Hipersensibilidad emocional, a menudo mal interpretada
10 de Julio de 2009 | 09:50 |
En el popular filme de 1999 “Girl, Interrupted”, Winona Ryder interpreta a una joven mujer que intenta suicidarse y después pasa casi un año en un hospital psiquiátrico con un diagnóstico de desorden de personalidad limítrofe o trastorno limítrofe de personalidad (TLP).
La película, basada en una memoria de 1993 escrita por Susanna Kaysen, fue cautivante. Sin embargo, los expertos dicen que simplificó excesivamente este común, aunque poco comprendido, desorden del humor.
Georges Han, paciente recuperado que actualmente estudia en la Universidad de Minnesota y va en pos de un doctorado en psicología, describe el desorden de personalidad limítrofe como “un serio desorden psiquiátrico que involucra un penetrante sentido de vacuidad, impulsividad, dificultad para manejar las emociones, psicosis transitoria inducida por tensión nerviosa y frecuentes pensamientos o intentos suicidas”.
El humor puede cambiar rápida e impredeciblemente, las conductas pueden ser impulsivas (incluido el abuso del alcohol o de drogas, conducir vehículos con imprudencia gastar en exceso o comer de manera desordenada), al tiempo que las relaciones con otras personas suelen ser inestables. Muchos pacientes se hacen daño a sí mismos y amenazan con el suicidio o lo intentan a fin de aliviar su dolor emocional.
Se ha dicho que las personas que presentan este desorden tienen una delgada piel emocional y que, a menudo, se comportan como si tuvieran dos años de edad, haciendo pataletas cuando alguna inocente palabra, gesto, expresión facial o acción por parte de terceros desata una tormenta emocional que ellos no pueden controlar. Los ataques pueden ser brutales, alejando a las personas que ellos más quieren. Después, una vez que pasó la tormenta, típicamente regresan a ser “dulces y hermosos”, en las palabras de un familiar.
En un esfuerzo por mantener la calma, las familias a menudo luchan por evitar situaciones que pueden desatar el estallido emocional de otro. Andan por el mundo dentro de cascarones, lo cual es un esfuerzo condenado al fracaso ya que no es posible predecir qué desatará dicho estallido. Vivir con una persona con personalidad limítrofe es como atravesar un campo minado: nunca sabes cuándo ocurrirá una explosión.
Etiqueta engañosa
El nombre de este desorden fue acuñado en los años 30 del siglo XX, en una engañosa referencia al lindero que separa la neurosis de la psicosis. Los expertos destacan que este desorden no tiene nada que ver con ninguna de estas condiciones.
Más bien, los individuos afectados al parecer nacen con un gatillo emocional rápido e indebidamente susceptible. Todo parece indicar que esta condición tiene orígenes tanto genéticos como ambientales. Estudios del cerebro han señalado que el centro emocional del sistema nervioso — la amígdala — pudiera reaccionar excesivamente, al tiempo que la parte que controla las reacciones emocionales pudiera estar presentando baja actividad.
En la infancia, la gente que padece este desorden a menudo es “híper reactiva, híper vigilante y altamente susceptible”, dijo la terapeuta neoyorquina Valerie Porr, en una entrevista. Ellos suelen recibir una variedad de diagnósticos y tratamientos errados que son inapropiados e inefectivos.
“Algunos niños necesitan mayor esfuerzo que otros para aprender a regular sus emociones”, notó Marsha M. Linehan, psicóloga en la Universidad de Washington que concibió el tratamiento más prevaleciente para el desorden de personalidad limítrofe.
“Estos niños requieren de mucho esfuerzo para mantenerse emocionalmente regulados”, comentó Linehan en una entrevista. “Les va mejor en un ambiente estable. Si la situación de la familia es caótica o la familia es muy rígida, si les enseñan a los niños a que se aguanten sin queja, que los niños fuertes no lloran, estos niños van a enfrentar muchos problemas”.
