El miedo al fracaso, a una nueva derrota en la vida, es lo que más temen las pacientes cuyos matrimonios han acabado, y que van hasta la consulta de la psicóloga argentina Beatriz Goldberg buscando una salida.
“Me separé, ¿y ahora?” (Editorial Longseller), es el libro que Goldberg acaba de publicar allende Los Andes, con la intención de ayudar a estas mujeres a superar este desconcertante proceso, alentándolas a “aprovechar la crisis como motor de cambio”, tal como lo explica la autora a PuntoMujer.
No es una tarea fácil. Se debe asumir el dolor, vivir el duelo de la relación que ha desaparecido y lograr la madurez suficiente como para poder visualizar los errores cometidos. Todo, para “volver a creer en sí mismas, en que son capaces de retomar un vínculo, pero desde un lugar de respeto personal, eligiendo bien, no una relación que deteriore, sino que aliente”, dice Goldberg.
Como un modo de comenzar el camino hacia la recuperación, y con el humor que identifica a esta psicóloga, te mostramos los diferentes tipos de ex esposa que la argentina agrupó en su libro y que detallan las diversas caras de la separada de hoy.
La come hombres: Es aquella a la que la separación hizo renacer de las cenizas “la vampiresa que tenía escondida”. Menosprecia las relaciones serias, en favor del encuentro carnal fugaz y le gusta alardear con sus amigas, generalmente monógamas, de su agitada vida sexual. Considera una bendición estar separada y poder disfrutar de la filosofía “que pase el que sigue”.
Sus motivaciones son el no afrontar la separación, comportándose tal como lo hacen los hombres de los que siempre desconfió. Pero “su separación la hace sufrir más de lo que cree”, por lo que evita arriesgarse a formar una nueva relación y fracasar.
La llorona: Tal como lo dice su nombre, este tipo de separada llora, y lo peor es que no hace nada por salir del hoyo de la tristeza. Está convencida de que jamás se volverá a enamorar y que su hondo sufrimiento nunca lo ha vivido nadie, así que se encarga de comentarlo con todo el mundo. “Se diría que sólo recordar el dolor la consuela”, escribe la argentina.
Sus motivaciones no son muchas, ya que en su minuto aportó todo por su relación sentimental, inclusive sus aspiraciones profesionales y personales, los que fueron sacrificados en pos de la unión con la pareja.
La iluminada: La pena que significa una ruptura sentimental es eclipsada por un descubrimiento que cambió para siempre la percepción de esta divorciada: el sexo y todo lo que él conlleva.
Si bien su consigna es “a gozar que se acaba el mundo”, a diferencia de “la come hombres”, “la iluminada” no colecciona machos, sino que, simplemente, está en un estado de transe a medida que se va dando cuenta del universo placentero que ha encontrado y que parece que antes de su separación, no conocía del todo.
Recuperar “el sexo perdido” y ponerse al día en la materia es su principal motivación. “No lo reprima”, aconseja Goldberg, pero “trate de volver al mundo de todos los días”.
La que espera al príncipe azul: Esta separada es una mujer ingenua que, como la autora explica, “no entiende nada de lo que le pasó”, porque aún cree que llegará un superhéroe a salvarla de la desdicha y de sus propios miedos y debilidades.
En vez de aprovechar el período post ruptura para analizar los aciertos y errores cometidos, prefiere observar el proceso vivido como un borrador de la historia de cuento de hadas que vivirá algún día.
Su objetivo es idealizar al hombre que espera en su vida, un ser perfecto que vendrá a borrar todas las carencias de las otras relaciones, amistosas, profesionales, familiares, etc.
La que cree que el gimnasio y el quirófano le abrirán las puertas del amor: Se trata de la mujer separada que cree que su regreso al mercado del amor sólo tendrá éxito gracias al recauchaje y a las pesas.
Suele estar convencida que de haberse visto más joven o en mejor forma antes, su matrimonio aún duraría, así que esconde tras la máscara del fitness y la cirugía su baja autoestima.
Pero cuidado, piropos e interesados cotizantes aparecerán en escena, pero el amor, lo que realmente está buscando, aparecerá compartiendo lo mejor y lo peor con una pareja. “Deje de buscar la perfección del cuerpo, porque no se hará extensiva a otras áreas de la vida”, aconseja la psicóloga.
La revanchista: “Desde que se separó tiene la sensación de que debe correr una carrera contra el reloj para poder hacerlo todo”, así que se inscribe a cuando curso ve por ahí, se anota a todas las fiestas y, claro, sale con todo el que se lo pida.
Con el tiempo esta actitud debiera apaciguarse, para poder hacer lo que realmente quiere y no todo lo que se le presente por delante.
“‘Quererlo todo’ se parece demasiado a ‘elegir nada’”, recuerda Goldberg. Esta separada debe aprender a que debe fijarse más en la calidad que en la cantidad de sus nuevas elecciones.
La adolescente tardía: “Es de las que no se percata de que, mientras una falda recta y por la mitad de la rodilla la hace parecer joven y estilizada, la minifalda tiene sobre su figura exactamente el efecto inverso: se ve como una mujer madura desubicada”, comenta la autora, quien agrega a las características de esta mujer, la creencia de que al separarse, recuperó también la edad que dejó hace muchos años.
Con este comportamiento, “la adolescente tardía” niega su realidad, quiere borrar la relación que tuvo y empezar desde cero. Pero mejor, “devuélvale la minifalda a su hija” y entienda que negando lo que le sucedió es negarse usted misma”, dice Goldberg.
La víctima: Esta separada no reflexiona lo que sucedió, ya que está absolutamente convencida de que toda la culpa de su desdicha es de su ex, y que tanto él como cualquiera que la rodea, no la valora y se ha aprovechado de su buena voluntad.
Lo que hace esta mujer es entregar toda la responsabilidad del fracaso a su ex, olvidando que, como explica la psicóloga, las ganancias y pérdidas de la sociedad que representa una pareja, se dividen 50-50.
La esposa eterna: Si bien se da cuenta de que en la realidad está separada, en su fuero interno su situación sentimental continúa intacta. Siente que su relación sigue a la distancia, en casas separadas, por lo que aún se encarga de las necesidades de su marido, quien en realidad es su ex; lo llama para recordarle que se tome los remedios e incluso para despertarlo por las mañanas.
Se trata de “una verdadera maestra de la negación”, que no permite que tanto ella como su ex comiencen una nueva vida.
La culpable: Tal como su nombre lo dice, esta mujer está convencida de que es sólo su responsabilidad el que su matrimonio haya llegado a su fin. Si su ex le era infiel, cree que es porque ella no fue lo suficientemente atractiva o si le contestaba mal, piensa que es porque ella no fue realmente comprensiva con él.
La culpabilidad, interpretar el rol de la causante del quiebre como explica Goldberg, puede resultar una manera fácil de creer que se pueden resolver los conflictos, algo que resulta menos doloroso que afrontar la realidad.
“También usted tuvo responsabilidad en lo que sucedió, pero parte de ella fue porque su autoestima no estaba lo suficientemente alta como para reclamar lo que correspondía: amor, buen trato y consideración”, escribe la autora.