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El mejor regalo para un hijo

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13 de Agosto de 2009 | 09:13 |
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Un aspecto muy importante en la vida es la autoestima o valoración positiva de sí mismo. Esta es una característica de la personalidad que marca todo lo que sentimos y pensamos acerca de nosotros y los demás.

Una persona insegura o con una baja autoestima, constantemente duda de sí misma, se siente poco importante, carente de interés para lo demás, con dudas sobre su aspecto físico e intelectual. La falta de confianza afecta así las relaciones sociales, laborales de pareja y familia.

El origen de este sentimiento está en las etapas iniciales del desarrollo infantil y adolescente. En general, el sentimiento de inferioridad siempre es con respecto a alguien, es decir, la persona insegura, de manera inconsciente o consciente, siempre se está comparando con alguien de su infancia o adolescencia.

Es muy normal que los padres, sin darse cuenta, celebren las actitudes sobresalientes de algunos de sus hijos y los comparen entre ellos. Esto suele ser el desencadenante de celos entre hermanos o fuertes rivalidades que no potencian el desarrollo de lo particular en cada uno, sino que generan mucha rabia y frustración.
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Dentro de esta rivalidad infantil, cuando el niño no acepta o no tolera al rival de su comparación, suele entrar en un período que podríamos definirlo como de agresividad contenida, y tras esa máscara de baja autoestima, lo que se esconde es una gran frustración y rabia que hace disminuir sus posibilidades de superación. Todos tenemos áreas en las que es posible florecer, el tema es ser visto y ayudado para darle potencia a aquello donde si hay, sin desmerecerlo.

Hace un tiempo, llegó a mi consulta Valentina, una adolescente de 15 años que se sentía muy deprimida porque era muy tímida y le costaba mucho integrarse a los grupos; se refugiaba en los estudios, sintiéndose casi avergonzada por sus buenas notas, sin poder darle valor a ese aspecto de su personalidad. Se comparaba con su hermana, Ximena, de 13, que estaba llena de amigas y amigos y tenía un estilo muy extrovertido.

Al principio de la terapia, Valentina, sentía que lo único importante era hacerse de amigas y pertenecer a un grupo del curso que a ella le gustaba, pero donde no era muy aceptada. Constantemente, se comparaba con Ximena y le daba mucha rabia que hacer amigas para ella implicara tanto esfuerzo, sentía que para Ximena todo era fácil. En la terapia fue viendo lo idealizada que estaba su hermana menor, a quien los estudios le constaban un poco, y como en la comparación ella podía verse nada bueno.

Valentina se fue tranquilizando, nos centramos en que ella se fuera conociendo y entendiendo sus dificultades de manera menos crítica, pudiendo reconocer sus recursos. La paciente tenía un humor muy agudo del que no se había percatado y este recurso, entre otros, se fue desplegando. Algunas niñas de su curso comenzaron a acercarse y poco a poco se fue apuntalando en un grupo que la valoraba; algunas le pedían ayuda en algunas materias y esto fue generando un círculo virtuoso para la paciente.

A veces tendemos a ver como normal las conquistas propias y de nuestros hijos. ¨Pareciera que es algo común que nos vaya bien.

Sin embargo, a los logros es necesario darles un espacio, reconocerlos, potenciarlos, es importante estimular lo bueno al interior de la familia. Eso debe hacerse toda la vida. Hay que estar presente en los aciertos y aspectos sanos y nutritivos por pequeños que sean; sino el mensaje es que escuchamos, actuamos y nos preocupamos sólo cuando las cosas andan mal.


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