Un día, el profesor Tal Ben-Shahar comparó tres hamburguesas con 3 tipos de personalidades. Esto ocurrió hace tiempo, cuando él mismo estudiaba en la universidad, cuando su búsqueda por la felicidad que venía arrastrándose desde los 16 años, lo había llevado a estudiar psicología, y antes de siquiera asegurar que “perseguimos la felicidad porque forma parte de nuestra propia naturaleza”, como lo hizo en su libro “Ganar felicidad” (Editorial del Nuevo Extremo), basado en su curso de psicología positiva en la Universidad de Harvard.
Su clase, que pasó a ser la más popular de esa casa de estudios, había comenzado con apenas 8 alumnos en el 2002, desertando dos de ellos. Pero las preguntas formuladas “¿cómo podemos ayudar, a nosotros y a los demás, a ser más felices?, ¿cómo definiría la felicidad?, ¿qué significado tiene?, llevaron a Ben-Shahar a convertirse en el académico con el curso más popular de Harvard, pasando de sus seis alumnos iniciales a 180 en 2003 y 855 en 2004, inspirando la creación de su libro, y trayéndolo incluso a Chile, donde a principios de mayo realizó la conferencia “Los secretos de la felicidad diaria y cómo encontrar sentido a la vida", en la Universidad Finis Terrae.
En su texto que el profesor da sus consejos, no vendiendo una fórmula mágica para ser feliz, según dice, sino que basándose en la psicología positiva (“el estudio científico del funcionamiento humano óptimo”).
Es a partir de esto que Ben-Shahar cuenta su experiencia con sus hamburguesas, cuando -tras meses de comer saludablemente para ganar una competencia de squash, que, por cierto, ganó- había decidido premiarse dándose un banquete de comida chatarra.
Pero apenas iba a devorar la primera delicia calórica, se puso a pensar en las consecuencias, en los beneficios y costos de su comida y en las personalidades que la gente adopta y que imposibilitan alcanzar la felicidad.
La
primera hamburguesa, la hedonista; era una exquisitez que podría ser disfrutada en el presente, pero que para el futuro tendría consecuencias poco beneficiosas por su calidad de insalubre.
La
segunda, la competidora, una hamburguesa vegetariana insípida de sabor, no reportó ningún tipo de beneficio para la actualidad, pero sí para el futuro, y estaría representada por aquellas personas que pasan su vida postergándose por un fin que no trae consigo la felicidad esperada.
La
tercera hamburguesa, catalogada por Ben-Shahar como la peor de todas, fue la nihilista: insípida de sabor e insana, y que corresponde a gente que ha perdido el gusto por la vida, que no ve nada bueno ni ahora ni para su futuro.
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Hay dos ejercicios que el autor propone para trabajar en pos de la felicidad:
- el primero es establecer rutinas que nos generen placer como ir al cine dos veces al mes, salir todos los martes a comer.
- la segunda es dar las gracias, así de simple. La gratitud, asegura, contribuye a mejorar las relaciones.
- escribir en un cuaderno, todas las noches, cinco hechos del día que le hayan provocado felicidad o gratitud. Es un buen ejercicio para recordar lo bueno de la vida.
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Por último, imaginó una
cuarta hamburguesa que fuera tremendamente exquisita y además sana. Por ende, que trajera beneficios a la persona que se la come ahora y después. Este bocado representaría el modelo de la felicidad, a aquella persona que logra disfrutar de las actividades que realiza en el presente, las que, además, le traerán beneficios a futuro. Pero esta hamburguesa no evita ni los fracasos, ni dolores, y tampoco las renuncias, sólo que plantea que eso puede traer un beneficio a futuro.
¿Qué tipo de hamburguesa es uno mismo?, ¿durante qué período de la vida uno se ha comportado como uno u otro tipo y cómo se ha sentido?, son algunas de las preguntas que el académico invita a reflexionar.
Asimismo, los ejercicios que recomienda no van sólo en la línea del cuestionamiento, sino que también en la de reconocer los aspectos positivos, para así apreciar lo bueno de la vida y no dar nada por sentado.
Para esto, Ben-Shahar propone llevar un diario de gratitud, en el que cada noche se escriba 5 cosas que hayan provocado felicidad o por las que se está agradecido. “Puede ser algo grande o pequeño: desde una comida (...) hasta una conversación interesante”, dice. “Piense en el significado de cada cosa al escribirla y experimente el sentimiento asociado”.
En vez de preguntarse si se es feliz, mejor dedicar tiempo en cómo podría aumentar el propio bienestar y sentimiento de plenitud. Para esto, el profesor recomienda una especie de planificación de la vida, trabajando en una lista de actividades que provocan felicidad (pasar tiempo con la familia, salir con los amigos, leer, bailar, etc.) y viendo cuánto tiempo se le dedica en la actualidad, para evaluar la posibilidad de aumentar su duración en la semana, de una manera realista, claro (no se puede estar de fiesta de lunes a lunes).
Ben-Shahar, incluso, entrega su propio secreto, presente en toda su obra: aceptar que “esto es lo que hay”; dejar de fantasear que un hecho en particular -ganar la lotería, encontrar a esa persona ideal, conseguir ese trabajo o tener ese auto- nos llevará a la felicidad del “y fueron felices para siempre” de los cuentos de niños.
La felicidad se vive a lo largo de todos los días, mientras las acciones que realicemos tengan, como explica, “placer y sentido”, para nosotros.