado.
Para armar estos arreglos, simplemente se usaron las tazas como floreros, dando origen a una sencilla composición que busca hacer más atractivo el desayuno de todos los días.
En ellos se usaron peonías y lisiantus, flores que por su textura y colorido aportan frescura y fragancia. Naturalmente, cualquier especie del jardín sirve para este propósito, lo mismo que cualquier otro utensilio de cocina puede usarse como contenedor.