Incluso en una familia normal, este tipo de niños requiere de ayuda adicional. Linehan contó el caso de una madre que dijo: “Yo era una madre común, y mi hijo necesitaba una madre especial. Hizo falta entrenamiento para que yo me convirtiera en la madre especial que él necesitaba”.
El desorden de personalidad limítrofe aflige aproximadamente a dos por ciento de la población estadounidense, con base en información del Manual de Diagnóstico y Estadística de Estados Unidos, y su incidencia es dos veces mayor que un desorden mucho mejor conocido: la esquizofrenia. (Otros estudios dejan entrever que la incidencia incluso llega a seis por ciento.) Muchos pacientes limítrofes se hacen daño a sí mismos, al tiempo que 10 por ciento muere suicidándose.
No obstante lo anterior, pese a lo común y serio del problema, Linehan dijo que los pacientes a menudo tienen dificultades para recibir la ayuda que necesitan; en parte debido a que los terapeutas tienden a considerar a los pacientes con personalidad limítrofe como gente manipuladora, la cual exige una desmedida cantidad de tiempo y atención.
Porr, trabajadora social que se especializa en ayuda a familiares de pacientes con desorden limítrofe, dijo que los terapeutas con educación analítica tradicional a menudo suministran un tratamiento ineficaz, y después (ellos) experimentan sentimientos de fracaso y frustración. Los fármacos psicoterapéuticos no han sido efectivos para controlar este desorden. Debido a esto, setenta por ciento de estos pacientes abandona los tratamientos tradicionales, destacó Porr.
Porr intenta ayudarles a las familias para que aprendan a manejar el problema y no lo empeoren. En una entrevista, ella comentó que estas familias necesitan entender porqué los pacientes con personalidad limítrofe actúan y reaccionan de la forma que lo hacen y, más tarde, responder en formas que validen los sentimientos de los pacientes y que les ayuden a recuperar y mantener el control emocional.
Tratamientos viables
Los expertos dicen que incluso los pacientes suicidas tienen escasas probabilidades de beneficiarse a partir del tipo de hospitalización extendida que se describió en “Girl, Interrupted”. Con mayor frecuencia, unos cuantos días en el hospital deberían ser seguidos de psicoterapia enfocada a ayudarles a vivir de manera más efectiva con sus malinterpretaciones cognitivas e inestabilidad emocional.
Linehan practica la terapia de la conducta dialéctica, la única que, con base en pruebas, ha demostrado su efectividad en diversos estudios clínicos al azar. Ella destacó que otros dos enfoques, conocidos como mentalización y Stepp, probablemente también serían de utilidad.
La terapia dialéctica conductual, derivada de la terapia cognitiva conductual, ayuda a que los pacientes identifiquen pensamientos, creencias y suposiciones que vuelven desafiantes sus vidas y después aprenden diferentes maneras de pensar y reaccionar.
En efecto, les dice Linehan a los pacientes, “Su problema es que usted no sabe como regularse a usted mismo, y yo le puedo enseñar cómo hacerlo”. Después, ella comentó que miles de terapeutas han sido capacitados en la terapia dialéctica conductual, al tiempo que muchos otros la practican sin un entrenamiento especial.
No obstante lo anterior, el valor de la terapia puede quedar empequeñecido si los pacientes regresan a un ambiente en el cual se los malinterpreta. De aquí que, destacó Linehan, es importante que otras personas reconozcan que la gente con desorden de personalidad limítrofe sufre genuinamente. “Ellos sienten un agonizante dolor que casi siempre es descartado por terceros y atribuido a malos motivos”, dijo.
La idea radica en “validar las reacciones emocionales de la persona, decir entiendo cómo te sientes, prestarle atención, no a la situación, sino a la emoción detrás de ella”, destacó Linehan.
Alan E. Fruzzetti, psicólogo en la Universidad de Nevada, dijo que las familias tienen que aprender a “apaciguarse, a darse cuenta que si bien la situación es horrible, no hay que culpar o juzgar a la persona sino ver a la persona como alguien que también está sufriendo”.
Linehan comentó que si se reacciona de una forma que no demuestre cariño, el trauma se magnifica 10 veces.