Aunque está sumergida en un pasaje de Alonso de Córdoba, la galería de
Cecilia Palma no pasa inadvertida. Sus exposiciones destacan por la singularidad de los artistas que su dueña escoge minuciosamente y por los proyectos que, desde esa iluminada casa-oficina, surgen y se concretan.
La polémica ha cruzado algunas de las muestras que esta psicóloga y gestora cultural ha patrocinado como la instalación que incluía la presencia de un enano en un espacio de un metro cuadrado, en 2003. También son recordadas las fotografías de María José Viera-Gallo que mostraban a sus padres –personalidades públicas- en ropa interior.
Ella está confiada en la labor desarrollada estos años; en el compromiso asumido con la preservación del arte plástico a través de distintas publicaciones, como la edición “50 pintores chilenos”, y en el impulso de jóvenes artistas de gran proyección.
Ligada al arte desde la cuna –su madre es pintora- estudió psicología en la UC, pero simultáneamente tomó cursos de artes con maestros como Gaspar Galaz y Milan Ivelic; luego hizo ramos de estética en la Facultad de Filosofía y terminó con un postgrado en gestión cultural.
“Como que uno no se da cuenta de lo que han significado estos 10 años, uno le echa para adelante”, dice. “Abrir un espacio no es nada de fácil... El arte para mí ha sido mi vida”.
-¿Cómo han sido estos años?
“Un aprendizaje sobre la marcha, pero cuando uno hace las cosas con profesionalismo, dedicación y amor, las cosas te van resultando”.
-¿Cuál es la clave para permanecer en el medio?
“Hay que ser súper perseverante. Y tener muy buena relación con los artistas; que ellos crean en tus proyectos. Hay que ser también súper creativos; no puedes estar haciendo siempre lo que hacen todas las galerías, hay que buscar algo que aporte un poco más. Por eso hemos llevado a artistas a exponer a Nueva York y regiones”.
Con la voz de la experiencia, Cecilia Palma afirma que los artistas chilenos, especialmente las generaciones nuevas, pasan por un buen momento. Esto, porque vienen mejor preparados y muchos han tenido la posibilidad de hacer pasantías en el extranjero, lo que hace que estén muy actualizados. “De hecho, hay algunos que están viviendo afuera y sus obras se están tasando a muy buenos precios”.
-¿Estamos sobrepoblados de artistas?
“Sí... De las universidades están saliendo como sesenta artistas al año y hay unas 10 universidades que imparten la carrera de arte.”
-¿Y eso es bueno o malo para el arte?
“Es un poco difícil para ellos; pero creo que es bueno. Mientras más artistas existan mejor para nosotros, porque así podemos optar por los que uno ve que se están tomando en serio la carrera. En términos de exhibir sus obras en Chile, se hace mucho más difícil; yo puedo en la galería exhibir a 12 artistas al año, por ejemplo, lo que hace que tengan muy poca cabida para mostrar su trabajo”.
-¿Esto incide en la calidad? ¿Hay mucho, bueno o mucho, malo?
“Sí, de todas maneras. Hay buen material, superior al pasado, sobre todo porque se han profesionalizado mucho. Antes el artista era como un personaje bohemio que pinaba de vez en cuando; en cambio, hoy no sólo saben pintar, sino que saben de gestión cultural, cómo desarrollar su carrera”.
Cecilia asegura que pese a esta sobrepoblación, el mercado del arte siempre ha ido al alza de los precios, incluso en períodos de crisis. En este momento, los precios se han mantenido y a los coleccionistas, este momento no los afecta.
-Pero la saturación de artistas, ¿no afecta el mercado?
“Sí, les cuesta más presentar sus cosas, exhibir; en ese sentido sí”.
-¿Crees que el consumo de arte responde a una moda o realmente ha habido un aprendizaje?
“El chileno ha ido aprendiendo, se ha ido educando en el tema del arte. La verdad, que la única manera de entender quiénes son los buenos artistas, qué está pasando es ver muchas exposiciones, leer, estar al día y en ese sentido el público se ha ido desarrollando. El segmento de jóvenes profesionales ha ido avanzando cualquier cantidad; antes era un público no tan interesado.
“Ahora, en algunos sectores se da lo de la moda, sobre todo con autores más consagrados. Aparte de lo bueno de la pintura, te da un nombre, pero lo importante es que el arte tenga movimiento, que pasen cosas”.
Esta galerista destaca, en este ámbito, el apoyo que ha dado el empresariado al desarrollado del arte con sus propias sales de exposiciones (Telefónica, Gasco, Metro, CCU) o patrocinios a festivales o conciertos.
-En esto, ¿cuánto es por real conciencia de su aporte y cuánto por imagen?
“Tienen que estar las dos cosas; definitivamente ellos tienen la intención de fomentar el arte, pero todos saben que éste les entrega un plus en el tema imagen y lo saben aprovechar”.
-¿Y no es malo?
“Siempre que exista un espacio cultural nuevo, independiente de las motivaciones que hayan detrás, es un crecimiento para el arte”.
Convencida de la labor desarrollada por las galerías, Cecilia Palma asegura que toda sala nueva que se abra es un aporte. También los son los libros que ha editado, como la serie “El autorretrato”, “El paisaje” y “La naturaleza muerta”; o “Pintores chilenos, sus bocetos y dibujos”. El año pasado, junto a Redcompra, editó una serie de ocho libros de cuentos infantiles ilustrados por destacados pintores, los que se agotaron.
-Algunos hablan de exceso de salas y es una muestra de que es un buen negocio. ¿Para quién, el galerista, el público o el artista?
“Pienso que todos los actores se ven beneficiados, porque hoy las galerías se han especializado. Hay de fotografías, otras de instalaciones; hay espacios gubernamentales donde exponen artistas que participan en concursos.
“Mientras hayan más espacios, habrán más artistas. Como, ahora, hay galerías en los centros comerciales. Yo abrí la primera en el Parque Arauco y creo que ahí me adelanté algunos años, porque el público no sabía nada de arte; fue más bien un aporte cultural más que comercial”.
-¿Qué se puede hacer para conseguir la permanencia de algunos artistas, para que no salgan de la retina del publico? ¿A eso apuntan tus publicaciones?
“Sí, la verdad es que sí los artistas dejan de exponer, empiezan a desaparecer; por eso el tema editorial ha sido súper importante en ese aspecto. Muchas veces no se hacen catálogos y las exposiciones van desapareciendo; es necesario dejar un registro”.
