“Hoy se valida socialmente el tema de buscar pareja por internet menos de lo que en realidad es. Ya nadie se pide el teléfono, se pide el messenger”, dice desde Buenos Aires la periodista
Valeria Schapira.
Ella, una declarada “eterna repetidora en la Universidad del Amor” habla a partir de su experiencia y de su último libro “Enredados. Sexo, humor y amor en la Web” (Editorial Vergara), dirigido para los “debutantes en la seducción virtual”.
Aquellos que temen de esta misteriosa selva de rarezas, globalización en éxtasis y libre acceso a lo que sea, y se encuentran solos, con el corazón ansioso por encontrar su otra mitad, verán en este manual una aproximación al uso de internet como celestino.
“(Internet) podría llamarse el supermercado del amor. Pero no dista mucho de lo que pasa en la vida offline. Hay una estadística que indica que un alto porcentaje de parejas que se forman en la web son muchísimo más exitosas, porque parten de la búsqueda del otro con determinados parámetros”, explica esta adicta al mundo virtual, después de recordar su suerte “dispar” en el flirteo online, con casos “buenos, hilarantes y patéticos”, pero que le han aportado los datos necesarios para saber los pasos, tips y precauciones necesarios para un buen manejo con el mouse.
Como explica, en primer lugar, basta una computadora, banda ancha o Wi-Fi y tener claro qué es lo que se quiere buscar. Cuando se trata de sexo, “seguramente se topará, sin dar demasiadas vueltas, con otros que estén en la misma sintonía”. Pero en el caso de un compromiso más serio, en internet “hay formas directísimas de decir ‘quiero estar en pareja’ y otras más sutiles, si no tienes ganas de colgarte un cartel de ‘disponible’ para que el mundo entero lo vea”.
Pero, por sobre todo, Schapira advierte: “Debes sacarte de la cabeza la idea de que buscar pareja en la Web es signo de desesperación (...) En la guerra y en el amor todo vale”.
-Con todo, a veces se ve esto como la última opción antes de darse por vencido en el amor.
“Más que última opción, hay un mito que dice que toda la gente que busca pareja por la web es desesperada, no es bonita o tiene algún problema. La puede haber, por supuesto, pero me parece que hay un montón de personas valiosas que quizás están buscando su media naranja por la internet, porque cuando ya pasan los 30 años no tienen ganas de ir a un boliche a que le pregunten de qué signo es. Hay un montón de gente que toma la opción de conocer a un par en la web, pero no lo cuenta por miedo a las críticas y a las burlas, por todo este tema del prejuicio”.
-¿En tu caso, cómo superaste esos prejuicios?
“Yo no soy el ejemplo más representativo, porque siempre me ha importado bien poco el qué dirán. Incluso me ha pasado que, como acá trabajo en televisión y soy una cara conocida, algunas personas no creían que yo era yo. Me decían
‘no puede ser que vos estés chateando’, y yo les respondía
‘por supuesto que puede ser y a mucha honra’. Cada uno es dueño de su vida y, probablemente, la gente que está criticando o cuestionando este tipo de maneras de vincularse tiene su propio miedo, su propio prejuicio y los proyecta en el otro. Pero para qué estar solo y triste si se puede estar acompañado, y la web es una manera cómoda de hacer -como lo llamo yo- el casting virtual, toda la preliminar, sin moverse de casa, con las pantuflas y el pote de helado en una mano”.
En esta etapa, la argentina propone comenzar registrándose en alguna página de busca-parejas, desde donde se podrá seleccionar las características que se quieren de un compañero amoroso, con “expectativas realistas”, como aconseja.
Pero antes, y como paso clave, está el elaborar un perfil que destaque, resaltando, como un maestro de la publicidad, los aspectos positivos que se poseen. “Omitir no es mentir”, aclara Schapira.
-Siempre está esa desconfianza de que los datos estén algo inflados o definitivamente falseados, que el otro no sea tan alto como dijo que era o que no trabaja donde se supone que lo hacía.
“El que recibe la información tiene que ser hábil y desarrollar ciertos filtros. Básicamente, se debe acortar los tiempos de chateo. No sirve de nada estar haciéndolo 5 meses. Hay que dejar un tiempo prudencial y luego intercambiar el correo electrónico, luego el celular y si la conversación fluye, una camarita puede ser otra buena manera. Todos son filtros, y así no se pierde tiempo para estar juntos si la cosa prospera, y si no funciona, va a ser menos intensa la desilusión.
“A vos te pueden mentir tanto en internet como en la vida. La misma mentira que te pueden decir en la web te la pueden decir en una discoteque. Entonces, ¿qué puede hacer uno? Juntarse con la otra persona en un patio de comidas o en un bar y constatar face to face la información”.
-¿Y qué pasa con los peligros en internet, cómo protegerse de ellos?
