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De king size a camas gemelas

Es una verdad universalmente conocida que dormir bien es bueno para la salud. Pero, ¿qué tan bueno puede ser el pasar las horas de sueño acompañado?

10 de Junio de 2009 | 09:44 |
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El día ha acabado, el cuerpo se relaja por completo y la mente desvaría poco antes de ingresar al mundo onírico. De pronto, el rugido de un león sobresalta el descanso y el cuerpo recupera su estado de alerta. ¿Es el rey de la selva? No, no es más que el compañero de cama que ronca desde sus entrañas.

Por cada dos mujeres que ronca, hay cuatro hombres que vociferan al dormir. Si a esto se suman patadas y movimientos involuntarios durante el proceso de descanso, el sueño reparador en pareja parece una meta inalcanzable.

Es por eso que la Asociación Nacional de Constructores de Casas de Estados Unidos ya hizo sus predicciones y estimó que para el 2015, el 60% de los hogares que se manden a construir contarán con dos piezas principales.

“Históricamente, la gente ha dormido en pareja. Sin embargo, en el último tiempo, se ha visto cada vez más común el uso de las camas gemelas”, coincide la psicóloga y terapeuta de parejas Ximena Gac, quien asegura que esta modalidad se presenta sobre todo en segundos matrimonios y adultos mayores, “porque dicen haber aprendido que hay cosas que definitivamente no se pueden tolerar, como el mal dormir en general del otro”, explica.

La experta asegura que entre sus pacientes es muy frecuente que el problema del buen dormir de la pareja se presente como un tema de tensión, y agrega que ha visto casos en que los tapones para los oídos e incluso el uso de medicamentos se hacen indispensables para conciliar el sueño. “Al principio, ‘contigo, pan y cebolla’, pero después de cierto tiempo prefiere las camas separadas y dormir más tranquilos”, comenta.

¿Mejor sola que mal acompañada?

Durante 249 noches, el biólogo John Dittami, observó cómo dormían diez parejas, como parte del estudio "Diferencias sexuales en el reloj interno ante estimulaciones externas" de la Clínica Médica y Neurológica de la Universidad de Viena.

Según sus conclusiones, hombres y mujeres funcionan a un reloj biológico distinto y, lo que es peor para el buen devenir del mundo onírico amoroso, las mujeres dormirían mejor solas, mientras los hombres descansarían más si están con su pareja al lado.

El punto de encuentro habría estado tras las relaciones sexuales, presente en 63 noches de la investigación, que permitirían tanto ellos como ellas dormir mejor.

Pero para Mónica González, neuróloga del Centro del Sueño de la Cínica Alemana, no habrían mayores diferencias entre hombres y mujeres, salvo que se trate de los casos llamados “alondras” o “búhos”, en que el primero duerme más temprano y despierta con el alba y el segundo, todo lo contrario.

“Evidentemente, si el compañero de cama tiene problemas del sueño, esto cambia, y lo vemos frecuentemente cuando hay roncopatía, apnea, piernas inquietas o cuando la pareja tiene insomnio, afectando la calidad del sueño del compañero de cama, independiente de si es hombre o mujer”, explica.

Si la desdicha nocturna no deja otra salida y la única manera de descansar se traduce en alejarse de la pareja en las horas de sueño, Gac subraya que lo más importante es que se tome la decisión de manera conjunta y negociada.

“Porque el reencuentro cada mañana con tu pareja, para muchos, es una necesidad, y si no se está de acuerdo con separar las camas, podrían dañar el apego que existe y verse como un claro rechazo”, explica.

Sin embargo, González insiste en evitar dar el gran paso y concentrarse en remediar el problema que aqueja el buen dormir de los dos, ya que la separación de camas podría influir, como dice, “en otro tipo de separaciones”.

Y en cuanto al descanso en dos habitaciones, cada uno por su lado, tanto la neuróloga como la terapeuta lo rechazan enfáticamente.
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