Apurado llega Sergio Checho Hirane a la productora Centauro. Desde que comenzó con su late show en La Red, “Nunca es tarde”, dice que apenas le queda tiempo, entre la radio (conduce “Conectados” en Agricultura), preparar el programa de la noche, tomar su siesta de 20 minutos y probarse lo que vestirá en la noche.
“Cuando uno anda en este tipo de proyectos, la verdad es que se transforma en esclavo del tiempo. Andas arriba de la pelota todo el día, y los que más pagan el pato son los hijos, que los ves re poco. Es lo que más echo de menos”, cuenta el ex animador de “Video loco”, ex conductor de “Video y penitencias”, “Domingo a domingo” y “Con el pie derecho”, matinal de La Red en el que ingresó en último minuto tras el inesperado arranque de Mauricio Israel, su conductor original.
Desde 1984 que Hirane ha sido un personaje recurrente en televisión, ya sea por sus programas o por algunos eventos, tal vez, menos asertivos, como cuando pisaba la Quinta Vergara bajo una tormenta de pifias, o cuando quedó detenido en 2007, en el Centro de Prisión Preventiva Capitán Yáber, junto a Mauricio Mauriziano por evasión tributaria, no sin antes haber sido declarado por la justicia “peligro para la sociedad” y haberse internado en una clínica al conocerse el procesamiento.
Pero lo que no te mata te hace más fuerte, dice la frase. Y esto se ajusta al humorista, al verlo llegar a la entrevista, tan grande como su vozarrón curtido por los cigarros, que se asoman de vez en cuando para acompañar sus respuestas, y al notar su entusiasmo por su proyecto, intacto, a pesar de algunas duras críticas de los medios.
“Soy bueno para reírme de mí mismo. Imagínate que recibo más o menos 100 mails diarios en el programa de radio, donde hablamos de cuestiones políticas y doy mis opiniones. Obviamente aparecen algunos detractores que mandan unos mail que me entierran, pero me acostumbré. No es que yo tenga sangre de horchata, pero tampoco me boto al suelo si alguien piensa mal de mí o dice que lo estoy haciendo mal. Lamentablemente, uno no es monedita de oro y no le puede dar en el gusto a todo el mundo”, se defiende.
-Te incorporaste a La Red, en principio, ocupando el puesto que dejó Mauricio Israel. ¿Has tenido contacto con él desde entonces? ¿Te llamó para agradecerte, aconsejarte?
“La verdad es que cada vez que me han ofrecido una pega que la ha estado haciendo otra persona, yo llamo para preguntar si, efectivamente, esa apega se terminó. Nunca me ha gustado quitarle la pega a nadie. Así que también lo hice con Mauricio, pero no me contestó el teléfono. Después me enteré que se había ido fuera de Chile. Yo me imagino que él sabe que lo reemplace.
“Me habían llamado un poco desesperados, porque de la noche a la mañana se habían quedado sin animador. Hice el reemplazo tres meses y ahora estoy con mi propio programa. Hace rato que estaba pololeando con varios canales para volver a la televisión, porque yo me automarginé cuando empezó el tema de la farándula dura. No la comparto y no sirvo para eso, para estar hablando mal de colegas”.
-¿Más por tus amigos que por verte a ti envuelto en algo?
“Que a mí me critiquen, me hagan tira, no tengo ningún problema, pero nunca he dejado que se metan con mi familia, para mí es lo más sagrado. La única pelea que he tenido alguna vez por televisión fue con Emeterio Ureta, cuando sacó el apellido de mi familia y dijo que yo era un mantenido. Le paré el carro y le dije que de mí hablara todo lo que quisiera, pero que no metiera a mi familia en este cuento. Y, de hecho, lo tengo de invitado hoy día, para que veas cómo son las cosas”.
-¿Le vas a devolver la mano?
“Sí, pero en buena. No hay que tener rencor en el alma, porque los odios que se guardan se vuelven contra uno. A mí se me pasa todo al tiro, doy vuelta la hoja”.
-¿Es cierto que estuviste a punto de ser cura?
“No, fui acólito. Varias primas mías se casaron conmigo de acólito. Fue como a los 8, 9 años. Estudié en el San Gaspar, un colegio de curas donde había uno que yo idealizaba mucho, porque era súper buena onda, era el que nos enseñaba a jugar baseball”.
-Volviendo a la tele, hace tiempo dijiste que los chilenos habían perdido la capacidad de asombro. ¿Ya no cabe un programa como “Video loco” en la parrilla programática de un canal?