“En el libro remarco mucho el tema de la seguridad, porque también pasan cosas muy feas utilizando la web como herramienta. Aconsejo no dar el teléfono de casa o la dirección ni hablar de los ingresos económicos. Uno no va por la calle mostrando la billetera. Acá es lo mismo; a través de la web, nadie te puede hacer nada, a menos que uno le facilite los datos. También hay gente que irresponsablemente pone fotos de criaturas en internet. A veces, uno piensa que no pasa nada: ‘subo la fotito a Facebook, total no la ve nadie’. En mi caso, la ven como 5 mil personas. Así que hay que tener mucho cuidado”.
Tras tomar las precauciones adecuadas y jugando las mejores cartas para crear un perfil que beneficie y que permita encontrar proyectos amorosos interesantes, vendría la etapa del chateo, en el que Schapira advierte prestar atención a la ortografía: “Muchos romance en ciernes sucumbieron por aberraciones lingüísticas como ‘sinseridad’, ‘cariñio’ y ‘aprovación’. La líbido suele ser una criatura frágil”.
Se pide especial suspicacia durante este proceso ante personas que tengan más de 30 años y que aún busquen su vocación, gente que hable demasiado de sus ex parejas, ordinarios, desesperados por sexo o adictos a la computadora que jamás tendrán una vida fuera de ella.
La autora recomienda arrancar de aquellos que suelten frases como “no quiero compromisos”, “estoy replanteándome qué quiero para mi vida”, “estoy evaluando dejar mi matrimonio”, “no sé cómo le vas a caer a mamá” o “aquí en la penal me dejan chatear 15 minutos por día”.
“El chat se parece al living de tu casa. Si un día abres la puerta y dejas entrar a todos los vecinos (...) instalas una costumbre y no habrá Cristo que los desaloje”, escribe la autora, quien asegura haber llegado a la conclusión de que “la caridad en la web no funciona. La madre Teresa de Calcuta no chateaba”.
-En tu libro hablas también de los “piratas”, “gente que se dedica a estafar emocionalmente”. ¿Cómo reconocerlos?
“Te vas dando cuenta. Hace poquito tuve una experiencia personal con un supuesto actor brasileño, lindo muchacho. Yo estaba entusiasmada; chatié un par de días y me empezó a parecer raro cuando nos intercambiamos los celulares y él decía que era de Estados Unidos, pero en realidad tenía un teléfono de Argentina. Los piratas de la web no son muy inteligentes; sus mentiras suelen quedar develadas enseguida. El clásico pirata, por lo general, tiene un nick como ‘donjuanelfogoso’, que jamás se revela su verdadero nombre y es de alto voltaje erótico. Si es mujer, ‘gatubela’ o ‘gatita’. Esta gente busca lo que no tiene en casa; suelen chatear hasta altas horas de la madrugada o desde el trabajo. Son los que se desconectan del chat sin previo aviso y te dejan preguntando qué pasó, y quizás se fueron de la línea porque su esposo o esposa los estaba llamando para comer.
“La internet está llena de casados y de gente comprometida, pero es lo mismo que puede pasar cuando vas con un muchacho a bailar y te dice que está solo, cuando en realidad lo está esperando en la casa la mujer con 4 criaturas. A medida que uno va chateando y va vinculándose más y más por la web, va desarrollando cierta agudeza también, que hace que te des cuenta de con quien estás al habla”.
-Al final, parece que las mismas reglas de la vida offline se aplican a lo virtual.
“Son las mismas normas que una cita a ciegas. Cuántas veces pasa que te invita una amiga a conocer a un muchacho y cuando llegás te querés matar. Es lo mismo, la diferencia es que ésta es a semi a ciegas. Acá, por lo menos, sabés algo de la persona con la que te vas a encontrar y si el fiasco es fiasco, no será tan grande”.
Consejos de etiqueta virtual |
Internet es un soporte que ofrece una forma de comunicación que posee sus propios códigos para relacionarse. Es por esto que Valeria Schapira aconseja contemplar algunos puntos a la hora de lanzarse a la Red:
-Evitar el envío de cadenas del tipo “devuélvemelo para saber que me quieres”, “colecta para la niña de otro país”, “la jeringa con Sida” y sus variantes en Power Point.
-Se recomienda no agregar al asunto del mensaje signos de exclamación denotando “urgencia”, “sólo obtendrás poner en evidencia tu ansiedad, por no decir tu ‘desesperación”.
-No hostigar a punta de mails. “A nadie le gusta que lo llamen al celular 10 veces seguidas. Lo mismo ocurre con los correos electrónicos”.
- “No irrumpas el espacio ajeno. Pregunta primero si quieren ser partícipe de tu vida virtual”. Es bueno escribir un mensaje junto a la solicitud de amistad, vía Facebook o MSN, identificándose y haciendo mención de dónde se conocieron o si se es amigo en común.
-“La parte protocolar del messenger tiene que ver con el respeto por los estados de la otra persona. Si dice que está ausente, quiere decir que no está presente, así que no insistas. Si dice que no está disponible, no jodas, no molestes. Es así de sencillo”.
-En Facebook no subas fotografías de las amistades o de la familia sin consultar. Cada uno es libre de exponer su intimidad hasta donde quiera, pero a los otros pregúntale si quieren ser monitos en tu zoológico virtual”.
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