Las parejas de hoy están bombardeadas por miles de canales informativos, muchas veces erróneas, que les hace creer que entre ellos algo anda mal.
La industria del cine y las cientos de revistas y portales de internet dedicados a contar hasta los más mínimos detalles sobre la supuesta vida sexual de la gente de hoy puede producir estragos entre los que buscan la plenitud de sus relaciones y causar la temida insatisfacción sexual.
Para el médico psiquiatra especialista en sexualidad y director del
Centro Clínico y Docente de Sexualidad Humana, Gabriel Dukes, “los factores culturales como los elevados niveles de exigencia y la sexualidad que promueven los medios de comunicación, pueden influir enormemente en el consultante. Sin embargo, muchas veces las causas hay que buscarlas en una serie de condiciones propias del paciente como vivencias traumáticas, educación o la estructura de la personalidad”.
Es por estos casos que la psicóloga y especialista en sexualidad del instituto
Reencantar, Soledad Torres, señala que hay que hacer una distinción entre la “la información que aporta a la sexualidad saludable y la que sigue la dirección de una sexualidad perfecta e irreal”. En este sentido, agrega que el primer tipo es un aporte a la salud sexual, pero, el segundo, contribuye a tener falsas expectativas y a tener una angustiante sensación a ser anormal.
Además, señala que, en primer lugar, hay que definir qué se entiende por satisfacción sexual. “En muchos casos se relaciona este fenómeno con una gran frecuencia en las relaciones, en las que los miembros de la relación tienen muchos orgasmos y todo ocurre ‘mágicamente’, con fluidez y lleno de momentos perfectos y sin ninguna necesidad de acuerdo. Este modelo, muchas veces causa insatisfacción y les impide mirar los desajustes como algo natural”.
Aclara que “la definición que me hace sentido tiene que ver con la sensación subjetiva de comodidad, disfrute o bienestar con un encuentro sexual en particular, independiente de si he tenido o no un orgasmo, de si ha habido una diversidad de prácticas sexuales o un gran tiempo de duración. Se relaciona con lograr un buen encuentro con el otro, comodidad con el propio cuerpo, capacidad de entregarse a lo que ocurre y ser leal con lo que se desea sin forzarse ni transgredirse”.
Cuando lo que se dice engaña
Según Gabriel Dukes, lo que sucede es que en la población, en general, existe mucha desinformación respecto al sexo y mucha de la que hay es errada, “así no extraña que las parejas consideren que su relación es un fracaso si, por ejemplo, el orgasmo no es simultáneo”, señala.
Estas situaciones, como dice Torres, son causantes de mucho estrés “porque se obligan a rendir en este modelo de satisfacción, además de generar muchos conflictos donde no los hay”.
Es por esto que Dukes agrega como un nuevo factor determinante que las parejas no le den la importancia que merece a la vida íntima; “no le dan el tiempo para hacer del sexo una instancia de intimidad. Incluso algunos piensan que los juegos previos a la penetración no forman parte de la actividad sexual”.
Sin embargo, la psicóloga especialista en parejas y en sexología, doctorada en psicología clínica en Alemania, Alejandra Godoy, va más lejos. Para ella lo que sucede es que son muchas las características de la sociedad occidental que están afectando la sexualidad de las parejas. “Por un lado, tenemos la mentalidad patriarcal mercantilista que sobrevalora el rendimiento en general, logros, exitismo, autoritarismo, consumismo, individualismo, modos estereotipados y triviales de la afectividad y el afán por la satisfacción inmediata de los impulsos”.
No obstante, agrega que en los últimos años se han implantado en nuestra sociedad nuevos cambios, destaca el “empoderamiento femenino y la pérdida de poder del hombre, lo que junto con algunos valores posmodernos, que han ido cambiando los referentes que antes orientaban a las parejas. El estrés y el agotamiento de nuestro actual modo de vida, han ido generando otros conflictos entre los géneros. Así como nuevos mitos, ‘mandatos’ y expectativas sexuales, muchas veces irracionales, tales como los orgasmos simultáneos o múltiples”.
La solución
Si bien, como señala Godoy, “ni el amor ni una buena relación de pareja son suficientes para lograr una sexualidad placentera. De hecho, los últimos estudios han encontrado que la satisfacción sexual está significativamente asociada a la sensación de apego, seguridad y a la intimidad emocional. En ausencia de síntomas o disfunciones sexuales, las diferencias en los niveles de satisfacción subjetiva entre ambos miembros de la pareja se encuentran asociadas a las desavenencias en tomar la iniciativa, horario, frecuencia, forma de expresión y posiciones”.
Es por esto que Soledad Torres recomienda salir de la rutina, del estrés del día a día, porque, como señala “seguir el mismo guión del sexo siempre igual va desgastando y perdiendo la sorpresa, el desafío y la variedad, todos elementos centrales para mantener el deseo en la pareja y, me atrevería a decir, particularmente en las mujeres”.
Es en este sentido que asegura que lo descrito significa hacer “tan predecibles las prácticas sexuales y la evaluación posterior de bienestar sea muy pequeña e insignificante”.
Finalmente, Gabriel Dukes recomienda que la sexualidad sea entendida “como un aspecto más, pero importante de la relación de parejas. No puede ser analizada como algo separado de la relación. Si la pareja es entretenida y placentera lo más probable es que la vida sexual sea satisfactoria”.
Esto responde a que la sexualidad debe entenderse como una forma de vincularse con la pareja en una intimidad que no se puede lograr de otra manera. Si esto se consigue el rendimiento y el lucimiento pierde importancia.
Por último, el psiquiatra dice que no se puede seguir patrones especiales respecto al sexo, sino que “cada pareja debe buscar su propia manera de desarrollarlo. A su vez, al igual que todos los seres humanos, vamos cambiando en el tiempo, también lo hace la sexualidad, que debe estar en un constante progreso y no como algo rígido y monótono”.