La pequeña Eva, de 7 años, heredó la pasión de su madre, cosa que se acentuó con su estada, los últimos cinco años, en Madrid.
“Es de armas tomar, es súper española, ha cogido esa personalidad fuerte, habla fuerte”, cuenta la orgullosa progenitora, la bailaora
Natalia García-Huidobro.
Esta gran representante chilena del flamenco está de visita en Chile, junto a la compañía de baile “La Típica”, para presentar el espectáculo ‘Desde el silencio’, obra que mostraran en Santiago y Viña del Mar entre el 17 y el 25 de abril.
Radicada en España con el claro propósito de perfeccionar su arte, Natalia se manifiesta agradecida de poder venir, de vez en cuando, a su país porque las añoranzas son muchas. Aún así, en su voz se alcanza a percibir una cierta entonación cantadita al final de las frases.
Hija del actor Cristián García-Huidobro y de la tarotista Gabriela Rodríguez (ayudanta de Alejandro Jodorowsky), Natalia se enamoró de este baile hace 15 años, cuando estudiando en México teatro, se cruzó con la famosa Mercedes Amaya, la Wini. Ahí, abandonó la actuación para dedicarse al taconeo y no paró; un Fondart la llevó a España y no regresó.
“Creo que uno está destinada a las cosas. Era mucho más lógico, más obvio, que yo hubiera sido actriz, pero por algo pasó eso. Mi padre tenía una novia que bailaba flamenco, pero cuando conocí a la Wini, me enamoré de esto”, confiesa.
Con 33 años, separada del compositor Juan Antonio ‘Chicoria’ Sánchez, negocia con él un eventual retorno a Chile, algo que por el momento ella ve lejano. Mientras, viaja desde hace un año y medio, todos los meses, a Londres porque ‘La Típica’, con el guitarrista Jorge Bravo al frente está presentándose con éxito allí.
-En algún momento dijiste que ser artista en Chile era terrible. ¿Lo sigues pensando?
“No sé, es súper difícil contestarte eso porque han pasado 5 años y veo que mis amigos están bien, están trabajando y haciendo proyectos de flamenco y en eso, puede que hayamos evolucionado.
“Creo que la presencia del flamenco ha cambiado, hay más escuelas, las funciones están llenas y está viniendo gente de afuera a dar cursos. Lo que pasaba hace algunos años en Buenos Aires se trasladó para acá, de alguna manera. La capital del flamenco en Latinoamérica era BsAs. donde todos aterrizaban, pero llegaban ahí y ahora, como que está acá”.
-Pero, ¿cuánto influyó la vinculación con tu padre en la partida? Decías que te entrevistaban por eso.
“Pero eso me ha ayudado. A nivel mediático no ha sido algo que quisiera sacarme de encima. Lo que pasa es que Chile está lejos de todo, es difícil estudiar, dedicarse al flamenco, esto implica mucho trabajo y si quieres vivir de esto, acá no hay subvenciones, no hay compañías financiadas por el Estado y del Fondart no puedes vivir”.
-¿Sientes el peso de ser la representante chilena del flamenco? ¿De tener que masificarlo?
“Sé que soy la que tiene más presencia, pero no siento ningún peso.
“La única responsabilidad que siento es tener que superarme. De un espectáculo a otro lo tienes que hacer, eso sí es una responsabilidad. Ahora tengo un trabajo que tiene que ser mil veces mejor que el anterior”.
-¿Y no te frustra que en Chile no haya suficiente conocimiento como para valorarlo?
“Creo que ya hay conocimiento. La gente está viajando a España, está estudiando, me encuentro con un montón de chilenos en España y la mirada es otra”.
-¿La mirada no será que el flamenco es todavía un baile folclórico, exótico?
“Ese es un punto importante. Hay una concepción equivocada, que le han dado los mismos flamencos en España, y yo descubrí. No es un baile folclórico realmente, es una fusión de artes, no se dio desde el folclor español. Se produce en una época, en una zona de España, pero tiene influencias hindú, judías, moras, y luego pasa por los gitanos radicados en Andalucía. Es curioso, pero además, no ha parado nunca de evolucionar. Si se compara el flamenco hace 20 años y hoy ha progresado lo que demoró el jazz en 100 años. Es un arte en sí mismo, un abanico con muchas posibilidades”.
-¿Cómo explicas que el flamenco tenga seguidores fuera de España, como Londres?
“Porque no es algo folclórico. Es un arte como la danza contemporánea, el jazz...”
-¿El tango?
“No, todavía me parece algo específico, local, mucho más reducido a nivel de lenguaje. En el flamenco tú puedes ir derivando. Cada vez menos, no se liga el flamenco a los españoles”.
-El flamenco es pasión, ¿tú vives la vida así o sólo la bailaora lo es?
“Tengo un carácter fuerte, mi familia también. Para hacer (se ríe) cualquier tipo de arte tú necesitas, no sé, una pasión tremenda por lo que haces. No es una profesión muy agradecida en el sentido de que la carrera es corta. O sientes un amor tremendo o... yo sé que en 10 años más mi carrera arriba del escenario se acabó”.
-¿Has dejado muchas cosas por el flamenco, partiendo por Chile?
“Sí, muchas cosas. Mis amigos, mi familia, mi hija, a veces, porque viajo mucho”.
-¿No tienes culpas por eso?
(Se apena) “Es difícil, no es algo en que diga
bueno, es mi profesión y ya está. Tengo dualidades internas que son fuertes”.
Natalia tiene deseos de estudiar coreografía en Londres y además, reconoce que España le gusta porque es simple, Madrid pequeña, con gran vida cultural y “bueno, el flamenco me hace estudiar, mirar hacia arriba y eso me gusta, me alimenta mucho”.
“Igual me gustaría venir más seguido a Chile, pero no de vacaciones, sino a hacer cosas, porque me aburro”, confiesa. Añade que le cuesta desconectarse de las añoranzas y no le es fácil estar lejos. “Me faltan mis amigos; la forma de hablar, de relacionarse no es la misma”.
-¿Cuatro funciones es poco?
“Sí, son pocas porque cuesta llenar la sala, igual como en Londres o igual como le costó a Sara Navas”.
La obra “Desde el silencio” es un montaje con coreografía establecida y muy ensayada, a diferencia del tablao, donde hay improvisación. Natalia afirma que las dos cosas son muy diferentes y ambas le gustan, pero “Desde el silencio” está muy logrado porque consigue mantener la frescura del flamenco.
“Cuando el flamenco sale del tablao algo pierde, se vuelve frío. Y en este espectáculo hemos conseguido romper ese hielo, que tenga fuerza aunque tenga una estructura. En el tablao tú no sabes qué va a pasar y cuando todo sucede es increíble, esa sensación es impagable”.
-¿Hay muchas moda entorno al flamenco?
“Sí, mucha. Me aburre la moda en el arte, que un baile se ponga de moda. Los espectáculos desfiles de moda me aburren por me ensucian la visión como público. El vestuario lo identifica, es alegre, pero apunto a cuando en una obra se cambian 10 veces, ¿cuál es el sentido? Ahí, prefiero lo teatral;
pon el camarín en el escenario para que el cambio lo podamos ver”.