“Lo que pasa es que ahora el humor tiene que ser más violento, más fuerte, porque la gente va evolucionando. Por ejemplo, cuando nosotros salimos con ‘Video Loco’, eran los primeros videos que se veían de ese tipo; hoy tú te metes en internet y tienes miles de ese tipo que la gente sube. YouTube, internet, el mundo globalizado han ido cambiando la forma de relacionarse y así la gente ha ido perdiendo la capacidad de sorpresa. Ya son pocas cosas las que pueden sorprender. Hoy día ves en las noticias que un gallo tiene siete hijos con su hija, ¿ya qué puede sorprender hoy?”
-Tú, como humorista, ¿has experimentado este poco asombro en el público? ¿Has tenido que irte más a los extremos?
“Hay que irse más a los bordes, sobre todo en la noche, porque sino la gente se queda dormida.
“Antes, cuando íbamos a ver shows de humoristas en Argentina nos llamaba mucho la atención cómo alguien decía cosas de tal autoridad y no le pasa nada. Estuvimos mucho tiempo muy asustados, muy restringidos. Ahora, en cambio, se ve mucho el humor fácil, el de mucho garabato, que no es el que yo practico. A veces, igual se me va de las manos; ayer tuve a la Geisha de invitada y, la verdad, todos sabemos que ella no tiene pelos en la lengua y dice las cosas crudamente y como va a un programa que va en directo, no tienes posibilidad de editarlo y se salen algunas cuestiones más allá de lo que uno quisiera. Pero la televisión de hoy es así, más auténtica. Se lleva el lenguaje habitual de la gente a la televisión. Si eso es bueno o malo, cada persona lo juzgará. Pero uno, como comunicador, no puede deformar el lenguaje, no puede hacer como los lolos, donde el huevón pasa a ser verbo y sustantivo”.
-¿Cómo te sentiste teniéndola como invitada?
“Lo que pasa es que yo también he perdido la capacidad de asombro. He visto tantas cosas, he estado con tan distintos tipos de gente, que no me asombro tanto”.
-Por ahí se dijo que te había faltado el respeto en tu propio programa.
“No, eso es lo que vende y por eso lo dicen. Pero no fue eso lo que dijo. Ella dijo:
‘Yo te encontraba súper fome en la mañana, cuando estabas en el matinal. Te encontraba empaquetado, patético. En cambio, ahora te encuentro divertido’. Claro, porque en la mañana estaba haciendo otra labor, hablando de cosas sociales... Además, mi rol en la mañana era ser conductor, no humorista, que es lo que hago ahora en la noche. Así que no, la Geisha dijo que me encontraba súper divertido, no me faltó el respeto, al contrario, fue un piropo lo que me tiró. Pero da lo mismo, si la prensa es así. Yo entiendo como es el juego de esta cuestión”.
-Con eso de ver el lado lleno del vaso, has visto con humor incluso cuando te declararon ser “peligro para la sociedad” y estuviste encerrado. Si hasta hiciste un show de todo eso.
“Es que lo que me pasó a mí fue medio para la risa. O sea, primero, el monto que aparecía en los diarios no tenía nada que ver, y como yo estuve en la clínica y no preso, la farándula empezó a decir que si yo era tan inocente que por qué me había ido a encerrar a una clínica y ahí la corte me declaró peligro para la sociedad. ¡Cómo yo podía serlo! Zakarach estaba suelto y yo era peligro para la sociedad. El mayor peligro que podía hacer era contar un chiste fome y que alguien se aburriera. En mi vida le hecho daño a nadie. Así que si no me reía, qué... ¿me iba a amargar? Son cosas que tocan vivir y que, al final, uno igual crece con eso. Fue una injusticia increíble y la aproveché para reírme un poco con el cuento”.
-¿Es un tema superado o aún te pesa?
“Es que pasa que uno no vive solo en la vida; hay hijos, familia. Me fui preso, con todas las cámaras de televisión encima, con mis hijos en el colegio, había que dar explicaciones… Pero de verdad que la gente cercana a mí me dio un apoyo que fue emocionante. Debo haber recibido más de 2 mil 500 mail de apoyo; nanas que me ofrecían su sueldo para pagar la fianza. Al final, de todo esto, me quedaron muchas más cosas positivas que lo negativo que podía ser estar encerrado. Uno le puede ver el lado vacío o lleno al vaso. Yo veo la vida con humor y tiendo a mirarle el lado lleno.
“Ahí jugaba naipes, me iban a visitar unos amigos... Igual se está en un proceso, hay que levantarse a cierta hora... Es una cuestión súper negativa, no se la deseo a nadie, pero yo me la tomé en buena. Tengo una familia maravillosa y un círculo de protección, de contención muy fuerte. Mi hijo, el más chico, me fue a ver y me dijo:
‘Papá, yo quiero que sepas que me siento orgulloso de ti’. Fue el único momento en que me quebré”.
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