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Dejarlo todo para triunfar

El actor chileno que triunfa en distintas novelas de Latinoamérica critica las pocas oportunidades que le dio su país natal para surgir en su carrera, pero aclara que, aún así, “Chile es una asignatura pendiente”.

09 de Septiembre de 2009 | 08:30 |
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“La gente piensa que porque no he salido en una novela prime del 7 o del 13, no existo”. Sentado en una mesa del Marriott, el actor Gonzalo Vivanco –chileno y de visita en el país- habla de su éxito en el extranjero, de su aventura patiperra al abandonar el país y de lo que califica como “el pago de Chile”.

Ayer llegó a Santiago hablando un perfecto acento Miami Beach. Pero apenas han pasado 24 horas y ya ha recobrado los modismos y garabatos propios de la región del centro de Chile.

Así que en chileno explica que acaba de terminar hace unos meses de grabar en Colombia “El último matrimonio feliz”, telenovela que le valió su nominación de mejor actor de reparto en 2008, por la revista TV y Novelas, aportando a la fama del actor, quien cuenta que no camina tranquilo en Colombia, Venezuela o Puerto Rico.

“Acabo de estar en el cumpleaños de un amigo, que hizo una fiesta gigante, con unas 200 personas, y todos los mozos eran peruanos y paraguayos. No me dejaron tranquilo, me sacaban fotos a cada rato... Tengo una carrera súper sólida en otros países”, dice, sin dejar de mencionar que Chile “es una asignatura pendiente”.

Pero no es que aquí no lo conozca nadie. Teleseries como “La Revancha” y “Gata salvaje” bien le han atraído alguna mirada del tipo “yo te conozco de algún lado”, a pesar de los dos papeles pequeños que alcanzó a hacer en “Fuera de control” y “Playa salvaje” aquí, antes de partir rumbo a Miami en 1997, donde llegó sin pasaje de regreso porque su mamá se lo rompió al despedirlo en el aeropuerto. O le iba bien o le iba bien.

-¿Por qué te fuiste?
“Por oportunidades. El año 97 hice un casting acá en Chile, me vio un manager que quiso llevarme a Miami y así lo hice. Di una audición allá y me fue bien, pero duré como 3 ó 4 meses en una productora que quebró, así que de ahí viví 6 meses en un auto”.

-¿Cómo así?
“Era un Cadillac Deville, que era malísimo. Después viví en un Honda Accord del año 94. Pero bien; aprendí a ducharme en las duchas públicas de Miami Beach, dormía cerca de un McDonald’s, cerca de Telemundo, porque estaban haciendo audiciones así que yo llegaba para allá. En ese tiempo estaba desesperado, pero hoy lo recuerdo con un cariño muy grande. Estas cosas te enseñan que la vida puede variar rápidamente y que el ser humano no es lo que tiene, sino lo que es. Mi carrera no ha sido fácil; siento que soy como el sushi, o te gusta o no te gusta, pero al que le gusta le gusta para siempre y eso es lo que me ha pasado con los productores con los que he trabajado. Las mismas productoras me siguen llamando, porque ven en mí a un actor responsable, talentoso, una persona que les cumple, un tipo honesto, correcto”.

- Si lo pasaste mal, ¿por qué no volviste aquí, con tu familia, tu gente?
“Porque en Chile es más difícil...”.
“Hasta hoy pasa lo mismo... Me sorprende que los mismos actores y las mismas parejas se vuelvan a juntar dos, tres, cuatro, cinco veces. Es el formato; sirve acá y bien, pero creo que yo no lo podría hacer como actor; volver a hacer el mismo personaje y las mismas cosas es aburrido”.

- ¿Y preferiste dormir 6 meses en un auto antes que eso?
“Sí, porque no iba a lograr lo que yo quería acá en Chile. Aunque los compañeros míos de trabajo de esa época, Martín Cárcamo, Julián Efelbein, la Pata Larraín y otros tantos que salieron de la Escuela de Talentos (de TVN), han logrado tener un espacio, yo veía que topaba, que siempre me golpeaban, siempre era la misma historia. Por más talentoso que fueras preferían ocupar a los mismos actores de siempre, no querían correr riesgos. A los pocos actores chilenos que conozco y que han corrido riesgos, les ha ido extraordinario: Cristián de la Fuente tiene una carrera muy grande en Estados Unidos, Felipe Viel es el segundo animador latino más importante en Estados Unidos; Santiago Cabrera, bueno, su carrera es distinta porque él vivió mucho tiempo afuera, pero igual se la jugó y le fue espectacularmente bien, pero hay que estar allá, hay que creérselo”.

-¿Qué crees que los detiene a probar suerte?
“Lo que pasa es que la gente echa de menos la empanada, el pisco sour, echan de menos que la gente los reconozca en la calle. Para mí, que nunca la hice acá, no me importaba. Pero hoy sí puedo decir que voy a Venezuela y no puedo caminar, estoy en Puerto Rico y no puedo caminar, estoy en Colombia y no puedo caminar o ir las calles”.

-¿Te da rabia que eso no pase en tu país?
“Uno no es profeta en su propia tierra. Le pasó a Pablo Neruda, le pasó a Gabriela Mistral, le ha pasado a grandes”.

-¿Qué consejo le darías a un joven chileno que, como tú, sueña con encontrar su camino afuera?
“Que salgan, adelante. Me duele mucho decir esto, pero Chile es un país muy supresivo, suprime el talento. Al que se viste distinto lo chaquetea, al que hace una cosa distinta, lo tira para abajo. Acá hay gente talentosísima, grandes escritores, grandes actores, grandes cineastas. Si quieren hacerla, salgan. Si quieren realmente triunfar, salgan de Chile. Es muy difícil hacerla acá”.

-¿Celebras el Dieciocho de septiembre?
“Siempre. El año pasado lo celebré en Colombia y lo animé. Tengo fotos vestido de huaso, con empanada, vino en cacho y todo”.

-¿Volverás a trabajar aquí?
“Chile es una asignatura pendiente. Voy a volver a trabajar, pero con las condiciones que yo quiero, bajo mis términos, no los que me impongan un canal con el personaje que ellos quieran, sino que con el que yo quiera.
“Vendría por una temporada, no me quedaría a vivir acá. Quiero que mis hijos crezcan libres, que no los presionen porque se vistan distinto, quiero que mis hijos entiendan lo que es el planeta, el mundo”.

-¿En Miami son diferentes las cosas?
“No tan sólo en Miami, en Los Ángeles, en Colombia… Nosotros no somos el ombligo del mundo”.

Vivanco ya no tiene auto, dice que en Estados Unidos es común el alquiler de automóviles, así que utiliza esos servicios para moverse en Miami y llegar hasta su hogar, uno sin ruedas.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“El domingo me gusta pedirme una pizza, una buena cerveza y quedarme vegetando, viendo televisión. Me encanta”.

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